Creación y destrucción del Oriente Medio petrolero occidental (1)

Desde hace unos par años que me ronda una idea por la cabeza. Me dedico a ella en mis ratos libres, pero como conseguir encontrar la información, leer y metabolizar es un proceso largo y laborioso, no sé si alguna vez seré capaz de desarrollar este pensamiento hasta el final. Por ahora, empiezo con el número uno de la serie.

Repasando entradas antiguas del blog, veo que en junio del 2014, ya hice un primer pinito sobre esta cuestión. Cuestión, que no es otra que la de la relación entre cómo se fijaron las fronteras de Iraq en 1925 y cómo se otorgaron las concesiones petrolíferas a la Turkish Petroleum Company (TPC) , antecesora de la Iraq Petroleum Company (IPC), y núcleo fractal del posterior reparto que las Siete hermanas y la Compañía Francesa de Petróleos (CFP) realizaron en Oriente Medio.

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Deseo, en entradas sucesivas de esta serie que hoy inicio, ir desgranando algunos de los pormenores de la compleja historia de la creación de la TPC y de cómo Oriente Medio se convirtió en región petrolera. Ahora, sin embargo, para empezar me gustaría explicar por qué este tema me interesa.

Cuando en 2003, la coalición liderada por Estados Unidos invadió Iraq, derrocó a su Presidente, Saddam Hussein, e impulsó una nueva constitución en 2005, internamente, abrió la puerta a la desintegración de una frágil, pero estable, arquitectura institucional. Y, externamente, marcó un punto de inflexión -para mi definitivo- en la industria petrolera internacional, que ha supuesto el fin del orden energético internacional del Siglo XX. Muestras de ello las tenemos en el mismo Iraq, donde nunca hasta esa fecha habían entrado inversores o se realizaban contratos con empresas fuera del ámbito de las grandes empresas petroleras internacionales privadas y occidentales, mientras que  desde el segundo lustro del Siglo XXI, más del 60% del petróleo se exporta hacia Asia, un 20% de los yacimientos están bajo control de empresas petroleras Chinas y otro tanto bajo el control de empresas no occidentales, al tiempo que se ha producido un florecer de la producción de petróleo y de gas de la mano de empresas petroleras medias de diversas nacionalidades, en un norte de Iraq, prácticamente seccionado, kurdo y que incluye la Región de Mosul, de la que hoy hablaremos en esta entrada. (Por cierto, que haciendo un paréntesis en este relato, recomiendo, a este respecto, el excelente y bien documentado artículo Under the Mountains: Kurdish Oil and Regional Politics de Robin Mills para el Oxford Institute of Energy Studies).

La creación del Iraq contemporáneo es el resultado de la desintegración del Imperio Otomano y de los tratados posteriores a la Primera Guerra Mundial. El trazado definitivo de sus fronteras fue un proceso largo y complejo que se inició en la Conferencia de Paz de París, cuando se estableció que a la espera de los tratados definitivos, Mesopotamia -como Siria y Palestina- quedaría bajo el mandato de las potencias Europeas. Estos mandatos se otorgaron en La Conferencia de San Remo (1920) y se estableció que Siria quedaría bajo protección francesa, mientras que Palestina y Mesopotamia, quedarían bajo el manto británico. Luego, en el Tratado de Sèvres, también del año 1920 se fijaron unas fronteras, que por lo que al norte de Iraq se refiere, incluían a la región de Mosul «con ciertas variaciones».

La cuestión de Mosul ya era espinosa entonces, pues en el acuerdo de reparto del territorio del Imperio Otomano, el Acuerdo Sykes-Picot, que británicos y franceses realizaran en 1916, con la guerra todavía en marcha, previendo la extinción del Imperio, esta región quedó bajo área de influencia francesa. Pero, en el Tratado de Sèvres, que nunca se llegó a aplicar, esta región quedara «con ciertas variaciones» bajo mandato británico.

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Este problema territorial se complicó todavía más, cuando después de que en 1921, la Sociedad de Naciones dictaminara que un sólo monarca, el Rey Faisal, gobernaría todo el territorio de Mesopotamia, ya reconvertido a Iraq, los británicos, en 1922, firmaron un acuerdo con él según el cual ambos, el Rey Faisal y los británicos, se comprometían a no ceder ni un palmo de territorio iraquí, al que se le sumaba la región de Mosul, a pesar de que años después Lord Curzon, el negociador británico en Lausana, aceptara que el único punto minado es el trazado de la frontera norte de Iraq, cuyos límites no han sido todavía legalmente fijados por las Potencias aliadas.

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La Conferencia de Lausana celebrada en los años 1922 y 1923, infructuosamente, se centró en el trazado de las fronteras, no de Iraq, sino de Turquía, puesto que el nuevo gobierno de Kemal Atatürk -posteriormente padre fundador de la Turquía laica moderna, que hoy también se tambalea- no sólo no reconocía los acuerdos del Tratado de Sévres, sino que reclamaba la inclusión de la región de Mosul en la nueva Turquía. En toda esta negociación de dos años, al menos por lo que se deduce de la correspondencia de Lord Curzon durante la misma, el escollo -insalvable- fue Mosul.

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Al final, la cuestión de las fronteras se resolvió en el año 1925, con un laudo de la Sociedad de Naciones, que más que laudo, parece mercadeo, puesto que Turquía renunció a sus aspiraciones sobre la región de Mosul, a cambio de recibir durante 25 años el 10% de los royalties del petróleo que la Turkish Petroleum Company -que convenientemente se renombró entonces, Iraq Petróleum Company- extraería en esa región.

Así, la existencia territorial de Iraq, como la de la mayoría de países surgidos por la desintegración del Imperio Otomano, se debe a un diseño, que a veces pareciera improvisado, de los vencedores de la Primera Guerra Mundial. Estas son las fronteras que, hoy, se desintegran.

La cuestión, sin embargo, va mucho más allá, pues como se puede intuir por la existencia del trueque de territorio por royalties del petróleo, queriéndolo o no, estas fronteras, especialmente las de Iraq, están intrísecamente enlazadas con el mapa de las concesiones petroleras que reclamaba para sí la TPC. Éstas, al final quedaron en el seno del flamante Iraq, dejando a Turquía sin una una gota de crudo.

Leyendo la documentación depositada en los archivos es muy difícil -al menos con lo que llevo visto y leído- afirmar que las fronteras de Iraq se fijaron exclusivamente para satisfacer los intereses de la TPC, pero sí que es cierto que estas fronteras no se fijaron definitivamente, hasta que un laudo de la Sociedad de Naciones incluyó a la región de Mosul en ellas . Como también es cierto que hay una coincidencia cronológica entre la fijación de estos límites territoriales y la adjudicación definitiva de las concesiones petrolíferas en las regiones de Bagdad y Mosul a la TPC.

Como veremos en la siguiente entrada de esta serie, dedicada a la historia de la TPC, esta concesión fue prometida, pero nunca otorgada, pocas semanas antes de que se declarara la guerra. Quedó en el aire, como lo quedaron las fronteras de Mosul, pero como se puede leer en la primera edición del Iraq Petroleum Company Handbook (1948), fue también en 1925 (mismo año del laudo), cuando después de unas largas negociaciones iniciadas en 1923 (mismas fechas que la Conferencia de Lausana), la promesa realizada por el Visir antes de la contienda bélica se convirtió en una concesión definitiva para la TPC.

Sin entrar ahora en el jugoso relato de estas concesiones, sólo con el relato de estos hechos queda patente  que en Iraq se establecieron a la vez, las fronteras, las concesiones petrolíferas y el germen de su principal instrumento de intervención pública: la IPC. Pues, aunque todavía tuvieran que pasar unos años para su completo funcionamiento, desde que en 1927, brotara petróleo de un pozo cercano a Kirkuk, las bases de la unidad política -un presupuesto centralizado que distribuyera por todo el territorio los ingresos obtenidos con el pago de royalties o venta del petróleo- quedaron establecidas.

Por todo ello, desde el mismo momento del nacimiento de Iraq, en él, unidad territorial, compañía petrolera nacional -privada o pública- y unidad política son los tres vértices de una misma cosa. De ahí, que en todos los casos, destruir uno de los vértices, lleva a hacer tambalear a los otros dos. Como de hecho, ocurrió.

Desde el punto de vista de la historia de la industria del petróleo internacional, el caso de Iraq, como se entenderá cuando se explique el papel jugado por la TPC, es muy relevante, pues en su territorio se gestó el núcleo de lo la industria petrolera internacional (anglo-americana-occidental) del Siglo XX. Y, por ello, el desmembramiento de Iraq, también ha de suponer su fin; al menos, en su forma actual. Esto va más allá de la despopepización de la que he hablado en otras entradas, es un cambio mucho más radical, que implicará -o ya está implicando- una transformación profunda del orden petrolero internacional.

 

La geopolítica de las renovables

El pasado 18 de abril, esglobal, con el apoyo de la Comisión Europea, celebró en la sede de las Instituciones Europeas en Madrid un taller sobre la geopolítica de las renovables. Esta fue una excelente iniciativa de la Directora de esglobal, Cristina Manzano, que consistió en un seminario en el que varios profesionales del medio, periodistas y académicos expresamos nuestra visión sobre cuál podría ser – o si sería- la nueva geopolítica de las renovables, y en un posterior taller de formación para jóvenes estudiantes de periodismo. La experiencia me gustó mucho.

Al cabo de unos días, esglobal nos pidió nuestra contribución por escrito con el fin de elaborar un monográfico online sobre esta cuestión. Hoy, 5 de julio -fecha en la que, aunque nada tenga que ver con lo que aquí escribo, se celebran los 54 años de la independencia de Argelia- se ha publicado, digitalmente, esta monografía. Os la recomiendo toda, pero, aquí, en este blog adjunto el enlace a mi contribución, titulada La jerarquización del poder global por la energía. Veréis que es una aproximación histórica a esta problemática.

Hace mucho que no publicaba nada en Nuevas Cartografías de la Energía. Deseo que esta entrada sea el inicio de su nueva etapa, después del parón de este curso; como deseo, también, que el enlace que aquí os dejo, os guste.

¿Para quién legisla el Ministro Soria?

Aunque desde el 19 de agosto debo la cuarta entrada de la serie «Financiar la transición», en mi regreso voy a aprovechar la información que estoy recopilando para la elaboración colectiva de un nuevo informe del Seminario Taifa.

Estos días pasados se ha hablado mucho del nuevo cambio legislativo impulsado por el Ministro Soria con el fin de dificultar el llamado autoconsumo eléctrico. Es vox populi que este ministro, desde el inicio de su mandato, está promoviendo cambios en la ordenación del sistema eléctrico que favorecen a unas pocas; las pocas eléctricas agrupadas en UNESA y que constituyen el oligopoly. Ello es cierto, pero muy matizable.

Saskia Sassen en su libro Territorio, autoridad y derechos explica que la globalización consiste en que los estados nacionales desnacionalicen, ayudando a crear redes transfronterizas. que conectan piezas ubicadas en el interior del territorio de los países. en el marco de proyectos globales. Por ello, la globalización no implica la desparición del Estado, sólo supone que éste modifica su función: legisla para desnacionalizar lo que se construyó como nacional, asegurando, así, que dentro las fronteras del territorio se darán las condiciones para que determinadas actividades se integren en «lo global». Este nuevo tipo de estado, explica el auge del poder ejecutivo y la judiciciarización de la vida política, en detrimento de las cámaras legislativas (alta y baja).

Regresando a las eléctricas, y aplicando lo que nos cuenta Saskia Sassen a nuestra realidad, podemos empezar a responder a la pregunta que encabeza la presente entrada del blog. En España es bien sabido que la política energética está en manos del ejecutivo, pues mucho se lleva, en este país, legislando a «golpe» de decreto. Lo que está menos analizado es si estos decretos energéticos han servido para desnacionalizar el sector eléctrico nacional. Dicho de otro modo, ¿el Ministro legisla para UNESA o para que ésta se convierta en una pieza más -ubicada en territorio ibérico- de en un proyecto global más amplio?

Los datos que he estado mirando estos días lo indican. De forma precaria, imperfecta e imprecisa he estado analizando quienes son los propietarios, los accionistas, de las cinco empresas asociadas en UNESA: Iberdrola, Endesa, Gas Natural Fenosa, Viesgo y EDP. Empresas, que en la actualidad tienen, según los datos de OMIE, el 65,45% de la cuota de la energía eléctrica en España.

La forma precaria, imperfecta e imprecisa de lograr esta información ha sido buscar la información, que sobre sus accionistas hay, en la base de datos AMADEUS (sólo quién pertenezca a una institución que la tenga contratada podrá acceder a ella). Esta información de pago, pero pública, no es exhaustiva, pues en muchos casos, aunque aparece el nombre, nacionalidad y tipo de accionista, no aparece su porcentaje de propiedad. Por otra parte, visto que. de partida, las empresas de UNESA, salvo aparentemente Iberdrola, pertenecen a una empresa extranjera (ENDESA a ENEL, Gas Natural Fenosa, en un 50% a ENI, Hidroeléctrica del Cantábrico a EDP y Viesgo a E.On), es difícil determinar con exactitud quién es accionista de quién. Así que he hecho lo que he podido para agrupar la información en dos categorías: a) el país en el que los accionistas registran su inversión, y b) el tipo de inversor que dicen ser.

Si la información que he recogido fuera representativa de la realidad,veríamos que «nuestro» Soria, que debería defender nuestro interés general, legisla para intereses particulares, financieros, allende nuestras fronteras. Veámoslo.

En los dos gráficos siguientes vemos de dónde y de qué categoría son los accionistas con participación directa en alguna de las empresas de UNESA.

Fuente: base de datos AMADEUS y elaboración propia

Fuente: base de datos AMADEUS, boletín mensual OMIE y elaboración propia

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Fuente: base de datos AMADEUS, boletín mensual OMIE y elaboración propia

A primera vista, queda claro. Casi tres cuartas partes de los accionistas directos de las empresas asociadas en UNESA  están registrados en el extranjero. Siendo, si exceptuámos el caso de Italia por el Ente Naziole Idrocarburi (ENI), Luxemburgo el segundo «gran» accionista de las asociadas de UNESA.

El tipo de accionistas de las eléctricas, como apunta el segundo gráfico, son fundamentalmente compañías del sector bancario, financiero o equivalente. De hecho, si se tiene en cuenta que buena parte de la categoría «S», correspondiente a inversión guberanamental o estatal, es inversión a través de los fondos soberanos, diremos que casi dos tercios de los accionistas pertenecen a estas categorías. Por otra parte, la categoría «C» es confusa, pues en ella podemos encontrar desde otras empresas energéticas como Repsol o ENI a fondos como Blackrock o Qatar Holding,

Los gráficos que siguen complementan esta información. Éstos reflejan la tipología de quienes poseen acciones de las empresas asociadas en UNESA, pero no son sus «propietarios» directos.

Fuente: base de datos AMDEUS, boletín mensual OMIE y elaboración propia

Fuente: base de datos AMDEUS, boletín mensual OMIE y elaboración propia

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Fuente: base de datos AMADEUS, boletín mensual OMIE y elaboración propia

Estos gráficos refuerzan lo anterior. A destacar que los accionistas de Qatar aparecen como singularizados, por detrás de los luxemburgueses y que los inversores de Estados Unidos surgen con más fuerza. También confirman que los inversores financieros pesan más que los del sector productivo. Refuerza todavía más esta conclusión el hecho de que, aunque con filiales ubicadas en distintos países,  entre los principales inversores en Iberdrola y Endesa (a través de Enel) se cuentan los fondos soberanos de Qatar y los de BlackRock, una de las principales empresas privadas de gestión de inversiones europeas.

Por tanto, ¿qué nos dicen los datos acerca de para quién legisla el Ministro Soria?

Entendiendo que decir que el ministro legisla para la eléctricas, equivale a decir que legisla para sus propietarios -accionistas del sector bancario, financiero o propietarios de planes…- la conclusión es evidente: cada vez que el ministro promueve un decreto, lo hace  para engrandecer los dividendos de los bancos o la rentabilidad de inversores como BlackRock o como el holding qatarí domiciliado en Luxemburgo, pues esto es lo que hoy en día es UNESA.

Evidentemente a estos accionistas poco les importa si los ibéricos tenemos un buen o un mal servicio de electricidad, aunque mucho les interese la rentabilidad de los activos y actividades energéticos ubicados y desarrolladas en España y Portugal. Dicho de otro modo, el ejecutivo español promueve legislación para que del oligopolio eléctrico extraiga dividendos locales, que irán a parar a fondos de inversión globales. Si no es lo mismo, se parece mucho a lo que nos dijo Saskia Sassen.

Especulando sobre los cambios en ARAMCO

Ayer y hoy, la prensa nos informa de los cambios que se están produciendo en Arabia Saudí y, en concreto en ARAMCO. Este acrónimo que, como ya he explicado en otras ocasiones, significa ARabian AMerican (Oil) COmpany. De facto, la creación de esta compañía fue el efecto colateral de los Acuerdos de San Remo (1920) en los que británicos y franceses se repartieron el control del petróleo del recientemente extinto Imperio Otomano. Británicos y franceses estaban interesados en los yacimientos de Persia y Mesopotamia, y lo que hoy es Arabia Saudi quedó fuera de este reparto. Es por ello, que cuando las empresas estadounidenses reclamaron su parte «del pastel» se les otorgó ese gran pedazo de desierto.

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Fuente: ARAMCO

Hace unos años leí un libro titulado Dios, oro y petróleo : la historia de Aramco y los reyes saudíes de Anthony Cave Brown; que me perdone el autor, pero no es un gran libro, sin embargo explica muy bien una cuestión. Al leerlo se entiende a la perfección que la creación de la moderna Arabia Saudí y de la monarquía que la creó, la iniciada por Abdelaziz bin Saud, ha ido pareja a la creación de ARAMCO. Desde este punto de vista, el  término petromonarquía cobra su pleno sentido. Una petromonarquía no lo es porque ésta gobierne un país rico en hidrocarburos, sino porque su razón intrínseca de ser es el petróleo. El  petróleo fue la razón por la que en la recomposición de Oriente Medio que ocasionó el desmembramiento del Imperio Otomano, se trazaron ciertas fronteras y se crearon determinados estados; la custodia del petróleo y la necesidad de un interlocutor local fue la razón por la que se apoyaron a unos señores feudales como los Saud, en detrimento e otros; y el petróleo ha sido el principal instrumento de intervención pública de estas monarquías. Es más, en casos como el saudí, en el que, de facto, ARAMCO es propiedad del monarca, es él mismo, quien con lógica feudal, marca el reparto de la renta entre sus súbditos y entre las distintas «familias» reales.

De ahí que piense que una reestructuración de ARAMCO es una reestructuración del poder. No soy saudióloga, pero en un momento como el actual, estos cambios podrían darnos pistas sobre los misterios de la sucesión saudi en un momento tan delicado, como escribe hoy Lluís Bassets, con Arabia Saudí en guerra en Yemen y con creciente protagonismo en la región y en el mundo, gracias a su vocación de liderazgo árabe frente a Irán y su capacidad para actuar sobre los precios del petróleo. 

Si aquello que dice Bassets,hoy -que apunta a Mohamed bin Salmán al Saud (MBS) como segundo en la línea de sucesión-, se une con lo que nos decía Ángeles Espinosa, ayer -que MBS presidirá el flamante consejo supremo de ARAMCO-, pocas serán las dudas sobre quién será uno de los hombres fuertes del reino saudí. Es más, en su artículo A. Espinosa apunta la posibilidad de que la cartera ministerial del petróleo vaya a pasar a un miembro de la familia real. Según esta corresponsal esta noticia sería una novedad, ya que tradicionalmente se consideraba que dar ese puesto a un miembro de la realeza afectaría al delicado equilibrio del poder entre las distintas ramas de la monarquía.

Yo, me pierdo entre los actuales descendientes de los 45 varones que el fundador de la dinastía tuvo con sus 22 esposas, pero todos estos cambios me sugieren dos cuestiones. La primera es interna, y tiene que ver con la lógica de funcionamiento de un estado -o monarquía- rentista y distribuidor. La segunda, por el contrario es externa y tiene que ver con los cambios que deben de estarse produciendo en la estructura de gobernanza internacional del petróleo.

Sobre la primera cuestión, la experiencia indica que cuando entre los círculos del poder se modifican los criterios de distribución de la renta (de los ingresos recibidos por la venta del petróleo en el exterior), emergen batallas –inter pares– fratricidas. Ante ello, los distintos grupos en conflicto (sean ramas de la familia al Saud o clanes en otros lugares) buscan la complicidad de una población que, hasta ese momento, había sido ninguneada como sujeto político. Es por ello que sorprende que en la misma página de El País de ayer se nos diga que se están produciendo cambios en ARAMCO y que las mujeres saudíes, después del verano, podrán votar por primera vez en la historia. Como se pueden imaginar estoy encantada de que las mujeres puedan votar, en Arabia Saudí y en cualquier lugar del mundo, pero esto me recuerda demasiado a cuando en Argelia, a finales de los 1980s, ante una gran crisis de legitimidad -y de desacuerdo entre los clanes del poder- del régimen, se decidió que el pluripartidismo y las elecciones restablecerían la legitimidad perdida. Lo sé, suena raro, pero es lo que me vino a la mente, ayer.

La segunda cuestión que me vino al espíritu, no es en clave interna, sino externa. Como he apuntado en entradas anteriores, algo está ocurriendo en la estructura de gobernanza internacional del petróleo. Para mi, el último descenso de los precios, así lo atestigua. En mi opinión, aunque se han formulado muchas especulaciones sobre el porqué y las consecuencias de este descenso de precios, hay una tema que se ha tratado poco. Este es la necesidad de acomodar la actual estructura de gobernanza a la nueva realidad del «mercado» del petróleo.

Hasta día de hoy, el poder de la industria petrolera internacional estaba controlado, fundamentalmente, por los intereses petroleros estadounidenses, bajo el paraguas de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), y por los de Arabia Saudí, bajo el paraguas de la OPEP.  El reciente descenso de los precios, como intenté esbozar en unos pocos gráficos, apunta a que están desapareciendo los paraguas (las alianzas de Estados Unidos con el resto de países consumidores en el seno de la IEA, o si se prefiere la OCDE, y las alianzas de Arabia Saudí en el seno de la OPEP), pero que el poder y la alianza petrolera de Estados Unidos y de Arabia Saudi se mantienen intactas desde la creación de ARAMCO. A mi modo de ver, aquí, lo que no se mantiene intacto es la emergencia de China y de algunas de sus principales compañías petroleras, como principal cliente de esta compañía y de otras de la región. Ya lo dije, pero lo vuelvo a repetir, en la actualidad casi el 75% del petróleo que sale de Oriente Medio pasa el Estrecho de Ormuz y el de Malacca, hacia el Pacífico.

Ante ello, y ante el inmenso mercado que se abriría en China para las grandes compañías petroleras internacionales, los cambios que están ocurriendo en ARAMCO también podrían tener que ver con el diseño de una nueva estructura de gobernanza internacional del petróleo, en la que el poder de Estados Unidos y Arabia Saudí se mantendría, pero se considerarían las necesidades de China. Una nuevo orden petrolero, gobernado a tres bandas, en la que la OPEP y la IEA perderían sentido. Si esta especulación fuera cierta, tal los cambios en ARAMCO podrían tener que ver con ello: con la necesidad de un nuevo timonel no lastrado por alianzas y conflictos anteriores y capaz de abandonar definitivamente el barco de la OPEP.

En fin, todo son especulaciones, pero para esto sirven los blogs, ¿no? Aunque…¿y si fuera verdad?

Infraestructuras energéticas, ¿la gran estafa?

Hoy en el The Guardian se puede leer que se ha prohibido las prospecciones y la fractura hidráulica en un 40% del territorio que previamente estaba autorizado. En el artículo se muestran unos mapas, de los que aquí sólo muestro el primero, que te dejan helada.

Fuente: The Guardian

Fuente: The Guardian

Este mapa nos dice que se pensaba ofrecer el 60% del territorio del Reino Unido a las empresas concesionarias para que intentaran extraer gas o petróleo de él. Efectivamente, no soy geóloga ni ingeniera; es más, pertenezco a una de las disciplinas que se ha mostrado como de las menos fiables del mundo, pero mi opinión es que una cosa así es de locos ¿De verdad, a alguien se le ocurre que el 60% del territorio de un país puede contener suficiente gas y petróleo de calidad, como para justificar que su suelo se agujere como un queso de Gruyère?

Francamente me cuesta creer, y no tengo ninguna buena opinión de ellas, que compañías energéticas «serias» quieran entran en este juego. Y entonces, viene la pregunta, ¿si no son ellas, quiénes son?

Yo, claro está, no lo sé, pero esta historia que hoy he leído en este periódico británico, me ha recordado la del no nato petróleo de Canarias. Sempiterno petróleo de la región -ya en 1959 CEPSA, después de la renuncia de la Empresa Nacional Minera del Sahara, inició unas prospecciones en el Sahara, que acabaron en nada-, que nunca acaba de aparecer y que tradicionalmente azuza las discusiones sobre el Sahara y entorpece las relaciones con Marruecos.

Fuente: REPSOL

Fuente: REPSOL

La historia de este supuesto petróleo merecería otra entrada en este blog, pero lo que yo hoy quería expresar es el estupor que me causa la proliferación de permisos para hacer cosas quiméricas (explorar el 60% del Reino Unido), cosas que en el pasado ya se probaron inviables (el petróleo de Canarias) o cosas que no se sabe si funcionarán adecuadamente (depósito de gas Castor).

Frente a esta clase de estupideces energéticas, normalmente tendemos a culpar a las grandes empresas del sector, en el caso de Canarias a Repsol; pero la última vez que estuve por Madrid, por sus mentideros se comentaba que Repsol se había visto fuertemente presionada para ir a Canarias y para realizar las costosísimas prospecciones.

Hasta esa fecha, entre mis hipótesis estaba pensar que lo del petróleo de Canarias se acabaría como lo de Castor: se nos diría que la empresa contaba con un tipo de volumen y negocio no realizado, que éste se había tenido que parar por las presiones de l@s ciudadano@s y que, por tanto, se les tenía que indemnizar, cada vez que llenáramos el depósito de gasolina. Pero, me equivoqué, pues no ha sido exactamente así. Es más, ha sido Repsol quién ha decidido parar y parece que el ministro Soria, ahora, quiere multar a esta empresa con 5 millones de euros. Ello confirma, a) la hipótesis de que Repsol desde el principio no apoyó esta historia y, mucho más interesante, b) que el ministro, como en el caso de Castor, quiere sacar dinero de una operación fallida ¿Por qué? y ¿Para quién?

Se puede criticar a Repsol desde muchos puntos de vista, sobre todo porque su fuente de negocio es la extracción, transformación y comercialización del petróleo, pero por lo mismo, nadie puede decir que es un empresa que -aunque cada vez está más dominada por «los banqueros»- no conozca este negocio. Lleva décadas en ello, y sin ser de las súper grandes del mundo, no le ha ido mal. Es por ello que me escama que el ministro dude de su criterio: si Repsol dice que no hay petróleo rentable, es que no lo hay. Digo yo, que para saber esto se harán las exploraciones y prospecciones, ¿no? Entonces, ¿a qué viene multar a Repsol?

Pensando en todo ello, me he acordado de otras cosas inexplicables. Cuando el Presidente Bush Jr. decidió atacar e invadir Iraq, las grandes empresas petroleras internacionales salieron perdiendo, no así quién construye sus infraestructuras como Halliburton; cuando ocurrió lo del depósito de gas Castor,se indemnizó a quién realizo las infraestructuras, ACS. Así que puestos a mal pensar, no estaría de más saber qué infraestructuras asociadas estaban detrás del petróleo canario o para quiénes son los 5 millones de euros que el ministro reclama a Repsol.

No sé si se quería dejar el territorio del Reino Unido hecho un colador por las mismas razones, pero en esta parte del mundo, sabemos mucho de infraestructuras inútiles, cuyo objetivo se acaba en su mera realización. Por ello, cada vez me inclino más a pensar que un factor al que los analistas energéticos también deberemos prestar atención es la existencia de estas tipo empresas.

Puede que mi imaginación se haya desbordado y mi conjetura esté en las antípodas de la realidad, pero cuanto más lo pienso más sentido le veo. En fin…,esperar y ver si gracias a la reciente bajada de los precios del petróleo, se ponen en evidencia otros pelotazos de este tipo.

¿El fin de Arabia Saudi como swing producer?

El pasado 27 de noviembre concluyó en Viena la ciento sexagésima sexta conferencia de la Organización de Países Productores de Petróleo. Hoy, la prensa y medios internacionales amanecieron desconcertados por una decisión, que si debo fiarme de mi instinto y capacidad para leer entre líneas, no contenta a los países consumidores, especialmente a determinados sectores de Estados Unidos.

Según leo en la nota de prensa de la OPEP, esta organización acordó mantener la producción a un nivel de 30 millones de barriles al día; lo que supone regresar a su nivel de producción de diciembre de 2011. Ante ello barrunto cierto descontento hacia la OPEP, por ser tan poco solidaria con el resto y no atajar el desplome en los precios del crudo, en un momento en el que, como muestra el gráfico adjunto, nos encontramos ante un exceso de producción.

Fuente: EIA

Fuente: EIA

Cabe recordar que esta coyuntura se da en un contexto en el que la OPEP sólo tiene un 30% de la cuota del mercado mundial, lo que significa que el 70% del crudo que hay en el mercado proviene de otros territorios del mundo; y en un contexto en el que la producción de petróleo estadounidense, desde Septiembre 2005, se ha más que duplicado, a la vez que sus importaciones de crudo se redujeron drásticamente. Por tanto, quede claro que lo que se le pide a la OPEP, como siempre ha hecho, es que reajuste lo que otros hacen. Lo que en la jerga se llama hacer de swing producer.

Muchos medios, como el Financial Times sostienen que la OPEP ha adoptado esta actitud para contrarrestar el efecto pernicioso que la profusión de petróleos no convencionales está teniendo sobre su capacidad de ejercer su supuesto poder de mercado. Ésta afirmación es divertida, pues significa que: a) no se está contento con la OPEP por que está haciendo lo que siempre se le había culpado de no hacer (permitir que los precios del petróleo bajaran) y, b) es admitir tácitamente que el sector del petróleo no convencional no puede sobrevivir si los precios son bajos, pues no cubrirán los costes de extracción. Aunque sólo sea por esto último, la OPEP ha tenido una victoria moral.

Dicho esto, en una situación tan confusa como esta, parece apropiado pensar en quienes pueden ser los ganadores y perdedores de este descenso de precios del petróleo, para intentar averiguar quién podría estar detrás de la situación actual.

Ni a los países de la OPEP ni a otros, como Rusia, esta situación les favorece especialmente, pues son economías cuyos ingresos dependen casi exclusivamente de sus exportaciones de crudo.

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Ahora, aquí no todos son iguales, pues algunos países como Argelia se verán muy perjudicados si el precio del crudo baja por debajo de los 80-90$/br, mientras que otros, como Kuwait tienen margen para soportar el descenso de los ingresos por exportación. Es más, el extraordinario desarrollo que en los últimos años han tenido los Fondos Soberanos (fondos de inversión estatales, que operan en los mercados financieros internacionales y se nutren de petrodólares), hace que algunos países exportadores de petróleo, puedan compensar la pérdida de ingresos obtenidos con la venta del petróleo, con las rentas obtenidas con sus inversiones a escala planetaria. Por ello, podría ser que la bajada de precios, sin beneficiar a los países exportadores de petróleo, en el corto plazo fuera tolerable para este grupo de países. Este sería un argumento que apoyaría la hipótesis, no de que el descenso del precio del crudo se debe a una actuación de la OPEP, pero sí de que su permanencia en el tiempo es debida a su falta de actuación.

Otro gran grupo de actores en este juego son las empresas del sector. Aquí valoraremos dos grupos de ellas, las tradicionalmente grandes empresas privadas transnacionales del sector, domiciliadas en Occidente, y las nuevas productoras de petróleo y gas no convencional estadounidenses. En este blog, ya hicimos unas reflexiones sobre las primeras, que llevarían a pensar que el descenso de los precios del crudo, para ellas, ahora, es realmente problemático, pues como ya se explicó, la principal fuente de negocio de las majors tradicionales es la venta de crudo. Prueba de ello son los datos que proporcionan Bichler & Nitzan en su última actualización de Energy Conflicts and Differential Profits, donde se observa que en este último año de descenso de los precios del petróleo, las empresas petro-core (British Petroleum, Chevron, Exxon, Mobil, Royal-Dutch/Shell and Texaco) han visto menguada la rentabilidad de sus activos. Esta rentabilidad todavía se verá más reducida si las acciones de estas empresas se siguen desplomando, como hoy lo han empezado a hacer.

Por lo que se refiere a las extractoras y comercializadoras de petróleo no convencional, este desplome de precios podría significar el estallido de la burbuja. Lo comentamos también en una entrada anterior. Y, a tenor de los comentarios de la prensa de hoy, parece evidente que el sector no podrá sobrevivir si siguen estos bajos precios.

Ante ello, parece bastante obvio que a las empresas occidentales del sector este descenso los perjudica considerablemente. Aunque, en opinión de quién escribe, ha sido la entrada en escena, de forma desordenada, caótica, casinística y especulativa, la que ha ocasionado la fiebre del petróleo, que ahora ocasiona el exceso de oferta mundial.

Por último, falta ver si en los países llamados consumidores, la actual situación nos conviene, o no. Es difícil, pues al menos, hay tres aspectos a considerar: a) el impacto sobre los costes energéticos para el consumidor final, b) el impacto sobre la balanza de pagos, y c) el impacto sobre el poder o la posición que puedan tener en el seno de la industria petrolera internacional.

El primero de estos puntos, aunque debiera, depende poco de los precios actuales del petróleo, y más del poder de monopolio que tengan las empresas suministradoras locales. Pensando en otros episodios similares en el pasado, es fácil adivinar que en algo bajará en precio del combustible, pero mucho menos que el precio del crudo. En los países consumidores occidentales, es muy probable que ello vaya así. Pero, hoy en día, los países importadores de petróleo -llamados países consumidores– ya no sólo son países de la OCDE. De hecho, el mapa adjunto muestra que el grueso del crudo de la OPEP se dirige hacia Asia. Siendo mucho más relevante el tráfico por los estrechos de Ormuz y de Malacca, que por el Canal de Suez.

StraitsTenemos menos experiencia histórica sobre cómo podrían actuar las empresas energéticas de las «otras» economías, pero pudiera ser que sí que trasladaran el menor precio del crudo a los consumidores finales (empresas no energéticas y familias). Si ello ocurriera, el descenso de los precios del crudo tendría un efecto asimétrico: escaso en la de la OCDE -salvo Japón, tal vez- y significativo en el resto del mundo consumidor.

El segundo aspecto, el impacto sobre la balanza de pagos es discutible también. Pues si bien es evidente que este descenso de precios debería disminuir la abultada factura exterior energética de países como España; también lo es que si se generan menos petrodólares, podrían disminuir las entradas de capital, que ayudan a equilibrar la balanza de pagos. Personalmente, me parecería perfecto que nuestras empresas dejaran de acudir a la Qatar Foundation o al Mudabala de los Emiratos Árabes Unidos para financiarse, pero esta es la realidad de hoy. Por ello, está por ver el efecto final en la factura exterior total.

Falta el tercer aspecto, lo que podría significar el descenso de precios sobre el poder de determinados actores, fundamentalmente de Estados Unidos, en la escena petrolera internacional. Como dije en la entrada el «milagro» de los precios del petróleo, lo que realmente está en juego en la partida petrolera actual no es la cantidad de petróleo importado, ni si el precio es alto o bajo; lo que está en juego es si alguien se encuentra en la posición en la que unilateralmente pueda influir sobre los precios mundiales, en función de sus propias necesidades. En mi opinión, esto es lo que buscaba el gobierno de Estados Unidos permitiendo el auge el shale gas y oil: recuperar una posición geo-energética privilegiada en la escena internacional. He repetido varias veces que, ello, es un farol. Siguiendo esta lógica, podría estar ocurriendo que se estén poniendo las cartas sobre la mesa y que se descubra que en vez de un póquer de ases, sólo se tenía la pareja de sietes.

A las dudas ya existentes sobre el volumen real y sobre la perdurabilidad de las reservas de petróleo y gas no convencional en Estados Unidos, el episodio de precios actual, muestra dos nuevos factores, probablemente no valorados cuando se inició la partida.

El primero, es algo que nos muestra la historia de la industria del petróleo internacional. Desde sus orígenes en el Siglo XIX, la extracción y comercialización individual, desorganizada y tipo «fiebre del oro» -como la de Dakota del Norte de hoy en día- ha generado una gran volatilidad en la oferta de crudo, ocasionando que el «mercado» funcione de forma más parecida a una montaña rusa, con periodos de abundancia y escasez sin relación con la demanda del mismo, que de forma estable. Es por ello que la industria petrolera internacional tiende a la cartelización, expulsando territorios y competidores no deseados. No es bonito, pero así se organizó la industria petrolera internacional durante el reinado de las siete hermanas, y durante el régimen del tándem Agencia Internacional de la Energía y OPEP, donde quedaba claro que los acuerdos se realizaban entre las empresas de los países exportadores y las de los países consumidores de la OCDE. Hoy, el fenómeno del shale en Estados Unidos, ha dinamitado estos acuerdos.

También los ha dinamitado el segundo factor: la expansión de países importadores de petróleo, o si se quiere, el hecho de que no sólo las empresas de los países de la OCDE sean las compradoras de petróleo en la OPEP. El mapa ubicado unos párrafos más arriba lo ilustra a la perfección. Hasta hace unos años, la OPEP y especialmente Arabia Saudita, hacía lo que se le pedía desde Occidente, porque éstos eran sus únicos compradores, sus únicos suministradores de bienes de todo tipo -desde consumo básico a armas-, y los únicos países por medio de los que reciclar sus petrodólares. Esto último, probablemente siga siendo cierto, pero lo primero, a la vista de los datos, indica que el cliente «más pequeño» de los exportadores de la OPEP de Oriente Medio es Estados Unidos. Así las cosas, ¿por qué le deberían hacer caso?

Desde los inicios de este blog, vengo diciendo que la geopolítica del petróleo ha cambiado. Esta es una prueba más ¿Podría la OPEP dejar de ser swing producer y dejar de reparar lo que otros hicieron mal? Es poco probable pues estos países dependen excesivamente de los ingresos del petróleo para su supervivencia, pero no hay que olvidar que las cosas ya no son cómo antes: a) su faceta financiera con los fondos soberanos les da un poder en la escena internacional que antes no tenían; b) tienen otros clientes que no son los de la OCDE, y c) Estados Unidos se ha portado de forma desleal con ellos, por permitir el desarrollo incontrolado y descontrolado de una industria petrolera autóctona, y por romper las alianzas y fomentar la inestabilidad en la región.

Aunque se sea Occidente, hay que ser un poco más humilde, generoso, cuidadoso o zalamero cuando se le pide a alguien que te arregle «los platos rotos». Si se quiere que la OPEP haga de swing producer, se la tendrá que mimar. Caso contrario, lo que hoy es un episodio, como ya hubo otros, se convertirá en el nuevo escenario de la industria petrolera internacional.

Egipto vs. Argelia

Me he resistido bastante a escribir sobre esta cuestión en este blog, pero como dice el refrán, «la cabra tira al monte», y ante las cada vez más frecuentes comparaciones entre lo que ocurre en Egipto y lo que ocurrió en Argelia en la década de los 1990s, no me he podido resistir. En Argelia, después de la victoria del Frente Islámico de Salvación (FIS), se produjo un golpe de los militares, aplaudido y jaleado por las cancillerías occidentales, que condujo a una guerra -contra la población- civil de cientos de miles de muertos y que, además de dejar al país sin esperanza de cambio interno, inició la vía hacia la globalización de la economía argelina; o si se prefiere su desopepización. Éste, tal vez, haya sido uno de los aspectos menos tratados de la crisis argelina, pero, llanamente, Argelia se acostó, antes de las elecciones, petrolera y emergió gasista, un lustro después. Puede que a alguien le parezca lo mismo que un país, miembro de la OPEP, pase de ser exportador de petróleo a ser exportador de gas; puede parecerlo, pero no lo es. Someramente, diré que hay tres diferencias fundamentales. La primera de ellas es de orden geo-político: la OPEP, por sus relaciones privilegiadas (se diga lo que se diga) con los países –consumidores– de la OCDE, era la garantía de la occidentalización del Mundo Árabe; con el gas las cosas son distintas, pues se realizan contratos y alianzas bilaterales, y no por pertenencia a un determinado grupo o bloque. En segundo lugar existía un acuerdo, desde que en los 1970s, Estados Unidos, pasara a adquirir petróleo en el «mercado internacional», de reparto de la renta mundial, entre países de la OCDE ( y aquí incluyo, claro, Japón y Corea del Sur) y países productores, que se ejemplificaba en que los países de la OPEP eran dueños de su renta, siempre y cuando vendieran el petróleo a quién tocaba e invirtieran y compraran en lo que tocara, en Occidente; una vez más, con el gas -y con el mundo de hoy- este pacto ya no existe. Basta mirar donde invierten hoy los fondos soberanos o pensar que desde el fin del «bloque del Este» y la «emergencia de Asia» el reparo de la renta mundial ha de ser distinto, para comprender que las cosas han cambiado. Por último, a nivel interno, la extracción y venta de petróleo formaba parte de una política nacional – para el conjunto de la Nación, hoy su enfoque es mucho más micro, de alianzas empresariales, por encima de las políticas energéticas nacionales. Dicho sea dicho de paso, tanto de los productores como de los consumidores.
Probablemente sea esa ya no pertenencia a un «bloque», sean esos nuevos destinos y formas de exportación de la «renta» de los hidrocarburos, y la micro-concepción de la explotación de los hidrocarburos, los rasgos más característicos de la globalización de las otrora economías petroleras. De ahí que, en el «mundo de la OPEP», al menos en el Árabe, haya mucho que perder si el mundo de ayer se viene abajo: pérdida de influencia, pérdida de renta, pérdidas de alianzas….en definitiva, pérdida de poder. Mal que les pese a los Argelinos, a ellos ya les ocurrió, pero parece estar pasando en todo el «tradicional» Mundo Árabe. Ya he hecho referencia a ello en anteriores entradas, pero, hoy, leyendo este artículo del New York Times, no me ha quedado ninguna duda. Lo dice mi gran amigo Rob Prince, en Egipto se está librando, también, una lucha por la hegemonía y los equilibrios en el Mundo Árabe, de ahí que los religiosos saudíes, junto a los no menos creyentes israelíes, apoyen a los «laicos» golpistas; mientras los Qataries y Turcos están más próximos al otro lado: el viejo mundo, frente al nuevo.
Mirado con retrospectiva, Argelia fue el primer acto de este cambio -lo que he llamado desopepización-, ¿será Egipto el final de esta tragedia?
El mundo de hoy es muy distinto del de los primeros 1990, aunque es su consecuencia. De ahí que la forma de lo que ocurre en Egipto, como reiteradamente viene repitiendo Ignacio Cembrero en El País, se parezca cada vez más a lo que ocurrió en Argelia. De lo que él dice, a mi, sólo me queda añadir un aspecto, el económico. Está claro que Egipto no ha sido un país de la OPEP, pero después de Argelia es el segundo productor africano de gas. De ahí que, a la «chita callando», estuviera entrando en ese nuevo mundo del gas, al que, ahora también, pertenece Argelia. De ahí, también la alianza con Qatar, el rutilante actor de este mundo, y del cual, su anterior Emir apoyó a Morsi. De ahí, una vez más, que podamos especular que el desafortunado Gobierno de los Hermanos Musulmanes, mientras realizaba una pésima y regresiva gestión política interna, cambiaba los grupos de poder económico del país. Esto es lo que también ocurrió en Argelia. Hizo falta una sangrienta represión y muchos apoyos externos, para que cuando Bouteflika apareció como el «conciliador» de el país, las élites económicas tuvieran que aceptar nuevas reglas -recuérdese el extraño y postergado cambio de la Ley de Hidrocarburos en el primer lustro del 2000- y la economía argelina se hubiera globalizado. Egipto lleva el mismo camino, pero el significado geo-político de Egipto y del Canal de Suez, es infinitamente mayor, pues aquí ya sin ninguna duda, como apuntaba en mi entrada anterior, globalización significa desoccidentalización. Por ello, probablemente, esos extraños compañeros de viaje que son Arabia Saudi e Israel estén en el mismo barco, remando con Sisi y cia., pues ellos fueron los grandes ganadores en la región del mundo no global de Occidente.
Desde este punto de vista, en las formas y, quien sabe, resultado final hay una gran similitud entre lo ocurrido en Argelia y lo que, hoy, acaece en Egipto. La gran diferencia, además de 20 años, es que en este juego que se inició en Argelia, ésta era un peón, mientras que Egipto es, al menos, la dama.

Quo Vadis Europa

El mismo joven amigo que hace unas semanas me mandó un par de artículos del The Economist, hace unos días me mandó un artículo de Karel Beckman, editor en jefe de la European Energy Review, cuyo título es How unconventional oil and gas are turning 2013 into the Year (Even more) Uncertainty (no adjunto enlace, pues hay que estar suscrito a la revista, para poder acceder a sus artículos). El título del mensaje de mi amigo es «gran overview». Y, desde luego, lo es. En siete páginas, el autor hace un recorrido extremadamente ilustrativo de los cambios geo-políticos, que la irrupción de la energía fósil no convencional, está suponiendo a escala mundial. Se esté, o no, de acuerdo con su visión sobre la energía fósil, es un artículo muy lúcido.

La tesis del artículo se resume en:

1) La irrupción del shale gas y la apuesta que Estados Unidos ha hecho por él, está implicando un cambio trascendente en las relaciones internacionales y, por tanto, en la geo-política mundial.

2) Ello -aunque no estaría claro qué va primero- ha ocasionado un cambio en la estructura de gobernanza internacional de la energía. Es decir en las relaciones -de poder – que se daban entre los tradicionales países productores (la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP), las grandes compañías energéticas internacionales (fueran las privadas, International Oil Companies, o las nacionales), y los países consumidores (los que se agrupan en torno a la Agencia Internacional de la Energía, IEA)

3) Este cambio en la estructura de gobernanza internacional ha ocasionado que todos estos actores «muevan ficha», intentándose adaptar a las nuevas circunstancias, salvo Europa.

Esta es la idea general. Sacando punta a la explicación que da Karel Beckman, personalmente, extraigo alguna conclusión adicional que, creo, es bueno descollar, pues ayudará a interpretar algunas de las claves de los acontecimientos contemporáneos.

1) La política que Estados Unidos -y las Américas, en general- están haciendo en relación a la explotación de energías fósiles no convencionales es el fin del Atlantismo en las relaciones energéticas internacionales. Las razones:

a) si el primer importador de petróleo del mundo considera que depende en menor medida de las reservas de petróleo de Oriente Medio, el vínculo histórico entre los consumidores europeos, los productores del Golfo Pérsico y la economía de Estados Unidos de América, se rompe, y

b) si como declaraba Hillary Clinton en Foreign Policy, ha llegado el momento de hacer inversiones similares en el Pacífico que las que se hicieron en Europa después de la Segunda Guerra Mundial, es más que plausible que ello se convierta en «ayudas» energéticas equivalentes a las que se hicieron en Europa, entonces, vinculándonos, a través de la OCDE, a la Agencia Internacional de la Energía. De hecho, el propio Beckman podría apuntar en esa dirección cuando escribe China is unlikely to be able and willing to take over from the US as yet. Although Bejing knows it can’t keep getting a free energy lunch off the US military table

En definitiva, el espacio geo-energético Europeo, está perdiendo peso en -lo que será- la nueva estructura de gobernanza internacional de la energía. Está perdiendo poder en ella y está perdiendo poder la institución energética que era su paraguas, la Agencia Internacional de la Energía, pues esta es una agencia. creada en el marco de la OCDE, que es la sucesora de la OECE (Organización Europea para la Cooperación Económica), resultado del Plan Marshall.

2) El revuelo que la irrupción de los fósiles no convencionales puede ocasionar en los «tradicionales» espacios de intercambio internacional de energía, y con ello sobre los precios del petróleo y del gas, puede suponer una gran mutación -no el fin, pues son como el Ave Fénix- en las tradicionales compañías energéticas occidentales o atlánticas (ExxonMobil, Royal Dutch Shell, British petroleum….), que podrían pasar a vender a China o invertir en el transporte del gas y petróleo no convencional, para no perder su hegemonía en las actividades aguas abajo.

Es plausible que ante el giro hacia el Pacífico de Estados Unidos y unas inversiones más que inciertas -no por los atentandos terroristas, sino por la competencia de sus «hermanos» menores en Dakota del Sur-,  las grandes de la industria internacional se dejen de proyectos quiméricos de transporte y almacenamiento, que en la mente de los promotores debían cruzar vastos espacios terrestres y marinos para abastecer el mercado atlántico-occidental.

Para mi esta idea se refuerza viendo el bonito gráfico que el Transnational Institute nos ofrece a través de The Finance and Fossil web, en la que claramente se ve que las majors energéticas están controladas -y controlan- por los grandes grupos financieros internacionales. Desde este lógica es muy improbable que un accionista financiero haga una apuesta a riesgo, y a muy largo plazo, para construir unas infraestructuras cuya rentabilidad a corto plazo es nula y, a la largo, imprevisible.

Una vez más, las consecuencias para Europa son preocupantes, pues si «nuestras» empresas cambian de estrategia ¿quién se ocupará de la seguridad de nuestro suministro? ¿quién construirá esos extraordinarios fueloductos como el Nabucco?…Piénsenlo, no es banal.

Hay mucho más que pensar, pero para una entrega basta. Sólo añadir que si aplicamos este pensamiento del fin del atlantismo energético -internacional- podemos empezar a entender algunas cosas que, con nuestro esquema interpretativo habitual, nos parecen muy raras. Por ejemplo, porqué China es la gran beneficiaria del crudo resultante de la invasión de Iraq, o porque Francia ha acudido rauda a Mali.

Lo dice implícitamente Hillary Clinton cuando escribe lo siguiente, As the war in Iraq winds down and America begins to withdraw its forces from Afghanistan, the United States stands at a pivot point. Over the last 10 years, we have allocated immense resources to those two theaters. In the next 10 years, we need to be smart and systematic about where we invest time and energy, so that we put ourselves in the best position to sustain our leadership (…) over the next decade will therefore be to lock in a substantially increased investment — diplomatic, economic, strategic, and otherwise — in the Asia-Pacific region. Y, lo dice explícitamente mi amigo y colega Robert Prince en su blogThe Obama Administration (…) with its eye on an Asian-Pacific military buildup, Washington, itself, is unwilling to send U.S. troops (other than some Special Forces types we have to assume are involved) to Mali. Hollande’s willingness to act as the Sahara’s Netanyahu suits the Obama Administration (…) If this part of the scenario is accurate then there is another way to consider French military actions in Mali: little more than a pre-emptive, defensive military maneuver meant to keep China out of Mali (and Niger and Chad among other places)…

Con todo ello, mi interpretación es:

1) Estados Unidos ya no va a invertir directamente en «asegurar» la estabilidad en el territorio MENA (Middle East and North Africa), pues el petróleo le interesa menos y sus ojos están en el Pacífico

2) Tiene una mentalidad de super-potencia y, aunque esté dispuesta a hacerles favores a los Chinos, tales como facilitarles el petróleo del territorio MENA, no está dispuesto a que China ocupe los lugares que va dejando vacíos

3) Algunos países europeos, intentando asegurar su suministro energético -o el control de recursos vitales en el Norte de África- se están convirtiendo en los gendarmes de Estados Unidos en el vasto territorio del Sahara.

El problema de ello, es que esta actuación individual, subordinada a una estrategia de «retirada» de Estados Unidos de esta parte del mundo, sólo se ha hecho para dejar a un peón in situ. El peón, sin embargo, se equivocó, pues, tal como yo lo veo, en ese contexto de desatlantización de las relaciones internacionales, su presencia en Mali sólo conducirá a una mayor fragmentación de Europa. Pues, sea o no sea verdad, desde Europa no se entiende que en un momento como el actual se inicien «cruzadas» neo-coloniales que, cada vez más, se interpreta, Francia ha realizado para defender «su uranio».

Honestamente, si esta es la forma como Europa, o algunos de sus países se adaptan al cambio del que nos habla Karel Beckman, mejor,  lo dejamos, ¿no?.

¿un nuevo modelo del carbón?

Hoy, un joven amigo me ha mandado dos enlaces al The Economist, el primero habla del auge del carbón en China y de su declive en USA, mientras el segundo cuenta que la «nueva» política energética europea conducirá «al peor de los mundos posibles», al sustituir la energía nuclear por electricidad obtenida a partir del carbón.

Como algun@s de mis lectores sabrán, llevo tiempo apuntando la importancia que el carbón podría tener como fuente energética en el Siglo XXI. Es más, ya he citado alguna vez la frase de Jean Marie Martin-Amouroux en la que se dice que la fuente energética perdedora del Siglo XIX, parece ser la ganadora en el Siglo XXI. Este paso de casi doscientos años, sólo puede tener dos significados y, es en función de ellos, que debemos analizar el papel que el carbón podría tener en la actualidad.

Si el carbón vuelve a ser una de las fuentes energéticas hegemónicas a escala mundial, ello sólo puede indicar que o bien estamos regresando a un modelo energético como el del Siglo XIX -con todo lo que ello conlleva en las formas de producir y consumir- o que estamos creando un nuevo modelo energético con el carbón. Esto que a algunos les puede parecer una perogrullada, para mi no lo es tanto, si se aprehende en todo su significado lo que significa un modelo energético. Para ser breve, diré que, en cada momento de la historia, el modelo energético hegemónico es el que se adapta a lo que se produce, a cómo y donde se vive, a lo que pensamos y, sobre todo, a las relaciones de poder vigentes.

Así, en el Siglo XIX el carbón fue la base energética hegemónica, porque se adaptó a la sociedad del capitalismo manufacturero británico. Este matrimonio «carbón – forma de producir y de vivir» explica el poder que tuvo el Imperio Británico y explica, también, muchos aspectos del Reino Unido: Explica, esa dualidad espacial entre núcleos urbanos-industriales y la campiña británica; explica el tipo de infraestructuras que se desarrollaron -especialmente el ferrocarril- y explica el tipo de actividad industrial que se realizó, pues el carbón, la máquina de vapor, las manufacturas textiles y el desarrollo de la siderurgia son todo uno. Por ello, y como ilustré en alguna entrada anterior, por la necesidad de mineros y por favorecer un modelo productivo intensivo en mano de obra, el carbón también relata el nacimiento del movimiento obrero.

Imagen1

El carbón, desembrollaría muchas más cosas, pero con esto, por ahora, creo que es suficiente para seguir mi discurso.

Así siguiendo mi argumentación, si, hoy, el carbón se acabara imponiéndose, podría ser que se volviera a una situación equivalente a la a la del Manchester del Siglo XIX.

Lo sé, suena raro, pero, a veces cuando veo imágenes de las minas en China o Mongolia; cuando leo sobre las condiciones de explotación laboral de las grandes manufacturas globales, y cuando sé del gran peso de la siderurgia en China o India, no puedo evitar pensar en Leeds, Manchester o… hacia 1840.

Sin embargo, es cierto, que hay otros factores que hacen pensar que el carbón se adaptará al Siglo XXI. Pero, ¿qué significa eso exactamente?. Bajo mi modo de ver, por la misma definición de modelo energético, ello significaría adaptar el carbón al capitalismo financiarizado y global en el que vivimos. Hoy, en relación a la Inglaterra decimonónica de referencia, además de dar una mayor diversificación a los usos finales del carbón, especialmente como fuente primaria de la electricidad ¿qué implicaría «modernizar el carbón»? Fundamentalmente dos cosas:

  1. internacionalizar las relaciones energéticas del carbón. Es decir, crear un mercado de compra y negociación, cadenas de producción globales y una estructura de gobernanza global, como se hizo con el petróleo a lo largo del Siglo XX. Y,
  2. convertir el carbón en aceptable -o «políticamente correcto»- es decir hacerlo aparecer como limpio

Ninguna de ambas cosas altera la esencia del carbón como fuente de energía, sólo modifica el tipo de actores -empresas, territorios, organizaciones carboníferas internacionales, tipos de capitales…- que intervendrán en el mundo de las relaciones carboníferas del Siglo XXI y, por ello, las relaciones de poder y la geo-política del carbón.

Hoy todavía estamos lejos de saber cómo será -e incluso si será- la escena carbonífera del futuro, sólo tenemos grandes consumidores de carbón en China, Estados Unidos, Rusia, Alemania…. que, en algunos casos adquieren el carbón en el exterior. Dicho esto, puestos a especular, coincido con la idea del segundo artículo del The Economist, cuando dice que en Europa vamos hacia el peor de los mundos posibles. Coincido en lo segundo, pero no en la primero. Si se opta por el carbón como fuente, sino hegemónica, al menos privilegiada de energía en el capitalismo del Siglo XXI, vamos al peor de los mundos posibles, pues hay indicios de que tendremos un capitalismo -global- manufacturero propio del Siglo XIX con unas estructuras monopolítisticas, jeraquizadas, verticales y transnacionales de poder propias del Siglo XXI. Y, además, viviremos en una nube negra. No coincido, sin embargo, con la idea que expresan los dos artículos citados. Es decir, que Europa va mal, mientras Estados Unidos lo hace mejor o China … En las condiciones actuales, si existe un modelo energético hegemónico, éste será el de todos, aunque en él estén los poderosos y los excluidos -como lo ha sido el caso para el petróleo.

Por lo que pueda venir, he mostrado, como recordatorio, las fotos de los mineros y he señalado el horror de las relaciones laborales del capitalismo primitivo. Puestos a hacer activismo energético, tal vez deberíamos empezar a pensar que cada vez que decimos que «los chinos nos hacen competencia», lo que estamos diciendo es que hacen la competencia a los obreros europeos de hace dos siglos. Dicho así, es absurdo. Es verdad; pero, yo, no me puedo sacar de la cabeza que el carbón ha vuelto a aparecer en escena, cuando globalmente hemos vuelto a reproducir un modelo de relaciones fabriles que creíamos olvidado. Son sólo pensamientos, pero a mi, al menos, me dan qué meditar.

Cosas extrañas veredes o el extraño rumbo de Iraq

Ayer se presentó en Estados Unidos el informe especial sobre Iraq que, en el marco del World Energy Outlook, ha realizado, bajo la dirección del Dr. Faith Birol, la Agencia Internacional de la Energía de la OCDE (IEA en su acrónimo en inglés). Se presento en el CSIS, y los ponentes eran el mismo Dr. Birol y el embajador de Iraq en Estados Unidos.

No es que quiera contarles todo lo que hago, pero es que esta corta estancia en Estados Unidos me está sirviendo para confirmar, lo que ya sabía, que el mundo no es ya lo que era, y que asistimos a cosas, hasta ahora impensables, porque no formaban parte de nuestra visión del mundo. Sé que estoy siendo un poco insistente con ello, pero es que, día tras día, esta idea se confirma.

No les voy a contar todo el contenido del informe, pues en la página web de la IEA, se pueden descargar el texto completo, pero sí que me gustaría compartir con ustedes la perplejidad que me causó alguna de la información que allí se dio.

En el informe queda claro, y parece que es una previsión menos optimista que la del Gobierno de Iraq, que la producción de Iraq podría pasar de los 3 millones de barriles al día actuales, a más de 8 millones en 2035. Ello representa casi el 45% de lo que se prevé que aumentará la producción de petróleo mundial, de aquí a 2035. Si además, se tiene en cuenta que Iraq es uno de los lugares del mundo donde el coste de extracción por barril es menor, una entiende que el petróleo de Iraq debería -todavía hay muchas incertidumbres- jugar un papel extremadamente importante en el panorama energético mundial. Hasta aquí, estos datos son «normales». Es más, incluso podrían dar la razón a aquellos que, en su momento, argumentaron que la intervención de la coalición internacional en Iraq se debía al petróleo.

Pero esta razón se acaba, cuando se miran algunos otros datos que nos da la propia agencia de energía, la IEA, de los países occidentales. Pues con lo que les voy a contar, si de verdad detrás de la operación de Iraq había la intención de hacerse -aunque fuera metafóricamente- con el petróleo de Iraq, los datos indicarían que, en esto también, «salió el tiro por la culata».

Si las previsiones de la IEA son acertadas, en su escenario central, cuando la producción alcance los ocho millones de barriles diarios, el 70% se destinaría a los mercados asiáticos, especialmente China e India. Es decir, en el escenario que se baraja, el primer destinatario del petróleo Iraquí será Oriente, no Occidente. Pero, todavía hay más. En este mismo informe se ve que en los nuevos contratos que se han otorgado, desde 2008, hay una fuerte presencia de compañías que no son las «tradicionales» compañías petroleras -occidentales- internacionales, aunque sea cierto que ExxonMobil, al menos sobre el papel, tenía una presencia muy importante. Sin embargo, hace tan sólo cinco días, esta compañía dijo que se quería ir de Iraq. Si ello ocurriera, el panorama energético de Iraq será muy distinto del que la mayoría de nostros imaginó hace tan sólo unos años. De hecho, sorprendentemente, una de las lecturas del informe es que el renovado maná petrolero de Iraq, en el próximo futuro, será gestionado por grandes empresas energéticas asiáticas y regionales, que exportaran hacia Asia.

Puede que todo sea una de mis fantasías energéticas, pero a lo mejor no es sólo la mía, pues, de forma sorprendente también, ayer, en la presentación -no así en las preguntas- en ningún momento se mencionó a Estados Unidos. Ni cuando se habló del petróleo ni cuando se habló del gas. En este segundo caso, de quién sí que se habló fue de Europa y de la propia región.

No sé, qué decirles, saquen ustedes mismos sus conclusiones, pero todo esto, también nos apunta hacia el cambio. Y, si éste no se materializa en la pérdida de la hegemonía de las empresas estadounidenses en el «mundo» petrolero internacional, al menos, y eso seguro, se materializará en la extinción definitiva de la OPEP; pues, como ayer tambien se comentó, ya me dirán qué va a hacer Arabia Saudí, si salen 6 millones de barriles, al día, más al mercado….¡Qué gran ironía, la vida! Tanto contraponer, a las grandes empresas transnacionales energéticas occidentales, las compañías nacionales de la OPEP, para, ahora ver, que ambas pueden acabar siendo las perdedoras de la nueva situación. En realidad, es lógico, pues ambas eran las dos caras de una misma moneda: el orden petrolero «internacional» de la Segunda mitad del Siglo XX.

Puede que no, que todo sea una ilusión y que el mundo seguirá siendo como antes, pero demasiados son los signos, ya, de que estamos presenciando lo que no pensamos fuera posible.