Conrad Kilian o las extrañas omisones de la historia

Hace unos días, llegó a mis manos un escrito de una colega en el que en una nota a pie de página aparecía un nombre del que yo nunca había oído hablar: Conrad Kilian.

conrad

Empecé a buscar sobre el personaje y mi sorpresa fue mayúscula al leer que Conrad Kilian es considerado el descubridor del petróleo argelino. Puede que para ustedes esta cuestión sea anéctodica, pero para alguien como yo, que hizo su tesis doctoral sobre Argelia y que desde los años 1990s se interesa por este país y sus hidrocarburos, el descubrimiento me dejó muerta. Así que desde hace tres días, en mis ratos libres, no he hecho otra cosa que empezar a recabar información sobre esta persona y sus andanzas. Ya he adquirido, a través de internet, un par de biografías; adquirí también -a través del Institut National de l’Audiovisuel francés- y visioné un programa televisivo de 1980 (Alain Decaux Raconte), titulado Conrad Kilian, prophète du pétrole y he buceado por la red a la busca de más información.

Conrad Kilian, tiene entrada en Wikipedia , y existen diversos escritos dedicados a él en dos tipos de páginas web: las del colectivo pied-noir y las de los alsacianos. Nuestro protagonista de hoy, fue lo segundo, pero no lo primero.

Si van a cualqueira de los enlaces que aquí les reseño, verán que la vida del descubridor del petróleo argelino fue de película: niño extremadamente talentoso de buena familia, pero inadaptado; búsqueda de un tesoro de esmeraldas, que encontró, de los Garamantes cerca de la frontera de Argelia con Libia; patriota hasta los tuétanos, pero ignorado por Francia cuando encuentra petróleo; como Laurence de Arabia, un hombre indigenizado en el desierto; enamorado «a morir» de la francesa Corinne, pero amante de diversas mujeres en el desierto; y, finalmente, muerto -y rodeado de muertes- en extrañas circunstancias.

042712_1642_cesalsacien416

Frente a esta fabulosa historia, mi orgullo se resiente, pues no me explico cómo he tardado varias décadas en saber de este relato: ¿cómo puedo haber vivido tantos años sin saber que la primera vez que se señaló donde estaba el petróleo en Argelia fue en el año 1922 (parece que lo publicó en 1924)? y ¿cómo no he sabido que su descubridor fue un alsaciano llamado Conrad Kilian? No doy crédito.

Puede que la respuesta a esta omisión tenga que ver con algo que hoy en día nos parece increíble -salvo, tal vez ,a quienes tengan un inmenso concimiento de la historia de la industria del petróleo internacional. LLama mucho la atención a que en un país como Francia, aparentemente celoso de su autonomía e históricamente muy orgulloso de lo suyo, no se le hayan dedicado más relatos, textos, películas, documentales a un «héroe» de este calado. Es más, llama la atención, que quienes reivindiquen su figura sean sobre todo los colectivos pieds-noirs, que como el Cercle Algérianiste, reivindican una cultura e una identidad propia para los que fueron llamados los franceses de Argelia, o algunos alsacianos que, como es bien sabido, son de una región con, también, cultura germánica.

Como ya he dicho, Conrad Kilian, era alsaciano (aunque creo que nunca puso los pies en la región), pero no era pied-noir. No era un colono, ni su familia lo fue; era un aventurero que se fue a buscar un tesoro al Sahara y nunca formó parte de una misión organizada por o desde alguna de las instituciones francesas, aunque a veces tuviera su apoyo. Por ello, me he estado preguntando el porqué de la reivindicación pied-noir de Kilian. Y he llegado a la conclusión que tiene que ver con el olvido de Francia. Kilian, como los pieds-noirs son aquellos a los que Francia se ha dedicado a esconder bajo la alfombra. Eso es lo que les une. Aunque se debería matizar, y mucho, la cuestión de este colectivo, en el contexto de la segunda mitad del Siglo XX, el «olvido» hacia los franceses de Argelia es explicable, pero ¿cuál sería la razón para no haber hecho caso, y luego haber ignorado, al descubridor del único petróleo en el mundo que pudo haber llevado el nombre de petróleo francés?

A mi, en este primer encuentro con Kilian, sólo se me ocurre una explicación, visto que este descubrimento cronológicamente coincide con los años de creación de Oriente Medio como región petrolera internacional, el cártel petrolero anglo-americano que entonces se estaba forjando, y que acabarían siendo en 1928  las Siete Hermanas, y sus gobiernos respectivos, «obligaron» a Francia a renunciar a su petróleo. Éste, hubiera sido un exceso, difícil de controlar.

Probablemente nunca llegue a contrastar esta hipótesis, pero esta es la ventaja de un blog, frente al escrito académico, se puede especular y divagar a antojo. Dicho esto, si leen algunos de los escritos que indico o ven el programa de Decaux, verán que algunos piensan que detrás de la muerte de Conrad Kilian lo que hay es una trama petrolera de peso. Ojalá alguién que leyera este blog, siguiera esta pista…

 

Creación y destrucción del Oriente Medio petrolero occidental (2)

En la anterior entrada prometí ir desgranando la historia de la Turkish Petroleum Company, pero cuanta más información leo, más pierdo los hilos conductores de este relato.

El fenómeno de la creación -y de las disputas alrededor- de la Turkish Petroleum Company (TPC) es un caso de estudio fascinante, pues constituye uno de esos acontecimientos parcialmente olvidados, pero sin cuya existencia no se entendería la historia de la industria petrolera internacional.

Desde mi punto de vista, la TPC, oficialmente creada en 1912 (aunque ahora yo empiece a tener mis dudas al respecto), fue la primera compañía petrolera internacional del mundo. Por compañía petrolera internacional entiendo, al menos cuatro cosas: a) ser un consorcio formado por empresas -o inversores- de varias nacionalidades; b) ser una compañía cuyo objetivo es extraer petróleo de un territorio distinto de el del lugar de origen de los inversores, para ser comercializado como producto final, en los países de origen de los mismos; c) tener la voluntad de exclusividad -o de dominio- en el reparto de las concesiones en territorios determinados y en los mercados finales; d) ser una empresa cuya actividad cuenta con la protección de los gobiernos de los países de origen de los inversores, siendo estas formas de protección muy diversas.

Mesopotamia

Fuente: The Times (London, England), Friday, Jul 02, 1920; pg. 17

Antes de la TPC no existió, propiamente -la Royal Dutch Shell, sería la más parecida, entonces- ninguna empresa que cumpliera con las cuatro características. Ello, no quiere decir que no existieran empresas que comercializaran petróleo por el mundo. Lo hacía la Standard Oil, que exportaba la producción sobrante de Estados Unidos, como lo hacía el consorcio de la Asiatic Petroleum Company, con los excedentes de petróleo de Rusia, pero en ninguno de los dos casos el objetivo principal era extraer petróleo de un lugar del mundo, para ser empleado en otro.

cto-apc

Sospecho -y sólo es eso una intuición sin corroborar- que el concepto de «petróleo internacional» es un invento británico. Podría haber sido germánico, pero el curso de la historia -y, probablemente, la mentalidad imperial británica- lo impidieron.

Visto con retrospectiva, pareciera que la industria petrolera internacional fuera el resultado de una ocurrencia de alguien en el Reino Unido, a inicios del Siglo XX, que se debió dar cuenta de que la posición hegemónica que Inglaterra tenía gracias al uso intensivo del carbón, podía perderse por la emergencia de un nuevo combustible que era, entonces, abundante en Estados Unidos, Rusia y en Europa oriental, pero no en la Islas británicas. Ese, para mi, fue el momento en el que el Reino Unido puso el ojo en el territorio del Imperio Otomano, iniciando un trágico culebrón  que duraría unos tres lustros, y cuyo resultado fue establecer que la función de los países creados en el espacio del territorio otomano  -llamado Turquía asiática, primero, y Oriente Medio, después- sería la de ser los proveedores de petróleo hacia el resto del mundo.

Quien debía ocuparse de la gestión de esos flujos de petróleo, sería la Turkish Petroleum Company que, a pesar de su nombre, siempre fue «extranjera». Primero, antes de la Primera Guerra Mundial, germano-británica-holandesa; después de la contienda bélica, fundamentalmente británica; y desde 1928, cuando se reconviertió a Iraq Petroleum Company, anglo-americana (aunque en ella participaran la Royal Dutch y la Compañía Francesa de Petróleo ).

Fue entonces cuando el Oriente Medio petrolero y occidental con las fronteras que hemos conocido a lo largo de los últimos cien años se puso en el mapa. Antes, sin embargo,  los británicos actuando bajo la influencia de un bullying -que no lobby– extremo del grupo D’Arcy o de la Anglo- Persian Oil. Co., hicieron todas las artimañas imaginables, para que una concesión que inicialmente había pertenecido a inversores alemanes, primero bajo el nombre de Anatolian Railway Company y, después, bajo el nombre de Bagdad Railway Company, acabara en sus manos. Este será el tema de la siguiente entrada de esta serie.

Creación y destrucción del Oriente Medio petrolero occidental (1)

Desde hace unos par años que me ronda una idea por la cabeza. Me dedico a ella en mis ratos libres, pero como conseguir encontrar la información, leer y metabolizar es un proceso largo y laborioso, no sé si alguna vez seré capaz de desarrollar este pensamiento hasta el final. Por ahora, empiezo con el número uno de la serie.

Repasando entradas antiguas del blog, veo que en junio del 2014, ya hice un primer pinito sobre esta cuestión. Cuestión, que no es otra que la de la relación entre cómo se fijaron las fronteras de Iraq en 1925 y cómo se otorgaron las concesiones petrolíferas a la Turkish Petroleum Company (TPC) , antecesora de la Iraq Petroleum Company (IPC), y núcleo fractal del posterior reparto que las Siete hermanas y la Compañía Francesa de Petróleos (CFP) realizaron en Oriente Medio.

SSdance

Deseo, en entradas sucesivas de esta serie que hoy inicio, ir desgranando algunos de los pormenores de la compleja historia de la creación de la TPC y de cómo Oriente Medio se convirtió en región petrolera. Ahora, sin embargo, para empezar me gustaría explicar por qué este tema me interesa.

Cuando en 2003, la coalición liderada por Estados Unidos invadió Iraq, derrocó a su Presidente, Saddam Hussein, e impulsó una nueva constitución en 2005, internamente, abrió la puerta a la desintegración de una frágil, pero estable, arquitectura institucional. Y, externamente, marcó un punto de inflexión -para mi definitivo- en la industria petrolera internacional, que ha supuesto el fin del orden energético internacional del Siglo XX. Muestras de ello las tenemos en el mismo Iraq, donde nunca hasta esa fecha habían entrado inversores o se realizaban contratos con empresas fuera del ámbito de las grandes empresas petroleras internacionales privadas y occidentales, mientras que  desde el segundo lustro del Siglo XXI, más del 60% del petróleo se exporta hacia Asia, un 20% de los yacimientos están bajo control de empresas petroleras Chinas y otro tanto bajo el control de empresas no occidentales, al tiempo que se ha producido un florecer de la producción de petróleo y de gas de la mano de empresas petroleras medias de diversas nacionalidades, en un norte de Iraq, prácticamente seccionado, kurdo y que incluye la Región de Mosul, de la que hoy hablaremos en esta entrada. (Por cierto, que haciendo un paréntesis en este relato, recomiendo, a este respecto, el excelente y bien documentado artículo Under the Mountains: Kurdish Oil and Regional Politics de Robin Mills para el Oxford Institute of Energy Studies).

La creación del Iraq contemporáneo es el resultado de la desintegración del Imperio Otomano y de los tratados posteriores a la Primera Guerra Mundial. El trazado definitivo de sus fronteras fue un proceso largo y complejo que se inició en la Conferencia de Paz de París, cuando se estableció que a la espera de los tratados definitivos, Mesopotamia -como Siria y Palestina- quedaría bajo el mandato de las potencias Europeas. Estos mandatos se otorgaron en La Conferencia de San Remo (1920) y se estableció que Siria quedaría bajo protección francesa, mientras que Palestina y Mesopotamia, quedarían bajo el manto británico. Luego, en el Tratado de Sèvres, también del año 1920 se fijaron unas fronteras, que por lo que al norte de Iraq se refiere, incluían a la región de Mosul «con ciertas variaciones».

La cuestión de Mosul ya era espinosa entonces, pues en el acuerdo de reparto del territorio del Imperio Otomano, el Acuerdo Sykes-Picot, que británicos y franceses realizaran en 1916, con la guerra todavía en marcha, previendo la extinción del Imperio, esta región quedó bajo área de influencia francesa. Pero, en el Tratado de Sèvres, que nunca se llegó a aplicar, esta región quedara «con ciertas variaciones» bajo mandato británico.

pursleypart2-1(3)

Este problema territorial se complicó todavía más, cuando después de que en 1921, la Sociedad de Naciones dictaminara que un sólo monarca, el Rey Faisal, gobernaría todo el territorio de Mesopotamia, ya reconvertido a Iraq, los británicos, en 1922, firmaron un acuerdo con él según el cual ambos, el Rey Faisal y los británicos, se comprometían a no ceder ni un palmo de territorio iraquí, al que se le sumaba la región de Mosul, a pesar de que años después Lord Curzon, el negociador británico en Lausana, aceptara que el único punto minado es el trazado de la frontera norte de Iraq, cuyos límites no han sido todavía legalmente fijados por las Potencias aliadas.

540-Lord-Curzon

La Conferencia de Lausana celebrada en los años 1922 y 1923, infructuosamente, se centró en el trazado de las fronteras, no de Iraq, sino de Turquía, puesto que el nuevo gobierno de Kemal Atatürk -posteriormente padre fundador de la Turquía laica moderna, que hoy también se tambalea- no sólo no reconocía los acuerdos del Tratado de Sévres, sino que reclamaba la inclusión de la región de Mosul en la nueva Turquía. En toda esta negociación de dos años, al menos por lo que se deduce de la correspondencia de Lord Curzon durante la misma, el escollo -insalvable- fue Mosul.

800px-TreatyOfSevres_(trad)

Al final, la cuestión de las fronteras se resolvió en el año 1925, con un laudo de la Sociedad de Naciones, que más que laudo, parece mercadeo, puesto que Turquía renunció a sus aspiraciones sobre la región de Mosul, a cambio de recibir durante 25 años el 10% de los royalties del petróleo que la Turkish Petroleum Company -que convenientemente se renombró entonces, Iraq Petróleum Company- extraería en esa región.

Así, la existencia territorial de Iraq, como la de la mayoría de países surgidos por la desintegración del Imperio Otomano, se debe a un diseño, que a veces pareciera improvisado, de los vencedores de la Primera Guerra Mundial. Estas son las fronteras que, hoy, se desintegran.

La cuestión, sin embargo, va mucho más allá, pues como se puede intuir por la existencia del trueque de territorio por royalties del petróleo, queriéndolo o no, estas fronteras, especialmente las de Iraq, están intrísecamente enlazadas con el mapa de las concesiones petroleras que reclamaba para sí la TPC. Éstas, al final quedaron en el seno del flamante Iraq, dejando a Turquía sin una una gota de crudo.

Leyendo la documentación depositada en los archivos es muy difícil -al menos con lo que llevo visto y leído- afirmar que las fronteras de Iraq se fijaron exclusivamente para satisfacer los intereses de la TPC, pero sí que es cierto que estas fronteras no se fijaron definitivamente, hasta que un laudo de la Sociedad de Naciones incluyó a la región de Mosul en ellas . Como también es cierto que hay una coincidencia cronológica entre la fijación de estos límites territoriales y la adjudicación definitiva de las concesiones petrolíferas en las regiones de Bagdad y Mosul a la TPC.

Como veremos en la siguiente entrada de esta serie, dedicada a la historia de la TPC, esta concesión fue prometida, pero nunca otorgada, pocas semanas antes de que se declarara la guerra. Quedó en el aire, como lo quedaron las fronteras de Mosul, pero como se puede leer en la primera edición del Iraq Petroleum Company Handbook (1948), fue también en 1925 (mismo año del laudo), cuando después de unas largas negociaciones iniciadas en 1923 (mismas fechas que la Conferencia de Lausana), la promesa realizada por el Visir antes de la contienda bélica se convirtió en una concesión definitiva para la TPC.

Sin entrar ahora en el jugoso relato de estas concesiones, sólo con el relato de estos hechos queda patente  que en Iraq se establecieron a la vez, las fronteras, las concesiones petrolíferas y el germen de su principal instrumento de intervención pública: la IPC. Pues, aunque todavía tuvieran que pasar unos años para su completo funcionamiento, desde que en 1927, brotara petróleo de un pozo cercano a Kirkuk, las bases de la unidad política -un presupuesto centralizado que distribuyera por todo el territorio los ingresos obtenidos con el pago de royalties o venta del petróleo- quedaron establecidas.

Por todo ello, desde el mismo momento del nacimiento de Iraq, en él, unidad territorial, compañía petrolera nacional -privada o pública- y unidad política son los tres vértices de una misma cosa. De ahí, que en todos los casos, destruir uno de los vértices, lleva a hacer tambalear a los otros dos. Como de hecho, ocurrió.

Desde el punto de vista de la historia de la industria del petróleo internacional, el caso de Iraq, como se entenderá cuando se explique el papel jugado por la TPC, es muy relevante, pues en su territorio se gestó el núcleo de lo la industria petrolera internacional (anglo-americana-occidental) del Siglo XX. Y, por ello, el desmembramiento de Iraq, también ha de suponer su fin; al menos, en su forma actual. Esto va más allá de la despopepización de la que he hablado en otras entradas, es un cambio mucho más radical, que implicará -o ya está implicando- una transformación profunda del orden petrolero internacional.

 

La geopolítica de las renovables

El pasado 18 de abril, esglobal, con el apoyo de la Comisión Europea, celebró en la sede de las Instituciones Europeas en Madrid un taller sobre la geopolítica de las renovables. Esta fue una excelente iniciativa de la Directora de esglobal, Cristina Manzano, que consistió en un seminario en el que varios profesionales del medio, periodistas y académicos expresamos nuestra visión sobre cuál podría ser – o si sería- la nueva geopolítica de las renovables, y en un posterior taller de formación para jóvenes estudiantes de periodismo. La experiencia me gustó mucho.

Al cabo de unos días, esglobal nos pidió nuestra contribución por escrito con el fin de elaborar un monográfico online sobre esta cuestión. Hoy, 5 de julio -fecha en la que, aunque nada tenga que ver con lo que aquí escribo, se celebran los 54 años de la independencia de Argelia- se ha publicado, digitalmente, esta monografía. Os la recomiendo toda, pero, aquí, en este blog adjunto el enlace a mi contribución, titulada La jerarquización del poder global por la energía. Veréis que es una aproximación histórica a esta problemática.

Hace mucho que no publicaba nada en Nuevas Cartografías de la Energía. Deseo que esta entrada sea el inicio de su nueva etapa, después del parón de este curso; como deseo, también, que el enlace que aquí os dejo, os guste.

Cartografiado apunte sobre el precio del petróleo

Encargué al joven cartógrafo Juan Pérez Ventura, uno de los autores del blog el El  Orden Mundial en el S. XXI, que me hiciera un mapa ilustrando tres momentos históricos de los flujos internacionales y marítimos del petróleo. Mi objetivo, al encargarle este mapa, era doble: a) mostrar gráficamente lo mucho que han cambiado los flujos del petróleo en poco más de medio siglo; b) explicar la poca relación que existe entre estos flujos físicos de petróleo y los precios del mismo.

mapaPETROLEOdefinitivo

La elección de los tres momentos no es casual. En los años 1950s, el principal comercio internacional de petróleo se realizaba entre Oriente Medio y Europa, pero el precio lo fijaba un cártel del siete compañías, la llamadas Siete hermanas, vendiendo el petróleo barato de buena calidad de Arabia Saudita o Iraq a Europa, al precio del petróleo del Golfo de México. Este era un precio fijado a priori y arbitrariamente, en el que la cantidad de petróleo producida, comprada o vendida, no incidía en el precio del mismo.

El segundo momento es un mapa de que ilustra la situación al final de los años 1970s, después de los dos shocks del petróleo (1973 y 1978-79). A partir de ese momento, a pesar de que la mayor parte del petróleo que se comercializaba internacionalmente, tenía como origen los territorios de los países de la OPEP, el precio pasó a referenciarse al precio del crudo de dos lugares geográficamente alejados de la OPEP, y de producción cara y minoritaria: la plataforma Brent en el Mar del Norte entre el Reino Unido y Noruega, y el West Texas Intermediate, Cushing (Oklahoma). Por tanto, desde inicios del 1980s, más de las dos terceras partes del crudo mundial se negocian, venga de donde venga la producción, tomando como referencia  los precios de los crudos del Atlántico Norte. Lugar,  alejado de los principales lugares de producción de crudo de uso internacional, que en su mayoría se hallaban en el América del Sur, África y Oriente Medio.

El tercer momento es el actual. En el tercer mapa se observa que la producción de crudo geográficamente se ha diversificado mucho, al tiempo que los flujos hacia Asia y el Pacífico se han incrementado sustancialmente. Sin embargo, no ha habido modificación significativa en la forma de fijar los precios. En relación al momento anterior, lo único que se podría añadir es que la modalidad de compra a venta a futuros de petróleo en el mercado Brent y WTI se ha generalizado.

Aunque los mercados a futuros fueron concebidos como una forma de protección frente al riesgo e incertidumbre futura, tanto de vendedores como compradores, con el tiempo, los títulos del petróleo se convirtieron en un activo financiero más en el que invertir y con el que especular. Aunque estos mercados son muy opacos, se estima que en los años previos a la crisis en estos mercados se podrían obtener tasas de retorno del 700%. Es más, se estima que a mediados del 2008,  el volumen de negocio en el mercado Brent a futuros era el equivalente a unos 518 millones de barriles al día, cuando en el espacio físico real, el de los flujos de energía, sólo estaban circulando unos 85.

Con ello, no es de extrañar que históricamente, como explicaba en una entrada anterior, salvo por alguna excepción como al del año 1973, el precio y las cantidades de crudo no estén correlacionadas. Más allá de ello, lo que hoy quería aportar con estos mapa, es un elemento adicional de reflexión al debate sobre por qué suben o bajan los precios del petróleo.

En el pasado, los precios que se fijaban unilateralmente desde el Golfo de México para todo el mundo, no reflejaban que la mayor parte del petróleo que fluía por éste tenía su origen en Oriente Medio y se dirigía hacia Europa; en la actualidad tampoco existe relación, pues los precios geográficamente fijados en el Mar del Norte y en Oklahoma (Estados Unidos) ni reflejan que la producción mayoritaria de petróleo se da en otras partes -y eso que el mapa no incluye los flujos terrestres de Eurasia- ni que buena parte de los principales de crudo compradores ya no orillan en el Atlántico. A pesar de ello, los precios se siguen negociando en el norte de Europa y de América. El hecho de que, las principales plazas en las que se  negocie a futuros sean la City de Londres y el NYMEX en Nueva York, sólo refuerza -y agrava- este hecho.

Sea como fuere, dejo al lector o lectora los mapas y una pregunta: si los precios se fijan en lugares alejados de los principales yacimientos, ¿cómo puede afectar a estos precios que la OPEP suba o baje su producción?

 

Financiar la transición energética (III). Reinventar el espacio público energético

En la anterior entrada de esta serie, respondimos a la primera de las preguntas que se habían planteado: ¿cómo podemos hacer para acabar con el poder de los lobbies de la energía fósil?. En esta entrada, corresponde, empezar a responder a las siguientes: ¿Cómo reinventamos el sector y redefinimos el espacio público energético? y ¿Cómo generalizamos las formas de financiación éticas y no cortoplacistas? Ambas están entrelazadas.

En la Encíclica laudato si´, en su punto 178, hablando del drama del inmediatismo político se puede leer una frase que me ha gustado especialmente. Esta dice, se olvida así que el tiempo es superior al espacio, que siempre somos más fecundos cuando nos preocupamos por generar procesos más que por dominar espacios de poder. Diría que esta es la clave de cualquier cambio, pero encuentro esta reflexión especialmente fértil si la aplicamos al caso de la transición energética. Desde el punto de vista del informe sobre Alternativas que elaboró el Seminari Taifa, del que soy miembro, hoy la alternativa es el proceso; un largo y profundo proceso que ha de iniciarse en el interior del capitalismo vigente ahora.

Todo ello nos conduce a tres cuestiones: a) que debemos iniciar la transición energética desde donde estamos ahora mismo; b) que ésta es un proceso y, por tanto, suceptible de tener etapas; y, c) que el espacio energético al que lleguemos vendrá definido por el proceso, y no al revés. Dicho de otro modo, como hay muchas formas posibles de organización políticas y territoriales detrás de la idea de un modelo energético 100% renovable, la que finalmente se acabe imponiendo dependerá del proceso -del camino recorrido- que hayamos realizado. De ahí la importancia de preocuparnos más por los procesos que de ocupar espacios de poder ya creados por procesos anteriores.

El proceso de la transición energética tiene varías etapas, que más que camino son como un juego de matrioskas que va desde la más pequeña, el ámbito doméstico, a la mayor, que en función de las preferencias será el ámbito local, provincial, regional, estatal o supraestatal. Lo que diferencia a la transición del juego de muñecas rusas es que, a medida que van cambiando de tamaño, el diseño de su vestido cambia, al añadir nuevas conexiones, servicios… También se diferencian en que no sólo es más caro financiar el juego entero que las muñecas pequeñas, sino que las formas de financiar a las más pequeñas y al resto son conceptualmente muy distintas.

En la entrada anterior quedó claro que el dinero para financiar la transición existe. En ella también se apuntó que si se lograra deslegitimar quién a día de hoy lo gestiona, el lobby energético internacional, sería posible iniciar la senda de la transición. De hecho, estoy segura de que a medida que la campaña de deslegitimación avance, cada vez será más fácil encontrar pequeños y medianos inversores, no especialmente codiciosos, que quieran que sus ahorros, sus fondos de inversión o de pensiones se inviertan en «energía verde» en vez de en «energía sucia.»  Es más, si a escala global discursos como el de Naomi Klein o del Papa Francisco consiguen calar, o a escala local iniciativas cooperativas se ven como fiables, cada vez más de esta misma gente que quiere invertir en energía verde, estará dispuesta no sólo a invertir en una fuente energética alternativa, sino en formas de gestión y de propiedad empresarial colectivas. A día de hoy, este sería un gran primer paso, que como leemos en Laudato sí´ (179) […] puede hacer una diferencia […] pues allí [donde se implante] puede generar una mayor responsabilida, un fuerte sentido comunitario, una especial capacidad de cuidado y una creatividad más generosa […]. Además, obviamente, la diferencia vendrá por la construcción de una cultura mucho más participativa a medida que los inversores se den cuanta que la rentabilidad y la energía que obtienen está ligada a los recursos locales: al rio que fluye cerca de su casa, al sol que golpea su terraza o al viento que azota su localidad.

Así, desde mi punto de vista, esta primera etapa sería relativamente fácil -recuerdo, si previamente se logra deslegitimar al poder energético existente-, pues en esta fase, aunque lo cuestiona, ni rompe con el sistema ni nos obliga a plantearnos formas de organización político-territoriales alternativas. La muestra de lo que digo, es el éxito actual de la Energiewnede en Alemania; núcleo del capital europeo.

Mi pregunta aquí es si este proceso político – energético ya iniciado, será suficiente para lograr la transición energética global y democrática que yo imagino. El peligro aquí, como también plantea Naomi Klein es de amenaza de aislamiento y por tanto, el reto es hallar el modo de expandir los espacios públicos. Entiendo que esta idea de expansión, no es meramente una expansión cuantitativa de territorio, sino cualitativa de infraestructuras y de servicios (no sé si me acaban de convencer estas expresiones, pero por ahora bastará). Dicho de otro modo, cuando ya tengo asegurada la luz en mi casa, barrio o localidad, ¿cómo aseguraremos la red, su cuidado, el transporte, las comunicaciones…?, ¿qué ámbito cubrirá lo anterior? y ¿cómo lo querríamos financiar?.

En el anterior modelo, al menos en lo que llamamos Occidente, estas opciones se fueron definiendo desde los años de la Primera Guerra Mundial hasta la posguerra de la Segunda. La red eléctrica no se creó espontáneamente, tampoco un sistema integrado de ferrocarril ni de metro, ni la red de carreteras…. son el resultado de un determinado contrato social, basado en la consolidación de los Estados -nación- del bienestar. Por tanto, en algún momento de la historia se optó, por este tipo de espacio energético, que decidimos centralizado, nacional y sufragado públicamente, aunque no en todos los lugares tuviera el mismo alcance.

Como he dicho otras veces, la red eléctrica, por ejemplo, también formaba parte de una política redistributiva en los marcos nacionales, tanto por cómo colectivamente se financió, como por el acuerdo de que pagaba lo mismo el hogar cercano a una central nuclear que a un río. También, de facto, históricamente ha habido otras elecciones, como preferir financiar carreteras para coches cuyo combustible es la gasolina, que una buena red ferroviaria integrada para trenes eléctricos. Todas estas elecciones, en algún momento se han producido. De estas, recuerdo, pocas se han financiado con capital privado, y muchas con capital público.

Es en este contexto, en el que se enmarca la expresión de Naomi Klein de que lo que se tiene que hacer es reconstruir o reinventar al sector público. Expresión que yo he transformado en reinventar el espacio público energético. Para ello, no basta con generar energía a partir de fuentes renovables localmente, como no basta renacionalizar lo que ya se privatizó. Desde mi punto de vista, el reinventar el sector público es crear un nuevo sector público en el proceso de cambio de modelo energético. Para ello, ahora ya, cada día de proceso, para cada nueva cuestión la hemos de pensar desde tres puntos de vista: a) ¿se adaptará a una forma de generación, distribución y uso de energía renovable y distribuida?; b) ¿se corresponde con el modelo de sociedad -de organización política- que a mi me satisface?; y b) ¿qué nuevas formas de financiación podríamos pensar para sufragarlos?

Pongo un ejemplo, muy de actualidad, que aquellos que me conocen saben que me lleva de cabeza: lo que llamamos la nueva economía colaborativa, que se traduce en iniciativas como BlaBlacar, uber, airbnb….

Por ejemplo, las dos primeras, inciden directísimamente en el proceso de la transición energética. Mucha gente bienintencionada, progresista y de izquierdas ve estas iniciativas como el inicio de una nueva forma de economía. El pasado domingo en un artículo de opinión de El País -lamento no acordarme del nombre del autor- se decía que la mayoría de estas iniciativas no aportaban nada nuevo, ya que sólo conectaban lo que ya existía. Coinicido plenamente con esta opinión y, en términos del contenido de esta entrada, considero que destruyen el sector público, en vez de expandirlo y reinvertarlo.

Pensemos, por ejemplo en BlaBlaCar. Se trata de que yo tengo un coche, en el mejor de los casos híbrido, que a cambio de un módico precio, que teóricamente sirve para cubrir costes, pongo a disposición de otras personas para compartir el trayecto que yo hago. La gente está contenta, pues por un «módico» precio, viajo comodamente -como si yo tuviera coche- de un lugar a otro. Es evidente que es mejor, que cuatro vayan en un coche que que lo haga una sola, pero dicho esto, para mi, aquí se acaban las ventajas del BlaBlaCar. Primero, porque de partida es desigual, entre los que tienen coche y los que no; segundo, porque de hecho, hay un pago en especies a quién tiene el coche y, por tanto, contribuyo a un negocio individual; tercero, porque refuerza el modelo de transporte del coche; cuarto, porque si se extiende se considerará que se puede suprimir un tramo más de tren, un línea de autobús o el equivalente y quinto, aunque se deduce de todo lo anterior, porque es una «nueva» actividad que se escapa totalmente del ámbito de la financiación pública (no se declara, no se pagan impuestos, dejamos de pagar billetes de tren…) y por ello, revierte en la destrucción del mismo.

Para mi, BlaBlacar va en contra de la transición energética que yo imagino. Para algunos, con actuaciones de este tipo, para hacer la transición bastaría que pasáramos del coche de gasolina al eléctrico. Para otros, sin embargo, entre los que me cuento, lo que deberíamos hacer es imaginar otra forma de transporte pública y universal, que además estuviera basada en fuentes cercanas y renovables.

En los términos con los que empezábamos esta entrada, sólo cambiar de coche de gasolina a coche eléctrico es ocupar un espacio de poder (el de las petroleras por el de las eléctricas), para que todo siga igual, o peor; en cambio reivindicar una nueva organización del transporte renovable colectivo y público es el proceso. Proceso de transición y de expansión del sector público.

Si tenemos lo anterior claro, sólo nos faltará decididir cuán amplia ha de ser la red de transporte y qué infraestructuras necesitamos para su eficaz funcionamiento, lo que nos dará el nuevo espacio público energético, y cómo la financiamos colectivamente, lo que nos dará la nueva forma de contrato social.  Esto último, lo dejaré para la siguiente entrada, aunque avanzo, ya, que es a esta construcción a lo que deberíamos destinar el «ahorro» de no pagar la factura energética ciudadana de lo hablábamos en la entrada anterior.

Especulando sobre los cambios en ARAMCO

Ayer y hoy, la prensa nos informa de los cambios que se están produciendo en Arabia Saudí y, en concreto en ARAMCO. Este acrónimo que, como ya he explicado en otras ocasiones, significa ARabian AMerican (Oil) COmpany. De facto, la creación de esta compañía fue el efecto colateral de los Acuerdos de San Remo (1920) en los que británicos y franceses se repartieron el control del petróleo del recientemente extinto Imperio Otomano. Británicos y franceses estaban interesados en los yacimientos de Persia y Mesopotamia, y lo que hoy es Arabia Saudi quedó fuera de este reparto. Es por ello, que cuando las empresas estadounidenses reclamaron su parte «del pastel» se les otorgó ese gran pedazo de desierto.

Fuen

Fuente: ARAMCO

Hace unos años leí un libro titulado Dios, oro y petróleo : la historia de Aramco y los reyes saudíes de Anthony Cave Brown; que me perdone el autor, pero no es un gran libro, sin embargo explica muy bien una cuestión. Al leerlo se entiende a la perfección que la creación de la moderna Arabia Saudí y de la monarquía que la creó, la iniciada por Abdelaziz bin Saud, ha ido pareja a la creación de ARAMCO. Desde este punto de vista, el  término petromonarquía cobra su pleno sentido. Una petromonarquía no lo es porque ésta gobierne un país rico en hidrocarburos, sino porque su razón intrínseca de ser es el petróleo. El  petróleo fue la razón por la que en la recomposición de Oriente Medio que ocasionó el desmembramiento del Imperio Otomano, se trazaron ciertas fronteras y se crearon determinados estados; la custodia del petróleo y la necesidad de un interlocutor local fue la razón por la que se apoyaron a unos señores feudales como los Saud, en detrimento e otros; y el petróleo ha sido el principal instrumento de intervención pública de estas monarquías. Es más, en casos como el saudí, en el que, de facto, ARAMCO es propiedad del monarca, es él mismo, quien con lógica feudal, marca el reparto de la renta entre sus súbditos y entre las distintas «familias» reales.

De ahí que piense que una reestructuración de ARAMCO es una reestructuración del poder. No soy saudióloga, pero en un momento como el actual, estos cambios podrían darnos pistas sobre los misterios de la sucesión saudi en un momento tan delicado, como escribe hoy Lluís Bassets, con Arabia Saudí en guerra en Yemen y con creciente protagonismo en la región y en el mundo, gracias a su vocación de liderazgo árabe frente a Irán y su capacidad para actuar sobre los precios del petróleo. 

Si aquello que dice Bassets,hoy -que apunta a Mohamed bin Salmán al Saud (MBS) como segundo en la línea de sucesión-, se une con lo que nos decía Ángeles Espinosa, ayer -que MBS presidirá el flamante consejo supremo de ARAMCO-, pocas serán las dudas sobre quién será uno de los hombres fuertes del reino saudí. Es más, en su artículo A. Espinosa apunta la posibilidad de que la cartera ministerial del petróleo vaya a pasar a un miembro de la familia real. Según esta corresponsal esta noticia sería una novedad, ya que tradicionalmente se consideraba que dar ese puesto a un miembro de la realeza afectaría al delicado equilibrio del poder entre las distintas ramas de la monarquía.

Yo, me pierdo entre los actuales descendientes de los 45 varones que el fundador de la dinastía tuvo con sus 22 esposas, pero todos estos cambios me sugieren dos cuestiones. La primera es interna, y tiene que ver con la lógica de funcionamiento de un estado -o monarquía- rentista y distribuidor. La segunda, por el contrario es externa y tiene que ver con los cambios que deben de estarse produciendo en la estructura de gobernanza internacional del petróleo.

Sobre la primera cuestión, la experiencia indica que cuando entre los círculos del poder se modifican los criterios de distribución de la renta (de los ingresos recibidos por la venta del petróleo en el exterior), emergen batallas –inter pares– fratricidas. Ante ello, los distintos grupos en conflicto (sean ramas de la familia al Saud o clanes en otros lugares) buscan la complicidad de una población que, hasta ese momento, había sido ninguneada como sujeto político. Es por ello que sorprende que en la misma página de El País de ayer se nos diga que se están produciendo cambios en ARAMCO y que las mujeres saudíes, después del verano, podrán votar por primera vez en la historia. Como se pueden imaginar estoy encantada de que las mujeres puedan votar, en Arabia Saudí y en cualquier lugar del mundo, pero esto me recuerda demasiado a cuando en Argelia, a finales de los 1980s, ante una gran crisis de legitimidad -y de desacuerdo entre los clanes del poder- del régimen, se decidió que el pluripartidismo y las elecciones restablecerían la legitimidad perdida. Lo sé, suena raro, pero es lo que me vino a la mente, ayer.

La segunda cuestión que me vino al espíritu, no es en clave interna, sino externa. Como he apuntado en entradas anteriores, algo está ocurriendo en la estructura de gobernanza internacional del petróleo. Para mi, el último descenso de los precios, así lo atestigua. En mi opinión, aunque se han formulado muchas especulaciones sobre el porqué y las consecuencias de este descenso de precios, hay una tema que se ha tratado poco. Este es la necesidad de acomodar la actual estructura de gobernanza a la nueva realidad del «mercado» del petróleo.

Hasta día de hoy, el poder de la industria petrolera internacional estaba controlado, fundamentalmente, por los intereses petroleros estadounidenses, bajo el paraguas de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), y por los de Arabia Saudí, bajo el paraguas de la OPEP.  El reciente descenso de los precios, como intenté esbozar en unos pocos gráficos, apunta a que están desapareciendo los paraguas (las alianzas de Estados Unidos con el resto de países consumidores en el seno de la IEA, o si se prefiere la OCDE, y las alianzas de Arabia Saudí en el seno de la OPEP), pero que el poder y la alianza petrolera de Estados Unidos y de Arabia Saudi se mantienen intactas desde la creación de ARAMCO. A mi modo de ver, aquí, lo que no se mantiene intacto es la emergencia de China y de algunas de sus principales compañías petroleras, como principal cliente de esta compañía y de otras de la región. Ya lo dije, pero lo vuelvo a repetir, en la actualidad casi el 75% del petróleo que sale de Oriente Medio pasa el Estrecho de Ormuz y el de Malacca, hacia el Pacífico.

Ante ello, y ante el inmenso mercado que se abriría en China para las grandes compañías petroleras internacionales, los cambios que están ocurriendo en ARAMCO también podrían tener que ver con el diseño de una nueva estructura de gobernanza internacional del petróleo, en la que el poder de Estados Unidos y Arabia Saudí se mantendría, pero se considerarían las necesidades de China. Una nuevo orden petrolero, gobernado a tres bandas, en la que la OPEP y la IEA perderían sentido. Si esta especulación fuera cierta, tal los cambios en ARAMCO podrían tener que ver con ello: con la necesidad de un nuevo timonel no lastrado por alianzas y conflictos anteriores y capaz de abandonar definitivamente el barco de la OPEP.

En fin, todo son especulaciones, pero para esto sirven los blogs, ¿no? Aunque…¿y si fuera verdad?

El fin de Arabia Saudi como swing producer, ¿y si no fuera verdad?

Esta será una entrada breve y de circunstancias, que pretende añadir un aspecto a la entrada de hace una semana. Lo pensé ya al escribirlo, pero no quise ir de listilla, de zabetta, como diría un buen amigo mío, cuando se refiere a mi.  Sin embargo, esta semana se han encadenado tres noticias, que me llevan a pensar que esta, también, debiera ser una hipótesis a considerar.

1) Leo en The Guardian del pasado miércoles que el rublo tiene problemas. De ese artículo, destaca la frase, never since the financial crash of 1998 has the national currency seemed so weak. Bueno, pues también en 1998 el precio del petróleo estaba por los suelos, 12,07$/br. Después de ello, se inicio, una de las mayores transformaciones de la industria (occidental) petrolera internacional.

2) Un par de días antes, también se anunciaba, como resultado de una derrota diplomática, que Russia abandonaba el proyecto del South Stream.

Fuente: BBC

Fuente: BBC News

Un proyecto, que como puede verse en el mapa adjunto, debía atravesar el Mar Negro, para dirigirse hacia Europa Central e Italia del Sur. Miren en el mapa dónde se ubica Crimea en relación al South Stream.

3) El jueves 4 de diciembre, como un fantasma de otros tiempos, la prensa internacional amanecía con la noticia del resurgir de los conflictos en Grozny, ese espacio Checheno entre el Caspio y el Mar Negro.

Será también casualidad, pero uno de los episodios más virulentos de este «eterno» conflicto acaeció en 1999, cuando el precio del petróleo estaba a 12,27$/br.

Siempre les digo a mis alumnos que, que dos hechos pasen al mismo tiempo, no implica una relación de causa y efecto, no necesariamente un fenómeno se puede explicar por otro, por ocurrir los dos a la vez. Dicho esto, sin tener, ahora, más tiempo para pensar, dejo aquí noticia de esta casualidad.

Estos días estoy revisando las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudi, y por ilógico que en algunos casos parezca, tradicionalmente desde 1973 hasta ahora, el resultado de los «inexplicados» episodios en las variaciones del precio del petróleo, han conducido a reconfiguraciones geopolíticas. Al final, especialmente cuando ha bajado significativamente el precio del petróleo, tanto Arabia Saudita como Estados Unidos aparecen en el caballo ganador.

El mundo ya no es el que era, y el orden y las relaciones internacionales son mucho más complejas, pero esta semana, estas coincidencias, me han dado qué pensar. He recordado, también, esa cita extraída del New York times del 6 de marzo de 2014, ya comentada en una entrada anterior:  the crisis in Crimea is heralding the rise of a new era of American energy diplomacy, as the Obama administration tries to deploy the vast new supply of natural gas in the United States as a weapon to undercut the influence of the Russian president, Vladimir V. Putin, over Ukraine and Europe. 

El 6 de marzo eso podía ser, o no, considerado una desiderata, pero a la vista de los acontecimientos de esta última semana, y gracias a la sempiterna ayuda de Arabia Saudita, la cosa podría ser verdad.

¿El fin de Arabia Saudi como swing producer?

El pasado 27 de noviembre concluyó en Viena la ciento sexagésima sexta conferencia de la Organización de Países Productores de Petróleo. Hoy, la prensa y medios internacionales amanecieron desconcertados por una decisión, que si debo fiarme de mi instinto y capacidad para leer entre líneas, no contenta a los países consumidores, especialmente a determinados sectores de Estados Unidos.

Según leo en la nota de prensa de la OPEP, esta organización acordó mantener la producción a un nivel de 30 millones de barriles al día; lo que supone regresar a su nivel de producción de diciembre de 2011. Ante ello barrunto cierto descontento hacia la OPEP, por ser tan poco solidaria con el resto y no atajar el desplome en los precios del crudo, en un momento en el que, como muestra el gráfico adjunto, nos encontramos ante un exceso de producción.

Fuente: EIA

Fuente: EIA

Cabe recordar que esta coyuntura se da en un contexto en el que la OPEP sólo tiene un 30% de la cuota del mercado mundial, lo que significa que el 70% del crudo que hay en el mercado proviene de otros territorios del mundo; y en un contexto en el que la producción de petróleo estadounidense, desde Septiembre 2005, se ha más que duplicado, a la vez que sus importaciones de crudo se redujeron drásticamente. Por tanto, quede claro que lo que se le pide a la OPEP, como siempre ha hecho, es que reajuste lo que otros hacen. Lo que en la jerga se llama hacer de swing producer.

Muchos medios, como el Financial Times sostienen que la OPEP ha adoptado esta actitud para contrarrestar el efecto pernicioso que la profusión de petróleos no convencionales está teniendo sobre su capacidad de ejercer su supuesto poder de mercado. Ésta afirmación es divertida, pues significa que: a) no se está contento con la OPEP por que está haciendo lo que siempre se le había culpado de no hacer (permitir que los precios del petróleo bajaran) y, b) es admitir tácitamente que el sector del petróleo no convencional no puede sobrevivir si los precios son bajos, pues no cubrirán los costes de extracción. Aunque sólo sea por esto último, la OPEP ha tenido una victoria moral.

Dicho esto, en una situación tan confusa como esta, parece apropiado pensar en quienes pueden ser los ganadores y perdedores de este descenso de precios del petróleo, para intentar averiguar quién podría estar detrás de la situación actual.

Ni a los países de la OPEP ni a otros, como Rusia, esta situación les favorece especialmente, pues son economías cuyos ingresos dependen casi exclusivamente de sus exportaciones de crudo.

chart

Ahora, aquí no todos son iguales, pues algunos países como Argelia se verán muy perjudicados si el precio del crudo baja por debajo de los 80-90$/br, mientras que otros, como Kuwait tienen margen para soportar el descenso de los ingresos por exportación. Es más, el extraordinario desarrollo que en los últimos años han tenido los Fondos Soberanos (fondos de inversión estatales, que operan en los mercados financieros internacionales y se nutren de petrodólares), hace que algunos países exportadores de petróleo, puedan compensar la pérdida de ingresos obtenidos con la venta del petróleo, con las rentas obtenidas con sus inversiones a escala planetaria. Por ello, podría ser que la bajada de precios, sin beneficiar a los países exportadores de petróleo, en el corto plazo fuera tolerable para este grupo de países. Este sería un argumento que apoyaría la hipótesis, no de que el descenso del precio del crudo se debe a una actuación de la OPEP, pero sí de que su permanencia en el tiempo es debida a su falta de actuación.

Otro gran grupo de actores en este juego son las empresas del sector. Aquí valoraremos dos grupos de ellas, las tradicionalmente grandes empresas privadas transnacionales del sector, domiciliadas en Occidente, y las nuevas productoras de petróleo y gas no convencional estadounidenses. En este blog, ya hicimos unas reflexiones sobre las primeras, que llevarían a pensar que el descenso de los precios del crudo, para ellas, ahora, es realmente problemático, pues como ya se explicó, la principal fuente de negocio de las majors tradicionales es la venta de crudo. Prueba de ello son los datos que proporcionan Bichler & Nitzan en su última actualización de Energy Conflicts and Differential Profits, donde se observa que en este último año de descenso de los precios del petróleo, las empresas petro-core (British Petroleum, Chevron, Exxon, Mobil, Royal-Dutch/Shell and Texaco) han visto menguada la rentabilidad de sus activos. Esta rentabilidad todavía se verá más reducida si las acciones de estas empresas se siguen desplomando, como hoy lo han empezado a hacer.

Por lo que se refiere a las extractoras y comercializadoras de petróleo no convencional, este desplome de precios podría significar el estallido de la burbuja. Lo comentamos también en una entrada anterior. Y, a tenor de los comentarios de la prensa de hoy, parece evidente que el sector no podrá sobrevivir si siguen estos bajos precios.

Ante ello, parece bastante obvio que a las empresas occidentales del sector este descenso los perjudica considerablemente. Aunque, en opinión de quién escribe, ha sido la entrada en escena, de forma desordenada, caótica, casinística y especulativa, la que ha ocasionado la fiebre del petróleo, que ahora ocasiona el exceso de oferta mundial.

Por último, falta ver si en los países llamados consumidores, la actual situación nos conviene, o no. Es difícil, pues al menos, hay tres aspectos a considerar: a) el impacto sobre los costes energéticos para el consumidor final, b) el impacto sobre la balanza de pagos, y c) el impacto sobre el poder o la posición que puedan tener en el seno de la industria petrolera internacional.

El primero de estos puntos, aunque debiera, depende poco de los precios actuales del petróleo, y más del poder de monopolio que tengan las empresas suministradoras locales. Pensando en otros episodios similares en el pasado, es fácil adivinar que en algo bajará en precio del combustible, pero mucho menos que el precio del crudo. En los países consumidores occidentales, es muy probable que ello vaya así. Pero, hoy en día, los países importadores de petróleo -llamados países consumidores– ya no sólo son países de la OCDE. De hecho, el mapa adjunto muestra que el grueso del crudo de la OPEP se dirige hacia Asia. Siendo mucho más relevante el tráfico por los estrechos de Ormuz y de Malacca, que por el Canal de Suez.

StraitsTenemos menos experiencia histórica sobre cómo podrían actuar las empresas energéticas de las «otras» economías, pero pudiera ser que sí que trasladaran el menor precio del crudo a los consumidores finales (empresas no energéticas y familias). Si ello ocurriera, el descenso de los precios del crudo tendría un efecto asimétrico: escaso en la de la OCDE -salvo Japón, tal vez- y significativo en el resto del mundo consumidor.

El segundo aspecto, el impacto sobre la balanza de pagos es discutible también. Pues si bien es evidente que este descenso de precios debería disminuir la abultada factura exterior energética de países como España; también lo es que si se generan menos petrodólares, podrían disminuir las entradas de capital, que ayudan a equilibrar la balanza de pagos. Personalmente, me parecería perfecto que nuestras empresas dejaran de acudir a la Qatar Foundation o al Mudabala de los Emiratos Árabes Unidos para financiarse, pero esta es la realidad de hoy. Por ello, está por ver el efecto final en la factura exterior total.

Falta el tercer aspecto, lo que podría significar el descenso de precios sobre el poder de determinados actores, fundamentalmente de Estados Unidos, en la escena petrolera internacional. Como dije en la entrada el «milagro» de los precios del petróleo, lo que realmente está en juego en la partida petrolera actual no es la cantidad de petróleo importado, ni si el precio es alto o bajo; lo que está en juego es si alguien se encuentra en la posición en la que unilateralmente pueda influir sobre los precios mundiales, en función de sus propias necesidades. En mi opinión, esto es lo que buscaba el gobierno de Estados Unidos permitiendo el auge el shale gas y oil: recuperar una posición geo-energética privilegiada en la escena internacional. He repetido varias veces que, ello, es un farol. Siguiendo esta lógica, podría estar ocurriendo que se estén poniendo las cartas sobre la mesa y que se descubra que en vez de un póquer de ases, sólo se tenía la pareja de sietes.

A las dudas ya existentes sobre el volumen real y sobre la perdurabilidad de las reservas de petróleo y gas no convencional en Estados Unidos, el episodio de precios actual, muestra dos nuevos factores, probablemente no valorados cuando se inició la partida.

El primero, es algo que nos muestra la historia de la industria del petróleo internacional. Desde sus orígenes en el Siglo XIX, la extracción y comercialización individual, desorganizada y tipo «fiebre del oro» -como la de Dakota del Norte de hoy en día- ha generado una gran volatilidad en la oferta de crudo, ocasionando que el «mercado» funcione de forma más parecida a una montaña rusa, con periodos de abundancia y escasez sin relación con la demanda del mismo, que de forma estable. Es por ello que la industria petrolera internacional tiende a la cartelización, expulsando territorios y competidores no deseados. No es bonito, pero así se organizó la industria petrolera internacional durante el reinado de las siete hermanas, y durante el régimen del tándem Agencia Internacional de la Energía y OPEP, donde quedaba claro que los acuerdos se realizaban entre las empresas de los países exportadores y las de los países consumidores de la OCDE. Hoy, el fenómeno del shale en Estados Unidos, ha dinamitado estos acuerdos.

También los ha dinamitado el segundo factor: la expansión de países importadores de petróleo, o si se quiere, el hecho de que no sólo las empresas de los países de la OCDE sean las compradoras de petróleo en la OPEP. El mapa ubicado unos párrafos más arriba lo ilustra a la perfección. Hasta hace unos años, la OPEP y especialmente Arabia Saudita, hacía lo que se le pedía desde Occidente, porque éstos eran sus únicos compradores, sus únicos suministradores de bienes de todo tipo -desde consumo básico a armas-, y los únicos países por medio de los que reciclar sus petrodólares. Esto último, probablemente siga siendo cierto, pero lo primero, a la vista de los datos, indica que el cliente «más pequeño» de los exportadores de la OPEP de Oriente Medio es Estados Unidos. Así las cosas, ¿por qué le deberían hacer caso?

Desde los inicios de este blog, vengo diciendo que la geopolítica del petróleo ha cambiado. Esta es una prueba más ¿Podría la OPEP dejar de ser swing producer y dejar de reparar lo que otros hicieron mal? Es poco probable pues estos países dependen excesivamente de los ingresos del petróleo para su supervivencia, pero no hay que olvidar que las cosas ya no son cómo antes: a) su faceta financiera con los fondos soberanos les da un poder en la escena internacional que antes no tenían; b) tienen otros clientes que no son los de la OCDE, y c) Estados Unidos se ha portado de forma desleal con ellos, por permitir el desarrollo incontrolado y descontrolado de una industria petrolera autóctona, y por romper las alianzas y fomentar la inestabilidad en la región.

Aunque se sea Occidente, hay que ser un poco más humilde, generoso, cuidadoso o zalamero cuando se le pide a alguien que te arregle «los platos rotos». Si se quiere que la OPEP haga de swing producer, se la tendrá que mimar. Caso contrario, lo que hoy es un episodio, como ya hubo otros, se convertirá en el nuevo escenario de la industria petrolera internacional.

Transició, quina transició?

Lo tengo que decir, es mi deber de ciudadana del espacio político español. Estoy indignada, pues los ciudadanos de un lado y otro del Ebro estamos siendo ninguneados. No doy crédito de que ante el anunciado anuncio, ocurrido después de que aproximadamente un millón y medio de ciudadanos (que yo sepa, todavía españoles) salieran a la calle a pedir que se les dejara votar, nuestro Jefe del Estado y nuestro Presidente del Gobierno decidieran que este era el buen momento para salir del país, mientras además, dimitía el Ministro de justicia ¿Se darán cuenta de que ante el descontento de un porcentaje elevado de «su» población y ante un potencial riesgo de secesión, lo que hay que hacer es estar y hacer política? En fin…daría mucho de qué hablar, pero sé que este no es lugar.

En medio de todo este esperpento político, ayer se presentó El llibre blanc de la transició nacional de Catalunya del que reconozco sólo haberme mirado la síntesis de 136 páginas. En esta síntesis, escasas tres páginas se dedican a la transición energética. Son sólo tres páginas, pero son descorazonadoras. Sí, hablan de las renovables y dicen que se ha de incrementar su uso, pero en ellas se encuentran perlas que indican la transición es hacia ninguna parte, pues:

a) no nos tenemos que preocupar ya que aunque no tenemos ni petróleo, ni gas natural ni uranio, sí que tenemos nucleares, petroquímica y centrales de ciclo combinado que nos aseguran el suministro sin problemas hasta el 2020 ; además, en el caso del sistema gasista debemos seguir conectados al sistema peninsular, asegurando la interconexión con Francia, y en el caso de las nucleares todo ha de seguir igual.(sic!)

b) como estas infraestructuras son de multinacionales privadas que se ocupan del ciclo completo (desde la generación a la comercialización final) y considerarán a Catalunya una parte significativa de su mercado, les mateixes regles del joc empresarial faran que la seva gestió sigui més eficient i normalitzada possible (sic!);

Y, cuando se habla de lo que será una buena transición energética, entre otros puntos, parece que será buena, ya que consistirá en asegurar los proveedores estratégicos, renovar y continuar con el marco regulador de la política energética y con los contratos ya existentes de las empresas, que ya prestan actualmente estos servicios en Cataluña; consitirá en negociar o replicar los organismos (españoles) operadores y reguladores, y, lo que ya es de traca.., consistirá en hacer la delimitación de las aguas marinas de Catalunya para asegurar el aprovechamiento de sus recursos energéticos fosiles (petróleo y gas)…(sic!, sic!, sic!)

Bueno, sobran las palabras.

Lo sé, esta es una entrada circunstancial y hay un sesgo en la información que porporciono, pero está en el texto, no me la invento. Esta es una entrada para desfogarme de mi superlativo enfado, pero es también de denuncia; de denuncia a la estafa del proyecto de transició nacional energética de Catalunya. No la hay, y basta. Así, que me pregunto ¿para qué hacer este dolorosísimo camino?.

Hoy lo que entiendo, al menos por lo que a la transició energética se refiere, es que el libro no esta escrito para nosotros, para els ciutadans i ciutadanes de Catalunya; debe ser un bálsamo. Un bálsamo para las empresas, que a cambio tendrán la delicadeza de hacernos la factura en català….