En Davos, ni las crónicas son buenas

Hoy he leído una cosa que me ha dejado helada, y no por el frío que estos días hace en esta ciudad, sino por lo que en el artículo se dice y, sobre todo, por quién lo dice. Por un momento me he dicho a mi misma, «no hay nada que hacer, la batalla está perdida». Pero no; no ha de ser.

El artículo en cuestión es una crónica de Daniel Yergin desde Davos. Se titula US vs. Europe: Energy battle heats up y en ella se sostiene que EE.UU. ha ganado la batalla de la competitividad a Europa, gracias a la «revolución energética», que en el otro lado del Atlántico ha supuesto el shale gas. Yergin nos dice que Estados Unidos va bien por su abundancia en gas low cost, mientras que en Europa, por causa de las renovables, los costes son elevados y no se crean puestos de trabajo. Que esto lo diga un neocon de un think tank de quinta, vale, pero que lo diga un prominente miembro del IHS Cambridge Energy Research Associates, además de ganador de un Pulitzer y autor de una de las historias del petróleo, The Prize, más vendidas y citadas del mundo, tiene tela (Por cierto, que si no quieren leer unas 1000 páginas, se puede ver la versión cinematográfica en YouTube). Eso es lo que da miedo, que una de las personas que más sabe del monopolio, poder, marrullerías y perversidades de la industria petrolera internacional, acabe definiendo lo que ocurre con el shale gas -que sin yo tener su talla y fama, sigo pensando que es un bluf– como una «revolución energética». Es más, no contento con ello, apunta otras lindezas como que la energiewende alemana puede llevar a Alemania a una «dramática desindustrialización». Supongo que sólo pareja a la extraordinaria re-industrialización de los Estados Unidos (Sic!)

Lo dicho, no doy crédito. Durante dos años, en este mismo blog, he argumentado porqué ese debate de los costes es artero; cómo he dicho que no me vale que me digan que el shale gas, como Yergin dice, ha creado 2,1 millones de puestos de trabajo, si no me dicen también cuántos se hubieran creado con una alternativa y si no se comparan las categorías laborales y la calidad de las tareas en ambos casos. No hace falta recordar que no es lo mismo trabajar como extractor en una mina, yacimiento o pozo de un recurso fósil, que ser un técnico, un ingeniero o un instalador; como tampoco es igual el valor añadido que se genera en un caso u otro. Pero, supongo que para Yergin entrar en esos «pequeños matices sin importancia», sería una pérdida de tiempo que sacaría fuerza a su discurso.

Estoy muy enfadada. Pero, si digo la verdad, creo que estoy más asustada que enfadada. Si alguien como Daniel Yergin dice estas cosas, sólo hay dos posibles explicaciones: o se cayó del caballo, pero dándose un golpe en la cabeza que lo dejó sin sentido; o fue abducido por aquellos que durante años observó. La verdad, da miedo. En mi caso, lo primero es imposible, pues no sé montar a caballo, así que es difícil que me suba a uno de ellos; pero lo segundo…nadie está libre de la tentación.

Puede que no caiga en ella, pero si lo hiciera poco sería el impacto. En cambio, el efecto legitimador, para «la industria» y para nuestros gobernantes, de las palabras de un Pulitzer como Yergin será funesto. En fin, un golpe bajo o malos tiempos para la lírica

2 comentarios en “En Davos, ni las crónicas son buenas

  1. miedo? ira? me gustaría que Berta nos aconsejara acerca de cómo hacer productivos esos sentimientos, porque por ahora solo nos desgastan.

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