Este verano, pasé unos días en Francia, hablando con un gran amigo que, a la postre, trabaja para el sector nuclear. Tuvimos amicales, pero agrias, discusiones sobre el futuro de la energía nuclear. De todos los argumentos que me aportó, uno me dio que pensar: caso que el «parón» nuclear no se realice de forma muy programada y vigilada, el problema puede ser mayor, pues es mucho más complejo el desmantelamiento nuclear que la construcción de nuevas centrales.
Hoy, leo en El País, la noticia de que las dos grandes eléctricas, Endesa e Iberdrola, «dejan caer» Garoña. Estoy estupefacta, la política energética y las eléctricas de este país nunca dejarán de sorprenderme. Después de «vendernos» a machamartillo que la más barata de todas las energías era la nuclear, ahora resulta que Endesa e Iberdrola no quieren seguir con ella. Apunta la noticia de El País que ello se debe a que, para cumplir la normativa de seguridad, se requeriría una inversión de 100 millones de euros que, claro, nuestras «pobres» eléctricas no quieren hacer. Sorprende en gran manera este hecho, pues el actual gobierno del Partido Popular declaró que Garoña no se cerraba; el Ministro Soria, al acabar con las primas a las renovables, de facto, apostó por la electricidad nuclear; y, la grandes eléctricas, llevan décadas intentándonos convencer que lo mejor, lo más barato y lo ambientalmente más inocuo es la energía nuclear
¿Qué pasó?, pues…Sin mucha más reflexión e información, cualquiera -o todas- de las opciones posibles:
a) las eléctricas han descubierto que la energía nuclear sólo es barata cuando la pagamos los consumidores y contribuyentes, pero que deja de serlo cuando ellas han de costear las inversiones
b) las eléctricas han descubierto que la energía nuclear sólo es barata cuando no cumple al máximo las medidas de seguridad establecidas, pero que deja de serlo cuando empezamos a valorar seriamente la posibilidad de una catástrofe natural u otra, sobrevenida
c) las eléctricas han descubierto como obtener todavía más beneficios, y han decidido jugar una partida de poker, con este debilitado gobierno e inconsistente ministro de industria, para acabar diciendo que realizarán las inversiones a cambio de más déficit de tarifa, o equivalente en nuestra factura
Como siempre en estos casos, los pequeños consumidores eléctricos seremos los paganos de la historia, pero, al menos, este sincopado apagón nuclear, tendrá el mérito de sacar a la luz el hecho de que la energía nuclear no sólo no es segura, sino que es -ahora y siempre- extremadamente cara, pues nosotros y todas las generaciones futuras deberemos absorber el coste de que una vez éstas fueron construidas sobre la faz de la tierra.
Durante mi estancia en Suiza «me colé» (no es la palabra exacta, porque tenía el carnet de fotógrafo de prensa) en una reunión de alto nivel donde se debatía el tema de la energía nuclear. Entre foto y foto, iba escuchando lo que comentaban los ponentes. Mi asombro llegó a su tope cuando un alto cargo de Union Carbide, un ingeniero que parecía saber de qué hablaba, dijo más o menos lo siguiente: «la energía nuclear es muy rentable [para ellos, obviamente] siempre y cuando no haya que cumplir a rajatabla todas las normas de seguridad que nos imponen los gobiernos». Estoy hablando de algo que se dijo treinta años atrás, cuando quizás las normas no eran tan restrictivas como hoy en día. Eso me hace pensar –además del cinismo de los que se hacen ricos ignorando cualquier impacto ambiental– que la hipótesis b) tal vez la más realista. ¡Triste realidad!