Estos días de verano estoy leyendo un curioso libro de Otto Mayr sobre autoridad, libertad y maquinaria en la modernidad europea. En su introducción se puede leer que a pesar de que existía, ya, tecnología de funcionamiento sutil y poco dramático…, la primitiva tecnología europea era de naturaleza completamente distinta. Sus estructuras tendían a ser monumentales. Al leerlo, aunque el autor se refiera a un periodo histórico distinto, inevitablemente pensé en Suez y en la monumentalidad de nuestras infraestructuras energéticas que, a pesar de que podrían ni tan siquiera existir, aquí están, erigiéndose majestuosas para mostrar el poder y legitimar el discurso de la industria energética.
Ante los dramáticos acontecimientos de Egipto, sacar a relucir esta cuestión es delicado, pero hoy, ya, varios medios nos informan de que el precio del crudo aumenta por el miedo a que se cierre el Canal de Suez, por donde pasan diariamente 2,97 millones de barriles de petróleo (2012) y una buena cantidad de GNL (1,50 tfc al año). En total, un 30% del tránsito de Suez corresponde al paso de hidrocarburos. Suez como es bien sabido es uno de los grandes chokepoints del mundo y, por tanto, se considera que son a critical part of global energy security.
El Canal de Suez es una de esas fascinantes infraestructuras de mediados del Siglo XIX que favorecieron las geografías imperiales de los estados-nación burgueses europeos: permitieron una mayor acumulación del capital nacional y legitimaron a los estados europeos. La construcción del Canal es el epítome de la nueva «civilización» europea que se consolida después de la Guerra de Crimea, que en ámbito nacional viene representado por el triunfo del capitalismo manufacturero británico, pero que en el ámbito imperial, todavía viene marcado por las grandes campañas ingenieriles absolutistas de Napoleón III en África y de los zares rusos en Asia. En esta misma época se fragua lo que hoy conocemos como la industria petrolera internacional, que antes del desarrollo exterior del imperio de Rockefeller, se vincula desde sus primeros orígenes al Canal de Suez. En 1850 se construye el primer barco petrolero -tanker-; hacia 1870s, los hermanos Nobel, entonces los principales petroleros del mundo y los primeros que desarrollaron lo que hoy llamaríamos el midstream internacional, transportando el petróleo desde Bakú (Azerbaiyán) hacia Europa, se convirtieron en los primeros armadores de tankers del mundo; y ya en 1880, la Royal Dutch Shell logra los permisos para que su petróleo asiático llegue a Europa a través del Canal.
Suez, así, desde su origen, es un crisol de momentos del capitalismo, pues en su origen coexiste la voluntad de los últimos déspotas ilustrados, aunque ya muy burgueses, de Europa continental; la esencia misma de un capitalismo británico, que desde sus inicios entiende que no podrá sobrevivir sin las colonias, y el surgimiento de la industria -la petrolera- que será el símbolo del capitalismo americano de la segunda mitad del Siglo XX. Por tanto, desde este punto de vista, se podría decir que simbólicamente el Canal de Suez es la metáfora – el monumento o infraestructura que representa- del «capitalismo occidental».
Como cada vez que hay una crisis en la zona, se habla de bloqueo y cierre. La última vez que se cerró – en 1956- , su reapertura escenificó la hegemonía americana en las antiguas geografías imperiales europeas. Ayer, después de leer unos curiosos tweets que, para mi, de forma sorprendente avalaban el terrorismo de Estado de Egipto, como forma de parar las privatizaciones, volví a pensar en esta historia.
En este blog, lo he dicho otras veces, en términos del capitalismo global, las nuevas élites islamistas son las portadoras del «nuevo orden» al Mundo Árabe. Tal vez por ello, Europa acríticamente apoyó el golpe de estado de hace unos días – como hicieran, hace años en Argelia-; pero, tal vez también por ello, Estado Unidos que ya mira hacia el Pacífico, lo empiece a condenar. Todo esto es una gran especulación, pero si se cerrara el Canal de Suez, ¿qué veremos cuando se re-abra? Es difícil de decir, pero mi apuesta es que en la reconfiguración del capitalismo global y en el desplazamiento del eje del mundo hacia el Pacífico, al igual que los constructores de Suez se difuminan, el Canal perderá centralidad.
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Molt bo l’article Aurèlia,.. bona visió internacional la teva!
La primera vegada que vaig entrar a la teva web, vaig pensar que el titol no encaixaba amb el contingut, ara penso que no podries trobar un titol millor !!!