Negro futuro

Llegó a Madrid la marcha de los mineros. Más de 500 kilómetros recorridos para evitar el negro futuro que les espera.

Puerta del Sol (Madrid), 12 de julio 2012

Es curioso, en esa España «moderna» en la que hemos vivido estos últimos años, también nos olvidamos de que existía esta parte oscura, la de las cuencas y los pozos mineros. Yo, también me olvidé, pero hace poco menos de dos años, viajé al Bajo Aragón, cerca de Montalbán y Andorra. Me quedé impresionada. Ví minas en uso, y minas cerradas. En localidades como Castel de Cabra en la que las minas están cerradas, ya no vive casi nadie, no hay ni un mísero bar; y, algunos de los que se quedaron, «alquilaron» ese espacio yermo a la -ya estéril- industria solar.

Mina María – Castel de Cabra

Cada vez que nos cruzábamos con alguno de los habitantes, mis anfitriones me informaban de quién era y de que había perdido a «su hijo», «su padre» o «su hermano» en alguna de esas pequeñas minas. Yo, miraba esos castilletes de los pozos y ni tan siquiera me podía imaginar cómo era posible acceder a ellos.

Muchas veces, desde entonces he pensado en ese viaje. De hecho, es el que hizo que me empezara a interesar por el tema del carbón. Meses después viajé a Grenoble, donde Jean Marie Martin-Amouroux, un profesor de universidad, ya jubilado, me dijo que el carbón volvía a ser el gran protagonista del mundo energético del Siglo XXI. Como ya he escrito otras veces en este blog, su consumo en el mundo es creciente, y es la primera fuente mundial de producción de electricidad. Al volver, bromee con mis amigos aragoneses y les dije que tal como estaban las cosas, volverían a ver la minas abiertas.

Desde entonces, sólo he ido leyendo noticias en ese sentido. El parón nuclear que provocó la tragedia de Fukushima reactivó el interés por el carbón; como ya dije en la entrada sobre el carbón limpio, el lobby de la energía fósil se está posicionando y apostando por esta fuente de energía y, las noticias que nos llegan del sector, sólo hablan del renacer de la industria y de la importancia de las fusiones y adquisiciones que se están produciendo en ella. Incluso un periódico como El Mundo, en un clarificador artículo, cuenta que grandes inversores como Warren Buffet, Bill Gates o Lakshami Mitta no esconden su interés por hacerse con empresas del sector. En resumen, todo apunta hacia una nueva era del carbón. El apunte fue definitivo, cuando el Ministro Soria anunció el fin de las primas a las renovables, pues en una ecuación deficit exterior y mayor autonomía energética, la única variable que puede usar España es el carbón. Además, en ese clima dickensiano en el que estamos viviendo, tal cosa, ya pegaba…

Así que, cuando hace unas semanas, me desperté con la noticia del fin adelantado de las subvenciones al sector del carbón, me quedé turulata. Por el tono de mi blog es obvio que, para mi, el regreso al carbón no es una opción válida, pero no es lógico que en plena crisis, con niveles de paro estratosféricos, con una deuda externa imposible de pagar, con un fin de las subvenciones ya pactado para 2015 y con una política energética que abandonaba las renovables, decidamos prescindir del carbón, que crea empleo, no «gasta» divisas y puede generar electricidad. Máxime, si ya había un calendario pactado, para ello. Para mi es cómo si el Gobierno se hubiera vuelto loco….

A pesar de ello, estoy contenta. Estoy contenta de ver, una región parada y una marcha minera como las de antes. El motivo de ello es que nos recuerda que, más allá de las emisiones del CO2, nuestro bienestar se debe a miles de personas que trabajan, bajo nuestros pies, en las galerías del averno.

Parte de nuestro confort es el resultado de las condiciones laborales deplorables de los otros. Por ello, en sí misma no es una opción moralmente sostenible. Menos, en un mundo, como el nuestro, en el que hay alternativas y en el que la constante obsesión por la reducción de costes, sólo podrá redundar en un empeoramiento de las condiciones laborales de los que cada día bajan a la mina. Volver al carbón, será tener sobre nuestra conciencia el goteo de muertes diarias o aplazadas por la silicosis. Por mi parte, desde que después del accidente de Fukushima leyera un provocador artículo de George Montbiot en el que se decía que Chinese coal mining alone kills as many people every week as the worst nuclear power accident in history – the Chernobyl explosion – has done in 25 years, no he dejado de darle vueltas a este tema.

Pero afortunadamente, aunque suene a humor negro, los mineros son el «mayor» problema del carbón: pues si no se mueren, reclaman sus derechos derivados de los beneficios de la industria energética. Probablemente, por «culpa» de que los mineros quisieron la parte del excedente que les correspondía, el modelo energético basado en el carbón fue el perdedor del Siglo XIX…. Desde que en los primeros 1980, Margaret Thatcher acabara con el poder de sus sindicatos, nos olvidamos de ellos, pero, si en el Siglo XXI, la alternativa a la energía nuclear es el carbón, la historia se puede repetir.

No creo que las reflexiones del Ministro de Industria vayan en esta dirección, pero tal como está el mundo, tal como se están reestructurando y concentrando las empresas mineras del carbón, una de las tristes consecuencias de todo este episodio podría ser que cuencas mineras de España se conviertan en la oportunidad para algún gran conglomerado mineros internacional como Rio Tinto. Sería «una bonita metáfora» que los mismos que fundaron el primer club de football de España en 1873 -el Rio Tinto C.F.-, vuelvan a nuestro país con nuestra selección ya campeona del mundo. En esto sí que hemos progresado, pero todo lo demás empieza a sonar a excesivamente decimonónico…. La verdad es que, a estas alturas, no nos podemos permitir recorrer, otra vez, el mismo árduo camino. Espero y deseo que la marcha de los mineros sirva de recordatorio, pues si no pensamos seriamente nuestra política energética, al lado de los éxitos de «la roja», nos espera un negro futuro.

1 comentario en “Negro futuro

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