Rápido apunte sobre el precio del petróleo

Estos días, todo el mundo habla del descenso del precio del crudo y, lo cierto es que poca gente halla una interpretación coherente a este fenómeno. Yo tampoco, y mi orgullo se empieza a resentir por ello. El pasado jueves, una colega de la facultad entró en mi despacho, esperando hallar una respuesta satisfactoria a la cuestión y, la pobre, se fue sin ella. Sin embargo, como siempre ocurre, el hablar y tener que pensar sobre las cosas, te abre la mente. Al menos, ahora tengo alguna intuición.

No sé el porque del descenso -más que descenso, desplome- del precio del crudo, que debe de haber llegado en términos reales al nivel de la segunda mitad de los 1980s. Pero, el jueves pensé lo que, ahora, plasmo aquí. A ver si con estas ideas, alguien encuentra una respuesta satisfactoria.

En una industria, de facto, altamente cartelizada, con una estructura de gobernanza con pocos actores (pocos estados y gobiernos,  y pocas alianzas de empresas transnacionales), el precio sólo puede descender -y mantenerse bajo- por dos motivos: a) por que quienes tienen capacidad de influencia entre este grupo, quieren expulsar a aliados o competencia no deseada; o b) por que se han roto las estructuras de control del precio.

Apunté la primera idea en una entrada anterior, y la segunda en otra titulada. ¿El fin de Arabia Saudí como swing producer?.  Me mantengo en ambas ideas. De hecho creo que uno y otro fenómeno se están produciendo a la vez, retroalimentándose, además.

Sigo pensando, como he apuntado reiteradamente en este blog, que estamos asistiendo a lo que he llamado una desopepización. Es decir el fin de la estructura de gestión de la industria petrolera internacional dominante en la segunda mitad del siglo XX. Como también creo que la forma primitiva con la que se ha acabado con varios de los dirigentes de los países de la OPEP, sumado a la fiebre del petróleo no convencional en Estados Unidos y Canadá, han creado más que un exceso de oferta, una descontrolada oferta de crudo.

De hecho, si sumamos la desestructuración de los mecanismos de gestión internacionales de la industria al barullo de la producción, es fácil de entender que los precios se muevan sin rumbo. Fluctuando, ahora a la baja y, en cualquier otro momento, al alza. Esta afirmación no invalida el hecho, como expliqué hace poco, que en el largo plazo, por definición, porque el petróleo es un recurso finito, los precios del crudo han de tender al alza, a medida que éste se acabe o sea más costoso de extraer.

Dicho todo esto, añado dos ideas adicionales, que esencialmente no contradicen lo anterior, pero señalan a «otros». Es decir, ¿por qué en vez de pensar el problema del precio del petróleo en clave geopolítica, no lo pensamos en términos de las empresas del sector? Así, moviéndonos desde la «tradicional» forma de ver la gestión de los precios del petróleo, tal vez veamos otras dificultades que, me temo, ya estan barruntando algunos de los inversores del sector.

Primer hecho, aunque fuera la crónica de una muerte anunciada, podría ser que ya se estuviera produciendo el estallido de la burbuja del shale gas subprime, como llamé a la burbuja especulativa que ha experimentado el sector del petróleo y gas no convencional, especialmente entre inversores de Wall Street. Ello, aunque lo explica parcialmente, justificaría la aceleración del descenso en los precios del crudo.

El segundo hecho, son las dificultades, cada ves más patentes, de la grandes e históricas empresas del sector, como Shell, Exxon, British Petroleum y sus «tradicionales amigas», para acceder a nuevas y buenas reservas.

De hecho, pensando en ello, ya, en la paz del veraneo, escribí, siguiendo las ideas de Naomi Klein, algo parecido a: ¿qué inversor/a o pensionista querría comprar unas acciones para asegurarse una rentabilidad constante o creciente futura, ¿invertiría en una empresa cuya base del negocio es un recurso en extinción?

Hoy, después de la incertidumbre sobre qué empresas controlarán los buenos y rentables yacimientos de Oriente Medio en el futuro, y después del bluff de Shell en el Ártico, finalmente, de la la paralización del KeystoneXL, y de las crecientes voces que abogan por llevar a juicio a Exxon por haber escondido los efectos del cambio climático, esta idea de un negocio basado en un recurso en extinción puede estar cobrando fuerza en determinados ámbitos. De hecho, de forma muy optimista, un amigo mío dice que nos hallamos frente a un negocio en liquidación.

Yo no soy tan optimista como él, pues si algo han demostrado las empresas de la industria petrolera internacional es su capacidad de supervivencia; pero francamente creo que no están pasando un buen momento. Ellas lo saben y sus inversores también.

Por todo ello, podría ser que este descenso de precios lo que este anunciando es una nueva gran oleada de quiebras, alianzas, fusiones y adquisiciones del sector, que nos deje temblando a todos. Pues ante un escenario como el actual, si las empresas históricas no pueden acceder a nuevos yacimientos sólo les queda una opción para que no se hunda su eterno negocio, apropiarse del de los demás y aumentar todavía más, si cabe, su poder de monopolio con el fin exclusivo de mantener la rentabilidad de sus acciones.

Veremos….

 

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