Hoy, un joven amigo me ha mandado dos enlaces al The Economist, el primero habla del auge del carbón en China y de su declive en USA, mientras el segundo cuenta que la «nueva» política energética europea conducirá «al peor de los mundos posibles», al sustituir la energía nuclear por electricidad obtenida a partir del carbón.
Como algun@s de mis lectores sabrán, llevo tiempo apuntando la importancia que el carbón podría tener como fuente energética en el Siglo XXI. Es más, ya he citado alguna vez la frase de Jean Marie Martin-Amouroux en la que se dice que la fuente energética perdedora del Siglo XIX, parece ser la ganadora en el Siglo XXI. Este paso de casi doscientos años, sólo puede tener dos significados y, es en función de ellos, que debemos analizar el papel que el carbón podría tener en la actualidad.
Si el carbón vuelve a ser una de las fuentes energéticas hegemónicas a escala mundial, ello sólo puede indicar que o bien estamos regresando a un modelo energético como el del Siglo XIX -con todo lo que ello conlleva en las formas de producir y consumir- o que estamos creando un nuevo modelo energético con el carbón. Esto que a algunos les puede parecer una perogrullada, para mi no lo es tanto, si se aprehende en todo su significado lo que significa un modelo energético. Para ser breve, diré que, en cada momento de la historia, el modelo energético hegemónico es el que se adapta a lo que se produce, a cómo y donde se vive, a lo que pensamos y, sobre todo, a las relaciones de poder vigentes.
Así, en el Siglo XIX el carbón fue la base energética hegemónica, porque se adaptó a la sociedad del capitalismo manufacturero británico. Este matrimonio «carbón – forma de producir y de vivir» explica el poder que tuvo el Imperio Británico y explica, también, muchos aspectos del Reino Unido: Explica, esa dualidad espacial entre núcleos urbanos-industriales y la campiña británica; explica el tipo de infraestructuras que se desarrollaron -especialmente el ferrocarril- y explica el tipo de actividad industrial que se realizó, pues el carbón, la máquina de vapor, las manufacturas textiles y el desarrollo de la siderurgia son todo uno. Por ello, y como ilustré en alguna entrada anterior, por la necesidad de mineros y por favorecer un modelo productivo intensivo en mano de obra, el carbón también relata el nacimiento del movimiento obrero.
El carbón, desembrollaría muchas más cosas, pero con esto, por ahora, creo que es suficiente para seguir mi discurso.
Así siguiendo mi argumentación, si, hoy, el carbón se acabara imponiéndose, podría ser que se volviera a una situación equivalente a la a la del Manchester del Siglo XIX.
Lo sé, suena raro, pero, a veces cuando veo imágenes de las minas en China o Mongolia; cuando leo sobre las condiciones de explotación laboral de las grandes manufacturas globales, y cuando sé del gran peso de la siderurgia en China o India, no puedo evitar pensar en Leeds, Manchester o… hacia 1840.
Sin embargo, es cierto, que hay otros factores que hacen pensar que el carbón se adaptará al Siglo XXI. Pero, ¿qué significa eso exactamente?. Bajo mi modo de ver, por la misma definición de modelo energético, ello significaría adaptar el carbón al capitalismo financiarizado y global en el que vivimos. Hoy, en relación a la Inglaterra decimonónica de referencia, además de dar una mayor diversificación a los usos finales del carbón, especialmente como fuente primaria de la electricidad ¿qué implicaría «modernizar el carbón»? Fundamentalmente dos cosas:
- internacionalizar las relaciones energéticas del carbón. Es decir, crear un mercado de compra y negociación, cadenas de producción globales y una estructura de gobernanza global, como se hizo con el petróleo a lo largo del Siglo XX. Y,
- convertir el carbón en aceptable -o «políticamente correcto»- es decir hacerlo aparecer como limpio
Ninguna de ambas cosas altera la esencia del carbón como fuente de energía, sólo modifica el tipo de actores -empresas, territorios, organizaciones carboníferas internacionales, tipos de capitales…- que intervendrán en el mundo de las relaciones carboníferas del Siglo XXI y, por ello, las relaciones de poder y la geo-política del carbón.
Hoy todavía estamos lejos de saber cómo será -e incluso si será- la escena carbonífera del futuro, sólo tenemos grandes consumidores de carbón en China, Estados Unidos, Rusia, Alemania…. que, en algunos casos adquieren el carbón en el exterior. Dicho esto, puestos a especular, coincido con la idea del segundo artículo del The Economist, cuando dice que en Europa vamos hacia el peor de los mundos posibles. Coincido en lo segundo, pero no en la primero. Si se opta por el carbón como fuente, sino hegemónica, al menos privilegiada de energía en el capitalismo del Siglo XXI, vamos al peor de los mundos posibles, pues hay indicios de que tendremos un capitalismo -global- manufacturero propio del Siglo XIX con unas estructuras monopolítisticas, jeraquizadas, verticales y transnacionales de poder propias del Siglo XXI. Y, además, viviremos en una nube negra. No coincido, sin embargo, con la idea que expresan los dos artículos citados. Es decir, que Europa va mal, mientras Estados Unidos lo hace mejor o China … En las condiciones actuales, si existe un modelo energético hegemónico, éste será el de todos, aunque en él estén los poderosos y los excluidos -como lo ha sido el caso para el petróleo.
Por lo que pueda venir, he mostrado, como recordatorio, las fotos de los mineros y he señalado el horror de las relaciones laborales del capitalismo primitivo. Puestos a hacer activismo energético, tal vez deberíamos empezar a pensar que cada vez que decimos que «los chinos nos hacen competencia», lo que estamos diciendo es que hacen la competencia a los obreros europeos de hace dos siglos. Dicho así, es absurdo. Es verdad; pero, yo, no me puedo sacar de la cabeza que el carbón ha vuelto a aparecer en escena, cuando globalmente hemos vuelto a reproducir un modelo de relaciones fabriles que creíamos olvidado. Son sólo pensamientos, pero a mi, al menos, me dan qué meditar.
En mi infancia, en los años 40, en casa nos calentábamos con una salamandra que se alimentaba de carbón-preferentemente de antracita.. En una de las habitaciones había una carbonera. Era pesado y sucio pero teníamos una temperatura excelente.
Despues de leer tu articulo he mirado como ha evolucionado la importancia del carbon en la produccion de energia mundial y en efecto esta aumentando pero ¿ puede el carbon sustituir al petroleo en todas sus aplicaciones y usos ? .¿Van a permitir las multinacionales del crudo que el carbon les quite mercados ? creo que estamos mas cerca de la diversificacion de fuentes de energia que del dominio hegemonico de ninguna .Por supuesto la diversificacion no significa necesariamente ma´s democracia o mayor autonomia energetica ,la diversificacion obedece simplemente a que existe cada vez una mayor demanda de energia y que se apuesta por cualquier metodo con tal de calmar la demanda.Lo que se debia plantear es si el aumento del consumo energetico es realmente necesario si no se trata de un consumo energetico conspicuo y si dicho aumento puede ser sostenido por nuestro medio-ambiente sin dañarlo irreparablemente ,en fin las cuestiones de siempre.
Un saludo y Feliz Año para todos los blogeros y como no para Aurelia que se sigue currando este blog para hacernos reflexionar .
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Miguel Ángel, Feliz Año, para tí también.
Efectivamente, planteas una cuestión que está en el aire. Establecer si como ocurrió con el petróleo, lo que entendemos por estructura de gobernanza internacional -o en términos de Odell, industria energética internacional- será una sola, que incluye sólo a un determinado tipo de países (los llamados productores -OPEP- y consumidores -IEA-) o si, como bien planteas, la escena energética internacional, estará diversificada e incluirá distintas estructuras de gobernanza y, por tanto, de poder en función de modelos o usos de fuentes distintos. Yo, hoy, es lo que veo. Lo contaré más adelante. Pero, también veo, con pavor una involución en las relaciones laborales y productivas que me recuerda, y mucho, al Siglo XIX. Veremos….