Ayer una muy buena amiga, que lo sabe todo sobre mitos y tragedía griega, me mandó el siguiente mensaje: Jasó i els Argonautes van sortir de Pelión, de Volos per anar a buscar el Vello d’Or que permetria a Jason recuperar el regne de Pelies….Es l’expedició dels Argonautes. I van arribar al temple on era guardat per Medea….la continuació te la saps. Però Saps on era aquest temple, el Vellociono de Oro i Medea? A Crimea. I no crec que sigui casualitat…. Francamente, yo tampoco creo que sea casualidad. Crimea, fue, es y será un lugar central del mundo EuroAsiátio del que, simplemente, los habitantes del Siglo XX nos olvidamos por lo que fue esa aberración -útil tal vez, pero absurdidad, al fin y al cabo- de partir el mundo en dos.
Yo que soy tendente a caer en esas nostalgias de los «mundos de ayer», vengo buscando argumentos que permitieran explicar esta crisis como un resurgir de algunos de los problemas estratégicos de antes de la Primera Guerra Mundial; cuando buena parte del mundo EuroAsiático estaba dividido en tres imperios, el Austro-Hungaro, el Ruso y el Otomano. De hecho, quienes sigan este blog, recordarán que meses atrás ya hubo una pequeña entrada al respecto. Como creo que dije entonces, el azar quiso que esta crisis estallara en el mismo momento en estoy intentando reconstruir parte de la historia de la industria del petróleo, en la actual parte rusa del Caucaso, adyacente al Mar Negro, en la década de 1910. Esta historia daría para apuntar algunos paralelismo con buena parte de las opiniones que analistas y medios están expresando, relativas a la importancia geo-energética de la zona. De hecho, el otro día mirando documentos del War Office británico leí dos ficheros sorprendentes, uno relativo al diseño de una estrategia para la exportación del petróleo del Sur de Rusia y otro relativo a la Oil Administration que los británicos establecieron en Batum Ambos fechados en el periodo comprendido ente 1919-1921, cuando ya se ha firmado el armisticio de la Primera Guerra Mundial.
De esta documentación, se deduce el interés que algunos sectores británicos tuvieron en el petróleo del sur de Rusia; como alternativa al caro americano o al incierto del desmembrado Imperio Otomano; el interés en las infraestructuras de transporte de petróleo y la voluntad, pasara lo que pasara (piénsese que en ese momento el futuro del Cáucaso todavía no estaba claro y los británicos apoyaban al General Denikin frente a los bolcheviques), de mantener el control en Crimea.
Si, hoy, se siguen las opiniones de lo que ocurre en Ucrania y Crimea, menos aquellos que hablan de un conflicto identitario , hablan de algo muy similar a lo que aquí les menciono. El otro día, el New York Times nos proporcionaba un excelente ejemplo de ello, aunque rizaba el rizo, pues decía que when Russia seized Crimea in March, it acquired not just the Crimean landmass but also a maritime zone more than three times its size with the rights to underwater resources potentially worth trillions of dollars. Puede ser. En torno al Mar Negro, siempre hubo petróleo. Antes de que se constituyera la industria petrolera internacional, allí estaban los principales territorios exportadores y,de ahí, este interés de los británicos, entonces. Así, es plausible que, como apunta el NYT (en unos mapas que recomiendo, pero no me permiten copiar, cosa que entiendo), en las aguas territoriales de Crimea suceda los mismo que en los 1970s pasó en el Mar del Norte. No lo dudo, es más, si seguimos este hilo, hasta se podría argumentar que aunque Rusia tiene ya mucho gas, necesita acaparar todavía más para cumplir sus nuevos contractos y relaciones con China.
Por todo ello, aunque pueda diferir en la interpretación, estaría muy de acuerdo con aquellos y aquellas que opinan que detrás de «lo de Crimea» hay una cuestión geo-estratégica y geo-energética. Pero, dicho esto, hace un par de días leí en The Guardian un artículo que me dio mucho que pensar. El artículo se titula, Stop forcing Ukraine into a narrative of Moscow versus Washington. We are told that this is a geopolitical battle instead of an attempt by ordinary Ukrainians to take back control from the oligarchs. Es la segunda parte del título la que me cautivó. El artículo de Oliver Bullough, aunque pueda ser un poco tramposo -mucho menos que este blog, por cierto-, nos cuenta tres cosas. En primer lugar que la crisis de Ucrania empezó con las privatizaciones que se iniciaron con la desintegración de la URSS. En segundo lugar que estas privatizaciones favorecieron a los oligarcas del Este (pues en Donetsk estaba el botín de la industria y las minas), que se beneficiaron de los derechos de propiedad occidentales y de sus «ventajas fiscales». Ello lleva a Bullough a argumentar que, por tanto, intrínsecamente la rivalidad Este – Oeste es una falacia. Por último, el autor cuenta, que este expolio ha aumentado más que significativamente la desigualdad y pobreza. Así, según su opinión, la mayoría de los ucranianos que están en la calle, lo que quieren es acabar con este estado de cosas.
Por tanto, el artículo nos recuerda que detrás de «todo lo demás», hay una legitima protesta derivada de la injusticia, aunque otros la estén utilizando para sus propósitos. Lo he pensado, y creo que tiene razón. Él critica a sus colegas, diciendo que los periodistas se «criaron» en la Guerra Fría y, que por tanto, sin análisis ulterior se sienten cómodos hablando de rivalidades entre el Este y el Oeste.
No soy periodista, pero creo que tambien debo entonar un mea culpa, pues, cuando la gente pasa hambre, empeora su nivel de vida, pierde trabajo y derechos, por mucho que especulativamente nos fascine «el juego» geo-político, es deber hablar de las otras cosas. Por desgracia, siendo como es Crimea central en el mundo AsioEuropeo, en primera y última instancia, el juego va de cómo los ricos se reparten las fichas del casino global. Lamentable.