El otro lado del precio del crudo

 

El artículo que escribí para esa buena e interesante iniciativa, a la que hay que apoyar, que es la revista Alternativas Económicas, empieza así; los precios del petróleo suben o bajan por causas de economía política, aunque la teoría dominante limite la explicación a la relación entre la oferta y la demanda (…). Y, casi acaba diciendo que (…) bien podría ser que el reciente desplome de precios se deba a una estrategia de los poderosos del monopolio para expulsar a toda la competencia molesta. (…)

Si les apeteciera leerlo entero, aquí tienen la versión completa del otro lado del precio del crudo.

Especulando sobre los cambios en ARAMCO

Ayer y hoy, la prensa nos informa de los cambios que se están produciendo en Arabia Saudí y, en concreto en ARAMCO. Este acrónimo que, como ya he explicado en otras ocasiones, significa ARabian AMerican (Oil) COmpany. De facto, la creación de esta compañía fue el efecto colateral de los Acuerdos de San Remo (1920) en los que británicos y franceses se repartieron el control del petróleo del recientemente extinto Imperio Otomano. Británicos y franceses estaban interesados en los yacimientos de Persia y Mesopotamia, y lo que hoy es Arabia Saudi quedó fuera de este reparto. Es por ello, que cuando las empresas estadounidenses reclamaron su parte «del pastel» se les otorgó ese gran pedazo de desierto.

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Fuente: ARAMCO

Hace unos años leí un libro titulado Dios, oro y petróleo : la historia de Aramco y los reyes saudíes de Anthony Cave Brown; que me perdone el autor, pero no es un gran libro, sin embargo explica muy bien una cuestión. Al leerlo se entiende a la perfección que la creación de la moderna Arabia Saudí y de la monarquía que la creó, la iniciada por Abdelaziz bin Saud, ha ido pareja a la creación de ARAMCO. Desde este punto de vista, el  término petromonarquía cobra su pleno sentido. Una petromonarquía no lo es porque ésta gobierne un país rico en hidrocarburos, sino porque su razón intrínseca de ser es el petróleo. El  petróleo fue la razón por la que en la recomposición de Oriente Medio que ocasionó el desmembramiento del Imperio Otomano, se trazaron ciertas fronteras y se crearon determinados estados; la custodia del petróleo y la necesidad de un interlocutor local fue la razón por la que se apoyaron a unos señores feudales como los Saud, en detrimento e otros; y el petróleo ha sido el principal instrumento de intervención pública de estas monarquías. Es más, en casos como el saudí, en el que, de facto, ARAMCO es propiedad del monarca, es él mismo, quien con lógica feudal, marca el reparto de la renta entre sus súbditos y entre las distintas «familias» reales.

De ahí que piense que una reestructuración de ARAMCO es una reestructuración del poder. No soy saudióloga, pero en un momento como el actual, estos cambios podrían darnos pistas sobre los misterios de la sucesión saudi en un momento tan delicado, como escribe hoy Lluís Bassets, con Arabia Saudí en guerra en Yemen y con creciente protagonismo en la región y en el mundo, gracias a su vocación de liderazgo árabe frente a Irán y su capacidad para actuar sobre los precios del petróleo. 

Si aquello que dice Bassets,hoy -que apunta a Mohamed bin Salmán al Saud (MBS) como segundo en la línea de sucesión-, se une con lo que nos decía Ángeles Espinosa, ayer -que MBS presidirá el flamante consejo supremo de ARAMCO-, pocas serán las dudas sobre quién será uno de los hombres fuertes del reino saudí. Es más, en su artículo A. Espinosa apunta la posibilidad de que la cartera ministerial del petróleo vaya a pasar a un miembro de la familia real. Según esta corresponsal esta noticia sería una novedad, ya que tradicionalmente se consideraba que dar ese puesto a un miembro de la realeza afectaría al delicado equilibrio del poder entre las distintas ramas de la monarquía.

Yo, me pierdo entre los actuales descendientes de los 45 varones que el fundador de la dinastía tuvo con sus 22 esposas, pero todos estos cambios me sugieren dos cuestiones. La primera es interna, y tiene que ver con la lógica de funcionamiento de un estado -o monarquía- rentista y distribuidor. La segunda, por el contrario es externa y tiene que ver con los cambios que deben de estarse produciendo en la estructura de gobernanza internacional del petróleo.

Sobre la primera cuestión, la experiencia indica que cuando entre los círculos del poder se modifican los criterios de distribución de la renta (de los ingresos recibidos por la venta del petróleo en el exterior), emergen batallas –inter pares– fratricidas. Ante ello, los distintos grupos en conflicto (sean ramas de la familia al Saud o clanes en otros lugares) buscan la complicidad de una población que, hasta ese momento, había sido ninguneada como sujeto político. Es por ello que sorprende que en la misma página de El País de ayer se nos diga que se están produciendo cambios en ARAMCO y que las mujeres saudíes, después del verano, podrán votar por primera vez en la historia. Como se pueden imaginar estoy encantada de que las mujeres puedan votar, en Arabia Saudí y en cualquier lugar del mundo, pero esto me recuerda demasiado a cuando en Argelia, a finales de los 1980s, ante una gran crisis de legitimidad -y de desacuerdo entre los clanes del poder- del régimen, se decidió que el pluripartidismo y las elecciones restablecerían la legitimidad perdida. Lo sé, suena raro, pero es lo que me vino a la mente, ayer.

La segunda cuestión que me vino al espíritu, no es en clave interna, sino externa. Como he apuntado en entradas anteriores, algo está ocurriendo en la estructura de gobernanza internacional del petróleo. Para mi, el último descenso de los precios, así lo atestigua. En mi opinión, aunque se han formulado muchas especulaciones sobre el porqué y las consecuencias de este descenso de precios, hay una tema que se ha tratado poco. Este es la necesidad de acomodar la actual estructura de gobernanza a la nueva realidad del «mercado» del petróleo.

Hasta día de hoy, el poder de la industria petrolera internacional estaba controlado, fundamentalmente, por los intereses petroleros estadounidenses, bajo el paraguas de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), y por los de Arabia Saudí, bajo el paraguas de la OPEP.  El reciente descenso de los precios, como intenté esbozar en unos pocos gráficos, apunta a que están desapareciendo los paraguas (las alianzas de Estados Unidos con el resto de países consumidores en el seno de la IEA, o si se prefiere la OCDE, y las alianzas de Arabia Saudí en el seno de la OPEP), pero que el poder y la alianza petrolera de Estados Unidos y de Arabia Saudi se mantienen intactas desde la creación de ARAMCO. A mi modo de ver, aquí, lo que no se mantiene intacto es la emergencia de China y de algunas de sus principales compañías petroleras, como principal cliente de esta compañía y de otras de la región. Ya lo dije, pero lo vuelvo a repetir, en la actualidad casi el 75% del petróleo que sale de Oriente Medio pasa el Estrecho de Ormuz y el de Malacca, hacia el Pacífico.

Ante ello, y ante el inmenso mercado que se abriría en China para las grandes compañías petroleras internacionales, los cambios que están ocurriendo en ARAMCO también podrían tener que ver con el diseño de una nueva estructura de gobernanza internacional del petróleo, en la que el poder de Estados Unidos y Arabia Saudí se mantendría, pero se considerarían las necesidades de China. Una nuevo orden petrolero, gobernado a tres bandas, en la que la OPEP y la IEA perderían sentido. Si esta especulación fuera cierta, tal los cambios en ARAMCO podrían tener que ver con ello: con la necesidad de un nuevo timonel no lastrado por alianzas y conflictos anteriores y capaz de abandonar definitivamente el barco de la OPEP.

En fin, todo son especulaciones, pero para esto sirven los blogs, ¿no? Aunque…¿y si fuera verdad?

Siguiendo con la parrilla ética de la transición energética

De alguna manera, como siempre he ido esbozando en este blog, y el subtítulo del mismo así lo atestigua, la transición energética es y ha de ser una transición política. De ahí, la necesidad de la ética de la transición.

En nuevas cartografías de la energía, creo que desde el inicio, dejamos claro que pasar a producir energía a partir de fuentes renovables, en sí mismo, no significaría la transición; significaría un cambio de fuentes energéticas -de energía fósil y nuclear a renovables-, pero no un cambio en el modelo energético, que es algo mucho más amplio y complejo. Dicho de otro modo, si los actuales monopolios energéticos, especialmente los eléctricos, controlaran mega instalaciones eólicas y solares, conectaran «sus» cables a ellos y nos vendieran, en sus condiciones, la electricidad; todo seguiría igual. Máxime si nos limitamos a hacer adaptaciones, sin crear cosas distintas. Por ejemplo, algo como cambiar el coche de motor de combustión por uno eléctrico.

En este caso, los tres cambios relevantes serían: a) la pérdida de relevancia de los territorios de los llamados países productores y, con ello, un cambio fundamental en la geopolítica del petróleo y en la definición de los espacios geo-energéticos mundiales; b) el traspaso de parte del poder de la industria petrolera internacional a la industria eléctrica o energética no fósil; y, c) la reducción sustancial de la factura energética exterior, que como ya es bien sabido en España significa en torno, en función de la evolución de los precios del crudo, unos 50.000 millones de € al año. Factura que para los ciudadanos, según calcula Ramon Sans del colectivo CMES, se traduce en unos 125.000 millones de € al año.

Fuente: ECF, Roadmap2050

Fuente: ECF, Roadmap2050

Para algún@s, estos cambios ya supondrían una gran variación. Como decía un alumno mío, y que me perdone por utilizarlo aquí, «un cambio de este tipo, ya sería un óptimo de Pareto», pues la situación mejoraría, sin que nadie empeorara. Cierto, mejoraría a nivel climático, podría servir para la definición de nuevos espacios políticos, de nuevas territorialidades, e implicaría un gran ahorro en el pago de las fuentes energéticas.

Sin embargo, un cambio de este tipo, no alteraría para nada la esencia ni la estructura ni de las relaciones de poder actuales. Por ejemplo, si se produjera un cambio de este tipo, los municipios no verían alterado ninguna de sus actuales (no) competencias en política energética. Los pueblos y ciudades se conectarían a una red centralizada y externa, equivalente a la actual, por la que en vez de energía sucia fluiría energía «limpia».

Por ello, ahora que se acercan las elecciones municipales, mi consejo para aquellos partidos y formaciones que acuden a las elecciones con la voluntad de ser políticamente correctos, pero deseando que «todo siga igual», es que que apoyen una opción de este tipo. Esta es la opción fácil, pues no hay que hacer nada, sólo dejar que las eléctricas dirijan la transición.

Para las otras formaciones y partidos, aquellos que realmente quieren el cambio, la cuestión es mucho más difícil, pues es un largo proceso profundamente político.La política de la transición energética se inicia en el mismo momento en el que se ha de decidir qué modelo de renovables se quiere: uno centralizado como el que he esbozado o uno distribuido de autogeneración local, todavía por definir (piénsese que esta es una elección que con la energía fósil ni se tuvo ni se pudo hacer, pues las fuentes fósiles tienen localizaciones específicas, mientras las renovables son universales y distribuidas). Esto es lo primero y esencial que se debería plantear cualquiera que en su programa «llevara» el cambio energético. Es la decisión previa.

Como se ha dicho, si se opta por un modelo centralizado, ya no queda nada más que hacer, pero si la opción es la contraria, se abre un largo camino, pues la transición es un proceso; un camino con fecha de caducidad, pero largo, y en el cual se ha de mantener la estabilidad y la seguridad del suministro.

Para este camino, me atrevo a esbozar una pequeña hoja de ruta y una parrilla ética.

1) La meta es un modelo descentralizado, distribuido, 100% renovable, por ello cualquier medida de normativa municipal, inversión en la red… que se adopte ha de ir en esa dirección. Por ejemplo, si se hiciera una normativa de terrados, aunque no se instale nada en ellos, ya deberíamos prever que en el futuro lo haremos.

2) Si el el medio plazo se tuviera que optar por una tecnología de transición, opción híbrida o medida concreta, siempre se debería optar por aquella que no hipoteque ni materialmente ni financieramente, ni retrase, la opción de las renovables.

Pongo ejemplos de dos tipos. El primero, si se tuviera que hacer una nueva planta de generación y todavía no dispusieramos de una opción 100% renovable, mejor una de cogeneración de gas, a la que después se podría cambiar el gas por el hidrógeno que algún tipo de instalación que no podamos «reciclar».  El segundo, polémico y de gran actualidad, si se han de adoptar medidas para combatir la pobreza energética, no apostar por el bono social, que sólo es pagar -¿con nuestros impuestos?- a las empresas del viejo sistema para que sigan haciendo lo mismo; y apostar por financiar autogeneración doméstica renovable para todas aquellas familias que lo necesiten: será más barato, será renovable, se autofinanciará en poco tiempo y tendrá un potente efecto demostración.

3) Por las fuertes resistencias que vendrán del «mundo fósil» y porqué la involución es muy probable, la transición energética ha de ser necesariamente un proceso consensuado, participativo y de cooperación ciudadana. Caso contrario está condenado al fracaso.

Evidentemente, todavía hay muchas cuestiones para analizar, entre las cuales, la no menor de la financiación, pero me parece que esta idea de proceso es esencial. De hecho, el CMES, colectivo al que pertenezco, trabaja en esta línea: en pensar la transición en etapas.

Por ahora, como ya apunté en una entrada anterior, en la que criticaba los rickshaws turísticos que invaden mi barrio, mi preferencia para esta transición es que sea moralmente aceptable y recoja lo mejor de ambos mundos (del fósil y del renovable). Para pensar en ello, he elaborado una pequeña parrilla que nos sirva de brújula en el proceso.

Sin títuloSería bueno, que cualquier opción se pasara por este tamiz. Así, pasando por esta parrilla cualquier megaproyecto de renovables, no pasa la «prueba del algodón», pues al menos favorece la concentración de poder, la mercantilización del suministro del sol o del aire y la exclusión (o la creación de pobres energéticos). En el otro extremo, el rickshaw tampoco pasa la prueba, pues un congénere es mi fuente de energía e implica trabajo (energético) humano. Entre ambas cosas, tendremos que encontrar el camino de la transición.

Nuevos apuntes sobre los precios del petróleo

Un joven amigo libertario de la blogosfera, Helios E.M., hace unas semanas, me hizo llegar sus reflexiones e interpretaciones de lo que estaba ocurriendo con los precios del petróleo. Encuentro que su artículoAlgunos apuntes sobre los precios del petróleo, el fracking y la nueva situación energética, es un buen compendio de muchas de las interpretaciones que se han escrito. En este sentido complementa muy bien las entradas que, sobre este tema, hemos ido realizadondo en este blog.

Para complementar, a su vez, estas contribuciones, quiero añadir tres gráficos que dan mucho que pensar y que, por si solos muestran algo que es evidente, pero que se recoge en pocos análisis.

Primer hecho, el del gráfico 1. El llamado primer shock del petróleo coincide con el momento en el que la economía estadounidense empieza a importar significativamente de Oriente Medio. Ello, a su vez coincide con la creación de la Agencia Internacional de la Energía.

Fuente:EIA, US Crude oil imports y elaboración propia

Origen de las importaciones de crudo de EE:UU. Fuente:EIA, US Crude oil imports y elaboración propia

Segundo hecho, el del gráfico 2. Desde finales de la década de los 1970, y hasta el Siglo XXI, los precios del crudo no hicieron otra cosa que bajar.

preciosTercer hecho, el del gráfico 3. que muestra la evolución de las exportaciones de crudo mundiales (punteado azul) y de la cuota de mercado de la OPEC (línea roja) y los países MENA (línea verde). Esta evolución indica que al mismo tiempo que los dos hechos anteriores ocurrían, la OPEP, y especialmente las exportaciones de crudo desde Oriente Medio y el Norte de África, perdieron cuota de mercado ( de casi el 80% a en torno al 40%)

Fuente:IEA, Oil Statistics (varios años) y elaboración propia

Fuente:IEA, Oil Statistics (varios años) y elaboración propia

Cualquier alumno de primero de economía les dirá que si se da una situación en la que entra un nuevo «demandante», del volumen de Estados Unidos; en la  que bajan los precios y, además, se pierde cuota de mercado, es que no hay ni monopolio ni cártel. Esto es lo evidente. Por ello, tal vez ha llegado el momento de repensar seriamente ¿por qué en la escena petrolífera internacional bajan y suben los precios? y ¿qué significado, ello, puede tener? y ¿qué papel ha jugado la OPEP en todo ello?.

 

Vías romanas y gasoductos, una curiosidad para la noche de Reyes

Como todos los años, aunque nos olvidemos sistemáticamente, el periodo de festividades navideñas, es de lo más atareado. Es casi un milagro de Navidad tener dos o tres horas libres para una misma. Quería hacer esta entrada, desde que en una de esas actividades previas a las festividades como son los aperitivos, cenas u otros menesteres, un compañero de trabajo, después de que yo le contara una de mis fantasías, como tal nunca realizada, de escribir una guía turística de las principales vías romanas secundarias de Hispania, me espetó, «pues yo tengo unos amigos que han escrito un artículo sobre ello y las han cartografiado todas. Mañana te mando el artículo». Como así fue.

Vía Romana en el Puerto del Pico, Sierra de Gredos

Vía Romana en el Puerto del Pico, Sierra de Gredos

Espero que mi colega no se moleste por aparecer en este blog, pero le estoy muy agradecida. El artículo en cuestión es de Pau de Soto y César Carreras Montfort y se titula, La movilidad en época romana en Hispania. Aplicaciones de análisis de redes (SIG) para el estudio diacrónico de las infraestructuras de transporte y se puede leer en libre acceso. Es uno de esos artículos que dan endivia, de esos que al verlos piensas, que de mayor es a lo que te quisieras dedicar. Me encanta ver que el estudio de épocas remotas y de la Roma clásica tiene aplicaciones contemporáneas.

Este último comentario, y que me perdonen los lectores, se lo tenía guardado al Conseller de Sanitat de la Generalitat de Catalnya, Sr. Boi Ruíz, que en algún momento declaró, el que no pot ser és que la universitat formi gent amb diners públics, com filòlegs clàssics, que no podran anar al mercat (Sic!). Bueno, pues aunque creo que Pau Soto y César Carreras son arqueólogos, y no filólogos, que le valga este artículo al Conseller para ir reflexionando antes de hacer declaraciones tan temerarias sobre determinadas carreras universitarias, ya que las conclusiones que arroja el artículo son argumentos de peso, es decir científicos, que ayudarían a apoyar algo tan cacareado por el gobierno del que él forma parte: el corredor de mercancías mediterráneo. Pues, el artículo concluye diciendo que … a mediados del siglo XIX cuando comienzan a construirse las infraestructuras ferroviarias, Manuel Duran Bas apoye una propuesta del Sr. Lujan de crear una red en forma de H que vincule los principales centros económicos de la Península y los puertos franceses, del este al oeste con dos ejes […] con dos viales: uno Barcelona-Figueres-Francia y el otro Pamplona-Irún-Francia, entendiendo que esta estructura favorecería una mayor movilidad y rapidez en las comunicaciones. Resulta sorprendente que esta estructura en forma de H tenga una mayor similitud con la red viaria romano que con cualquier otra posterior. 

Para mi, otra cosa sorprendente de este artículo es que al ver uno de los mapas, que estos dos arqueólogos han elaborado, no pude evitar recordar la red de gasoductos de la Península Ibérica, pues salvo por los ramales que, para traer el gas del Norte de África hacia Madrid y la Cornisa Cantábrica, de Sur a Norte atraviesan el centro de la misma, el trazado del transporte del gas en España parece calcado del de la movilidad romana.

Fuente: Soto y Carreras (2009, Fig. 3, p.310

Fuente: Soto y Carreras (2009, Fig. 3, p.310

gasoductos_grandeDeseo que a los autores del artículo no les moleste que emplee una de sus imágenes para ilustrar tal hallazgo, pero es que me encantó. No sólo por haber encontrado una aplicación adicional a su estudio, sino por ilustrar a la perfección la riqueza de la pluridisciplinariedad. Dos cosas me parecen extraordinarias del artículo, el que se haga un análisis económico, cuya justificación se remonte a los caminos de Roma, y que en él quede claro que las infraestructuras son instrumentos para crear espacios políticos, por ello su realización pocas veces se debe estrictamente a razones económicas.

Una lectura de estos mapas nos dice que cuando la capital del Imperio era Roma, el criterio del coste en el transporte de mercancías y personas era esencial, pues fundamentalmente los caminos en Hispania eran lugares de tránsito desde y hacia lugares del Imperio. Cosa que ya no es la estructura de carreteras y ferrocarril en España, cuyo objetivo era comunicar la capital con el resto de localidades. Sin embargo, bizarramente, la estructura de gasoductos sí que remite a esa antigua comunicación en el marco de lo que fue el Imperio romano. Observando que la actual cartografía del gas en la Península Ibérica se asemeja más a la antigua cartografía romana, me vuelvo a preguntar lo mismo de siempre: ¿para qué queremos tantas infraestructuras gasísticas, si éstas no llevan a ninguna parte más allá de los Pirineos?

Sería demasiado largo responder a esta pregunta, más para alguien como yo que ha pasado de defender que la Península Ibérica debía de ser un territorio del tránsito del gas y de la electricidad generada con el mismo, desde África hacia Europa central, a ser alguien que, a la luz del extremo e inmoral poder de los monopolios energéticos, se ha convertido a la causa de los modelos de producción de energía descentralizados y de red distribuida, donde la red de gas a la romana actual no tendría cabida. Dicho esto, sigo pensando que la creación de infraestructuras es una de las bases para la construcción de espacios políticos, de territorio y de territorialidad. Por ello, artículos como el que aquí presento también nos han de servir para tomar decisiones sobre nuestra política energética.

El fin de Arabia Saudi como swing producer, ¿y si no fuera verdad?

Esta será una entrada breve y de circunstancias, que pretende añadir un aspecto a la entrada de hace una semana. Lo pensé ya al escribirlo, pero no quise ir de listilla, de zabetta, como diría un buen amigo mío, cuando se refiere a mi.  Sin embargo, esta semana se han encadenado tres noticias, que me llevan a pensar que esta, también, debiera ser una hipótesis a considerar.

1) Leo en The Guardian del pasado miércoles que el rublo tiene problemas. De ese artículo, destaca la frase, never since the financial crash of 1998 has the national currency seemed so weak. Bueno, pues también en 1998 el precio del petróleo estaba por los suelos, 12,07$/br. Después de ello, se inicio, una de las mayores transformaciones de la industria (occidental) petrolera internacional.

2) Un par de días antes, también se anunciaba, como resultado de una derrota diplomática, que Russia abandonaba el proyecto del South Stream.

Fuente: BBC

Fuente: BBC News

Un proyecto, que como puede verse en el mapa adjunto, debía atravesar el Mar Negro, para dirigirse hacia Europa Central e Italia del Sur. Miren en el mapa dónde se ubica Crimea en relación al South Stream.

3) El jueves 4 de diciembre, como un fantasma de otros tiempos, la prensa internacional amanecía con la noticia del resurgir de los conflictos en Grozny, ese espacio Checheno entre el Caspio y el Mar Negro.

Será también casualidad, pero uno de los episodios más virulentos de este «eterno» conflicto acaeció en 1999, cuando el precio del petróleo estaba a 12,27$/br.

Siempre les digo a mis alumnos que, que dos hechos pasen al mismo tiempo, no implica una relación de causa y efecto, no necesariamente un fenómeno se puede explicar por otro, por ocurrir los dos a la vez. Dicho esto, sin tener, ahora, más tiempo para pensar, dejo aquí noticia de esta casualidad.

Estos días estoy revisando las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudi, y por ilógico que en algunos casos parezca, tradicionalmente desde 1973 hasta ahora, el resultado de los «inexplicados» episodios en las variaciones del precio del petróleo, han conducido a reconfiguraciones geopolíticas. Al final, especialmente cuando ha bajado significativamente el precio del petróleo, tanto Arabia Saudita como Estados Unidos aparecen en el caballo ganador.

El mundo ya no es el que era, y el orden y las relaciones internacionales son mucho más complejas, pero esta semana, estas coincidencias, me han dado qué pensar. He recordado, también, esa cita extraída del New York times del 6 de marzo de 2014, ya comentada en una entrada anterior:  the crisis in Crimea is heralding the rise of a new era of American energy diplomacy, as the Obama administration tries to deploy the vast new supply of natural gas in the United States as a weapon to undercut the influence of the Russian president, Vladimir V. Putin, over Ukraine and Europe. 

El 6 de marzo eso podía ser, o no, considerado una desiderata, pero a la vista de los acontecimientos de esta última semana, y gracias a la sempiterna ayuda de Arabia Saudita, la cosa podría ser verdad.

¿El fin de Arabia Saudi como swing producer?

El pasado 27 de noviembre concluyó en Viena la ciento sexagésima sexta conferencia de la Organización de Países Productores de Petróleo. Hoy, la prensa y medios internacionales amanecieron desconcertados por una decisión, que si debo fiarme de mi instinto y capacidad para leer entre líneas, no contenta a los países consumidores, especialmente a determinados sectores de Estados Unidos.

Según leo en la nota de prensa de la OPEP, esta organización acordó mantener la producción a un nivel de 30 millones de barriles al día; lo que supone regresar a su nivel de producción de diciembre de 2011. Ante ello barrunto cierto descontento hacia la OPEP, por ser tan poco solidaria con el resto y no atajar el desplome en los precios del crudo, en un momento en el que, como muestra el gráfico adjunto, nos encontramos ante un exceso de producción.

Fuente: EIA

Fuente: EIA

Cabe recordar que esta coyuntura se da en un contexto en el que la OPEP sólo tiene un 30% de la cuota del mercado mundial, lo que significa que el 70% del crudo que hay en el mercado proviene de otros territorios del mundo; y en un contexto en el que la producción de petróleo estadounidense, desde Septiembre 2005, se ha más que duplicado, a la vez que sus importaciones de crudo se redujeron drásticamente. Por tanto, quede claro que lo que se le pide a la OPEP, como siempre ha hecho, es que reajuste lo que otros hacen. Lo que en la jerga se llama hacer de swing producer.

Muchos medios, como el Financial Times sostienen que la OPEP ha adoptado esta actitud para contrarrestar el efecto pernicioso que la profusión de petróleos no convencionales está teniendo sobre su capacidad de ejercer su supuesto poder de mercado. Ésta afirmación es divertida, pues significa que: a) no se está contento con la OPEP por que está haciendo lo que siempre se le había culpado de no hacer (permitir que los precios del petróleo bajaran) y, b) es admitir tácitamente que el sector del petróleo no convencional no puede sobrevivir si los precios son bajos, pues no cubrirán los costes de extracción. Aunque sólo sea por esto último, la OPEP ha tenido una victoria moral.

Dicho esto, en una situación tan confusa como esta, parece apropiado pensar en quienes pueden ser los ganadores y perdedores de este descenso de precios del petróleo, para intentar averiguar quién podría estar detrás de la situación actual.

Ni a los países de la OPEP ni a otros, como Rusia, esta situación les favorece especialmente, pues son economías cuyos ingresos dependen casi exclusivamente de sus exportaciones de crudo.

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Ahora, aquí no todos son iguales, pues algunos países como Argelia se verán muy perjudicados si el precio del crudo baja por debajo de los 80-90$/br, mientras que otros, como Kuwait tienen margen para soportar el descenso de los ingresos por exportación. Es más, el extraordinario desarrollo que en los últimos años han tenido los Fondos Soberanos (fondos de inversión estatales, que operan en los mercados financieros internacionales y se nutren de petrodólares), hace que algunos países exportadores de petróleo, puedan compensar la pérdida de ingresos obtenidos con la venta del petróleo, con las rentas obtenidas con sus inversiones a escala planetaria. Por ello, podría ser que la bajada de precios, sin beneficiar a los países exportadores de petróleo, en el corto plazo fuera tolerable para este grupo de países. Este sería un argumento que apoyaría la hipótesis, no de que el descenso del precio del crudo se debe a una actuación de la OPEP, pero sí de que su permanencia en el tiempo es debida a su falta de actuación.

Otro gran grupo de actores en este juego son las empresas del sector. Aquí valoraremos dos grupos de ellas, las tradicionalmente grandes empresas privadas transnacionales del sector, domiciliadas en Occidente, y las nuevas productoras de petróleo y gas no convencional estadounidenses. En este blog, ya hicimos unas reflexiones sobre las primeras, que llevarían a pensar que el descenso de los precios del crudo, para ellas, ahora, es realmente problemático, pues como ya se explicó, la principal fuente de negocio de las majors tradicionales es la venta de crudo. Prueba de ello son los datos que proporcionan Bichler & Nitzan en su última actualización de Energy Conflicts and Differential Profits, donde se observa que en este último año de descenso de los precios del petróleo, las empresas petro-core (British Petroleum, Chevron, Exxon, Mobil, Royal-Dutch/Shell and Texaco) han visto menguada la rentabilidad de sus activos. Esta rentabilidad todavía se verá más reducida si las acciones de estas empresas se siguen desplomando, como hoy lo han empezado a hacer.

Por lo que se refiere a las extractoras y comercializadoras de petróleo no convencional, este desplome de precios podría significar el estallido de la burbuja. Lo comentamos también en una entrada anterior. Y, a tenor de los comentarios de la prensa de hoy, parece evidente que el sector no podrá sobrevivir si siguen estos bajos precios.

Ante ello, parece bastante obvio que a las empresas occidentales del sector este descenso los perjudica considerablemente. Aunque, en opinión de quién escribe, ha sido la entrada en escena, de forma desordenada, caótica, casinística y especulativa, la que ha ocasionado la fiebre del petróleo, que ahora ocasiona el exceso de oferta mundial.

Por último, falta ver si en los países llamados consumidores, la actual situación nos conviene, o no. Es difícil, pues al menos, hay tres aspectos a considerar: a) el impacto sobre los costes energéticos para el consumidor final, b) el impacto sobre la balanza de pagos, y c) el impacto sobre el poder o la posición que puedan tener en el seno de la industria petrolera internacional.

El primero de estos puntos, aunque debiera, depende poco de los precios actuales del petróleo, y más del poder de monopolio que tengan las empresas suministradoras locales. Pensando en otros episodios similares en el pasado, es fácil adivinar que en algo bajará en precio del combustible, pero mucho menos que el precio del crudo. En los países consumidores occidentales, es muy probable que ello vaya así. Pero, hoy en día, los países importadores de petróleo -llamados países consumidores– ya no sólo son países de la OCDE. De hecho, el mapa adjunto muestra que el grueso del crudo de la OPEP se dirige hacia Asia. Siendo mucho más relevante el tráfico por los estrechos de Ormuz y de Malacca, que por el Canal de Suez.

StraitsTenemos menos experiencia histórica sobre cómo podrían actuar las empresas energéticas de las «otras» economías, pero pudiera ser que sí que trasladaran el menor precio del crudo a los consumidores finales (empresas no energéticas y familias). Si ello ocurriera, el descenso de los precios del crudo tendría un efecto asimétrico: escaso en la de la OCDE -salvo Japón, tal vez- y significativo en el resto del mundo consumidor.

El segundo aspecto, el impacto sobre la balanza de pagos es discutible también. Pues si bien es evidente que este descenso de precios debería disminuir la abultada factura exterior energética de países como España; también lo es que si se generan menos petrodólares, podrían disminuir las entradas de capital, que ayudan a equilibrar la balanza de pagos. Personalmente, me parecería perfecto que nuestras empresas dejaran de acudir a la Qatar Foundation o al Mudabala de los Emiratos Árabes Unidos para financiarse, pero esta es la realidad de hoy. Por ello, está por ver el efecto final en la factura exterior total.

Falta el tercer aspecto, lo que podría significar el descenso de precios sobre el poder de determinados actores, fundamentalmente de Estados Unidos, en la escena petrolera internacional. Como dije en la entrada el «milagro» de los precios del petróleo, lo que realmente está en juego en la partida petrolera actual no es la cantidad de petróleo importado, ni si el precio es alto o bajo; lo que está en juego es si alguien se encuentra en la posición en la que unilateralmente pueda influir sobre los precios mundiales, en función de sus propias necesidades. En mi opinión, esto es lo que buscaba el gobierno de Estados Unidos permitiendo el auge el shale gas y oil: recuperar una posición geo-energética privilegiada en la escena internacional. He repetido varias veces que, ello, es un farol. Siguiendo esta lógica, podría estar ocurriendo que se estén poniendo las cartas sobre la mesa y que se descubra que en vez de un póquer de ases, sólo se tenía la pareja de sietes.

A las dudas ya existentes sobre el volumen real y sobre la perdurabilidad de las reservas de petróleo y gas no convencional en Estados Unidos, el episodio de precios actual, muestra dos nuevos factores, probablemente no valorados cuando se inició la partida.

El primero, es algo que nos muestra la historia de la industria del petróleo internacional. Desde sus orígenes en el Siglo XIX, la extracción y comercialización individual, desorganizada y tipo «fiebre del oro» -como la de Dakota del Norte de hoy en día- ha generado una gran volatilidad en la oferta de crudo, ocasionando que el «mercado» funcione de forma más parecida a una montaña rusa, con periodos de abundancia y escasez sin relación con la demanda del mismo, que de forma estable. Es por ello que la industria petrolera internacional tiende a la cartelización, expulsando territorios y competidores no deseados. No es bonito, pero así se organizó la industria petrolera internacional durante el reinado de las siete hermanas, y durante el régimen del tándem Agencia Internacional de la Energía y OPEP, donde quedaba claro que los acuerdos se realizaban entre las empresas de los países exportadores y las de los países consumidores de la OCDE. Hoy, el fenómeno del shale en Estados Unidos, ha dinamitado estos acuerdos.

También los ha dinamitado el segundo factor: la expansión de países importadores de petróleo, o si se quiere, el hecho de que no sólo las empresas de los países de la OCDE sean las compradoras de petróleo en la OPEP. El mapa ubicado unos párrafos más arriba lo ilustra a la perfección. Hasta hace unos años, la OPEP y especialmente Arabia Saudita, hacía lo que se le pedía desde Occidente, porque éstos eran sus únicos compradores, sus únicos suministradores de bienes de todo tipo -desde consumo básico a armas-, y los únicos países por medio de los que reciclar sus petrodólares. Esto último, probablemente siga siendo cierto, pero lo primero, a la vista de los datos, indica que el cliente «más pequeño» de los exportadores de la OPEP de Oriente Medio es Estados Unidos. Así las cosas, ¿por qué le deberían hacer caso?

Desde los inicios de este blog, vengo diciendo que la geopolítica del petróleo ha cambiado. Esta es una prueba más ¿Podría la OPEP dejar de ser swing producer y dejar de reparar lo que otros hicieron mal? Es poco probable pues estos países dependen excesivamente de los ingresos del petróleo para su supervivencia, pero no hay que olvidar que las cosas ya no son cómo antes: a) su faceta financiera con los fondos soberanos les da un poder en la escena internacional que antes no tenían; b) tienen otros clientes que no son los de la OCDE, y c) Estados Unidos se ha portado de forma desleal con ellos, por permitir el desarrollo incontrolado y descontrolado de una industria petrolera autóctona, y por romper las alianzas y fomentar la inestabilidad en la región.

Aunque se sea Occidente, hay que ser un poco más humilde, generoso, cuidadoso o zalamero cuando se le pide a alguien que te arregle «los platos rotos». Si se quiere que la OPEP haga de swing producer, se la tendrá que mimar. Caso contrario, lo que hoy es un episodio, como ya hubo otros, se convertirá en el nuevo escenario de la industria petrolera internacional.

Contratos de congestión, red eléctrica y espacio político

El pasado 14 de agosto el New York Times publicaba un artículo titulado Traders Profit as Power Grid Is Overworked. Leyéndolo aprendí que existen los contratos de congestión. En el mundo en el que nos ha tocado vivir, ya se pueden imaginar que un contrato con ese nombre es algo malo. Efectivamente, estos contratos son unos instrumentos de cobertura (hedge) que las operadoras regionales subastan, para que los intermediarios se puedan proteger de las variaciones de los precios de la electricidad. Es decir en una red, dicha, liberalizada como la de los Estados Unidos, con diferencias en los precios de la electricidad entre una localidad y otra, los titulares de estos contratos de congestión pueden comprar y vender títulos en función de cómo evolucionen los precios, enriqueciéndose gracias a las diferencias de precios entre un punto y otro de la red.

Imaginemos que en la ciudad A, por las razones que fuere, la demanda de electricidad es superior a la oferta. Ocurrirán dos cosas: se transportará electricidad desde otra localidad y los precios aumentarán. En la situación inversa, en la ciudad B, ocurre lo contrario. Esta es la base par un «mercado de congestión», en el que se pueden comprar y vender títulos relacionados con el hecho de que hay unos agentes que compran la electricidad excedente en la ciudad B, para revenderla en la A. Ello proporciona un beneficio individual, basado en la diferencia de precios, y supuestamente reequilibra el precio en el mercado. En su forma más sencilla, los poseedores de estos títulos actúan como arbitrajistas que equilibran el mercado; en una forma más refinada, pueden actuar como especuladores, jugando sobre las probabilidades de que en un lugar u otro suba o baje el precio, e incluso «atacando» el precio del Kw/h de alguna localidad frente a la otra; y en un mundo financiarizado como el presente, se crea un mercado adicional de títulos derivados y/o colaterales para cubrirse de las posibles pérdidas de este juego. En estos mercados es donde se negocian los contratos de congestión.

A estas «alturas de la película» lo que me llamó la atención, no es que tales contratos existan, pues en el casino en el que vivimos es lo previsible. Lo que me interesó de la noticia fueron dos cosas: la crítica que tácitamente hace a los académicos que se prestan a tales juegos de probabilidades y algoritmos, y la pregunta de «¿y por qué no recibimos nosotros este dinero?» formulada por el Alcalde de Port Mayor, en el estado de Nueva York. Esta segunda pregunta me remite a una de mis múltiples «manías energéticas», que es la de la función política de la red eléctrica.

Stefan Bouzarovski, geógrafo de la Universidad de Manchester y uno de los impulsores del blog sobre vulnerabilidad energética y transiciones urbanas, escribió en 2008 que si uno se interrogaba sobre la función que las infraestructuras tenían en la creación del espacio, se podía pensar sobre the role of energy networks in the articulation of political and economic power across territory. Para mí, este ha de ser uno de los debates fundamentales de la transición energética.

Desde este punto de vista una red eléctrica es mucho más que una forma eficiente de transmitir electricidad de un lugar a otro. Una red eléctrica genera un espacio político, porque genera, en un determinado territorio -local, regional, nacional, transfronterizo o supranacional-, unas relaciones de poder -entre los que generan la energía, los que la emplean, los propietarios de los lugares en los que se genera, transporta y emplea, los distribuidores, etc.-, que se articulan de en función de una estructura de gobernanza. Evidentemente, los criterios que rigen el funcionamiento de esta estructura de gobernanza, tendrán que ver con los valores e ideología de la época. Por ejemplo, algo aparentemente tan banal como que todos los ciudadan@s de un país tengan acceso a la electricidad, al mismo precio, es una decisión política que, probablemente, más tiene que ver con la idea de bienestar y justicia social que una sociedad determinada tenga en un momento determinado, que con una cuestión de eficiencia económica o energética.

Hoy, el principio de una distribución igualitaria de la electricidad a escala nacional está quebrado por la retroalimentación entre tres factores:

a) la crisis del Estado-Nación, que lleva a cuestionar la necesidad de que la política energética sea uno de los pilares de la construcción y mantenimiento de los principios de ciudadanía de la nación, se llame cómo se llame la misma.

b) las políticas neoliberales, privatizadoras, que al dar al sector privado los activos y bienes energéticos, han privatizado de facto el espacio energético -y, por tanto, el político.

c) la mayor diversidad -y visibilidad- de fuentes de energía primaria en el mix energético,que ante la ausencia de una política energética inclusiva, esta propiciando que muchas personas empiecen a reclamar que si la energía que ellos consumen es más barata, porque proviene del aire, el agua o el sol, que la de las centrales de ciclo combinado (caso clarísimo en España), no entienden por qué tienen que pagar el aire al precio del gas.

Si los dos primeros factores, el «a» y el «b», no existieran, la respuesta a estas personas que no entienden por qué pagan una cosa al precio de otra, sería evidente: porque en la política energética, también hay un componente redistributivo territorial, que posibilita que aunque tu vecino viva en la localidad A donde la energía es más cara de generar o más escasa, el excedente -o el menor coste- de la localidad B se distribuye o -reinvierte- para que los habitantes de A, puedan tener el mismo nivel de bienestar energético que los de B. Esa es la razón básica de la construcción de la red eléctrica nacional a mediados del Siglo XX.

Cabe decir que en este esquema anterior, el quejoso Alcalde de Port Mayor, habría dispuesto de los ingresos, aunque fuera indirectamente en forma de suministro eléctrico. Pero, hoy, cuando nos han hecho creer que la forma de asegurar la competencia y liberalización del sector energético era segmentar y privatizar aquellas redes eléctricas que articulaban el poder político y económico a través del territorio, quien genera electricidad en la localidad A, en las condiciones de la misma, considera que el que genera electricidad en la localidad B es un competidor, en vez de alguien que pertenece a su mismo espacio energético. Es más, ambos son vistos como unos suministradores, de los que se puede extraer beneficio monetario, por quien transporta la electricidad entre ambos puntos. Y, todos ellos, son considerados una fuente de pingües dividendos por los fondos de inversión.

Me repito, lo sé, pues mantuve un discurso similar en la entrada Ciudadan@ energétic@ universal, pero el otro día mientras miraba un programa de televisión en el que de forma muy didáctica, con unas mezclas en unas probetas, se explicaba la factura eléctrica en España, volví a hacerme la misma reflexión. Comparto plenamente la reivindicación de que introducir más fuentes renovables en el mix energético abarata, y no encarece, la factura eléctrica, pero creo que ha llegado el momento de dar un paso más. Ha llegado el momento de definir y decir qué espacio político queremos crear con la transición a un modelo energético renovable, si no lo hacemos, en muy poco tiempo, veremos florecer los contratos de congestión, cuyos contratistas se enriquecerán a costa de nuestra buena voluntad; pues las diferencias de coste entre distintas formas de generar energía entre el punto A y B local, serán la base para la creación escandalosa de fortunas individuales.

Siento ser mal pensada, pero éste es mi estigma de economista.

No digamos que todo es por el petróleo o el periodismo irresponsable

El pasado 31 de Julio, el periódico alerta digital publicaba un artículo sobre Gaza en el que se sostiene que para encontrar una de las causas del ataque israelí contra Gaza hay que profundizar porque esa causa se halla exactamente a 600 metros por debajo del nivel del mar y a 30 kilómetros de la costa de la franja de Gaza. Allí, en las aguas territoriales palestinas, se encuentra un importante yacimiento de gas natural, el llamado Gaza Marine, estimado en 30 000 millones de metros cúbicos. El artículo proporciona un mapa totalmente creíble, y probablemente cierto, sobre la ubicación de esos yacimientos, y añade que según otro mapa elaborado por el U.S. Geological Survey, también existen otros yacimientos en tierra firme.

gaza-gas-273x300Sigue el artículo relatando que esta es una cuestión que data de 1999 y que, entonces ya, Arafat como líder de la Autoridad Nacional Palestina había otorgado la concesión a Gaza Marine un consorcio formado por British Group y la empresa palestina Consolidated Contractors, teniendo, además, la Autoridad Palestina un 10% de la participación en el negocio.

Por los avatares del conflicto en Oriente Medio, según relata el artículo, la posibilidad de obtener estos ingresos se perdió, pero en fechas muy recientes, después de la formación de un nuevo gobierno palestino el pasado 2 de junio, pareció que se pudiere alcanzar un acuerdo entre Palestina y Rusia para la explotación de estos yacimientos. Así, según alerta digital, se dio inicio a la operación «Margen protector», que forma parte de la estrategia de Tel Aviv, que busca apropiarse de las reservas energéticas de toda la cuenca del Levante, incluyendo las de Palestina, las del Líbano y las de Siria. Y también encaja en la estrategia de Washington que […] impide que Rusia vuelva a ganar influencia en la región.

No sé cuánta verdad hay en esta historia de los yacimientos, puede ser verdad, pero creo que en un momento como el actual, esta notica no debería haber sido publicada. Lo que ocurre en esa zona del mundo, no se debe al petróleo. Como he sostenido, y allí era más difícil de creer, que la causa de última invasión de Iraq, tampoco lo fue; aunque ello no quite que parte de sus fronteras del Siglo XX se trazaron para controlar el petróleo que allí había.

En Iraq, emperrarnos en decir que lo que quería Estados Unidos era controlar el petróleo de Iraq nos llevó a no valorar adecuadamente el peso de la ideología retrógrada, integrista y conservadora que se escondía detrás de tal actuación. Hoy, decir que la causa de la aniquilación que hoy ocurre allí es el petróleo, es faltar a la verdad.

El pasado 29 de Julio, Rob Prince en su blog, escribía  que the goal of this Israeli war against Gaza was to make life so miserable for the Palestinians there, the destruction of virtually the entire infrastructure, that organized life there would simply collapse (no electricity, less and less drinkable water, all institutions of modern life – schools, hospitals, etc) and that the goal here is an ethnic cleansing. Está claro que este no es el único caso en la historia, pero para una persona, como yo, que he pasado muchos años leyendo sobre historia colonial de Argelia, leer esta frase me recordó las explicaciones de Pierre Bourdieu y Abdelmalek Sayad sobre la política de reagrupamientos que los franceses impusieron a los argelinos en plena Guerra de Independencia (1954-1962) en Le Déracinement, publicado en 1964. Traigo esta analogía a colación, porque aunque la situación de la Argelia colonial no sea plenamente comparable con la de Israel y Palestina, sí que tiene muchos puntos en común. El que más, que son espacios habitados por generaciones de colonos -respaldados por potencias- por que consideran que esa Argelia o este Israel es el que ellos han construido, y que en ella o él, no tienen cabida los que allí estaban. Pueden leer la historia de Argelia para saber cómo allí acabaron las cosas. Probablemente «se hizo justicia», pero fue una tragedia para todas las partes que nunca se ha superado.

Una segunda similitud la veo ahora en el artículo de prensa digital que ahora comento. Buena parte del análisis que se ha hecho sobre las causas de la absoluta alienación de los autóctonos que habitaban Argelia, antes de que llegaran los franceses y de la larga y cruel guerra, se basa en decir que Francia no quería perder Argelia por el petróleo. Nunca pensé que eso fuera verdad, pero con los años he observado que cuando no se sabe cómo explicar cualquiera de las cosas que ocurren en Oriente Medio y el Norte de África, se recurre al petróleo. El petróleo está en la causa de innumerables injusticias y tragedias en la región, pero no es la explicación de todo. Y, evidentemente, no es la explicación a lo que ocurre en Gaza. Decir algo como lo que sostiene ese artículo es irresponsable, pues sólo sirve para enmascarar la realidad y dar excusas a quiénes pretenden realizar esa limpieza étnica.

Una vez más, suena a soberbia, lo sé; pero, francamente, si no se sabe qué decir, mejor es no decir nada, pues si bien los argumentos tipo petróleo y rivalidad tipo guerra fría son muy atractivos y los ciudadanos tendemos a «comprarlos», son completamente inútiles, además de perversos, cuando se están aniquilando vidas y vulnerando todos los derechos posibles de las personas. Que nadie se lleve a engaño, lo que ocurre en Gaza es un crimen contra la humanidad. Hoy, decir cualquier otra cosa es dar una coartada a quién los comente y a quién les avala. Así que, repito, si no se sabe qué decir, mejor callar.

El disparate de Iraq (2) o de estos polvos vinieron estos lodos

Ayer, leí en el periódico que … now though, Kurdish officials and locals alike appear more tempted than ever before to make a direct play for Kirkuk’s oilfields… Al leerlo me dije que podría ser que después de la que Turkish Petroleum Company (TPC) se convirtiera en la Iraq Petroleum Company (IPC), ahora ésta se acabe convirtiendo en la Kurdish Petroleum Company (KPC).

La TPC se creó en 1912. Su arquitecto fue, el en este blog nombrado inefable, Calouste Gulbenkian, y sus socios el Banco Nacional de Turquía, el Deutsche Bank (DB) y la Anglo – Saxon Oil Company, que era una filial de la Royal Dutch Shell. Cerca de allí, en Persia, un oscuro personaje, William Knox D’Arcy había logrado una concesión que abarcaba todo el territorio de Persia. De allí, nacería la Anglo Persian Oil Company (APOC), precursora de la British Petrolem, que todavía en 1919 era considerada por el Petroleum Executive británico una smaller Company. De hecho, en esas fechas poco petróleo salía de Irán. Sin embargo, en 1919, esa pequeña empresa, que prácticamente no producía nada, fue la gran baza de los británicos para asegurarse un lugar en el “mundo del petróleo”.

La historia es larga y rocambolesca, pero sus principales hitos son los que paso a relatar. En marzo de 1914, D’Arcy, como tapadera de la APOC, firma un acuerdo con la TPC, mediante el cual su grupo pasa a controlar el 50% de la TPC, mientras que el DB y la Anglo – Saxon se repartían, en partes iguales el resto; y el inefable se quedaba con una comisión del 5% en todos los acuerdos, presentes y futuros, que hubiere en el marco de las fronteras del Imperio Otomano. De ahí, su apodo de Mr five Per Cent.

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Virtualmente, ello significaba que en 1914, sin prácticamente comercializar ni una gota de petróleo la APOC pasaba a controlar casi todo lo que aparece en verde oscuro en el mapa y toda su derecha, que era Persia.

En Marzo de 1914, todavía quedaba un obstáculo: el “casi”. Éste, era la zona en la que, una vez ya modificada frontera con Persia, en el mapa queda a la derecha del Tigris. Esta franja formaba parte de una concesión hecha a la Anatolian Railway Company (ARC), creada por el Deutsche Bank -cuya historia del ferrocarril desde Bagdad a Berlín inspiró a escritores y espías. Como era la costumbre de la época, en este tipo de concesiones, la ARC tenía derecho a explorar y extraer los recursos minerales y naturales ubicados en el margen adyacente al trazado del ferrocarril. Así, en marzo de 1914, de forma poco clara también, la TPC heredó este derecho. En Junio de 1914, el Gran Visir daría contenido a este derecho, otorgando una concesión para Mosul y Bagdad, aunque ningún detalle quedara fijado.

El 28 de julio de 1914, después de meses de negociaciones, el Gobierno británico adquirió el 51% de las acciones de la APOC, y unos días después, al estallar la guerra, este mismo gobierno posó a custodiar los activos del Deutsche Bank. En diciembre de 1919, a través de un hombre de paja, los británicos compran por 21.000£ la participación del DB en la TPC. Por tanto, por un tiempo, exceptuando la participación holandesa (que sería el 60% del 25% que la Anglo- Saxon tenía en la TPC), los británicos controlaron el total de las concesiones de petróleo de Oriente Medio. En los documentos de la época queda claro que esta era su objetivo y su gran baza de cara a sus negociaciones en la Conferencia de Paz de París.

Desde este punto de vista, la Guerra fue providencial para los británicos, que llegaron al mundo del petróleo tarde. Probablemente, porque nunca pensaron que, en sus palabras, la supremacy of the British Empire […] bulit up [on] its indigenous coal resources, se vería cuestionada por un producto que, hasta la Primera Guerra Mundial, servía básicamente como aceite de quemar (queroseno) en las lámparas.

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Supongo que es esta incredulidad la que les hizo cometer, en términos de poder geo-energéticos, dos errores garrafales: a) adaptar, en 1913, la flota a los motores de petróleo, lo que les convirtió a lo largo de todo el conflicto en extremadamente dependientes del petróleo americano, y b) repartirse con los franceses, en 1916, el Imperio Otomano -el llamado acuerdo Sykes-Picot- que dio a los franceses (zona lila y azul en el mapa) los territorios por los que debían pasar los oleoductos, para trasladar el petróleo al Mediterráneo.

Ante ello, los británicos acudían a la Conferencia de Paz con un «as bajo la manga», pero pensando que tendrían que negociar con los franceses. Su  objetivo era asegurarse el control del número máximo de yacimientos petrolíferos y reforzar el control sobre lo que ya tenían. Y esto último suponía asegurar su control sobre Persia y Mesopotamia. En uno de los documentos del Petroleum Executive, preparatorios de la Conferencia de Paz se lee: The Anglo-Persian Oil Company is already firmly established in Persia, but in Mesopotamia debatable concessions have from tiem to time been granted and many rival claims will be put forward. It is urged that British control shold be secured at least over the whole Vilayets of Mosul and Baghdad and that in any territorial adjustment in Syria or elsewhere wayleaves for pipelines etc […]. Aunque al final del mismo, se aclare que […] the importance of securing such control is not affected by the fact that it may be desirable to co-operate with, say, French interests […]. El pacto con los franceses se produjo en 1920, sin embargo, en su forma original nunca acabó de llevarse a cabo, pues meses después los americanos reclamarían su parte del botín.

Para ponerse de acuerdo definitivamente, se tuvieron que esperar unos ocho años, pues se movieron fronteras, desmembraron imperios, crearon países, destruyeron empresas y fundaron compañías petroleras; pero lo esencial ya estaba allí: se había señalado a Oriente Medio como “productor” de petróleo internacional y se había fijado qué tres países apadrinarían a las majors petroleras internacionales. La levadura madre de ello es esa parte de Iraq que hoy se desliga.

Contado así, todo parece un disparate, pero reconozco que hay una parte de esta historia que me fascina, por su extrema perversidad. Todavía hoy me cuesta creer que el origen de lo que está ocurriendo fuera una improvisación de última hora de un gobierno, cabeza de un Imperio, fundado sobre el power del carbón que no se dio cuenta a tiempo de que el petróleo sería el power del nuevo siglo. Su baza en la Conferencia de Paz fue haber logrado en cinco años el control de la APOC: una compañía vacía, con todo por demostrar, pero gran oleoteniente. Las cosas les salieron menos bien de lo que esperaban al llegar a París, pues al final tuvieron que repartir con más de los que esperaban, pero fue ese cabo suelto, ese espacio entre Persia y Mesopotamia, lo que les permitió seguir estando entre los grandes.