Nuevos apuntes sobre los precios del petróleo

Un joven amigo libertario de la blogosfera, Helios E.M., hace unas semanas, me hizo llegar sus reflexiones e interpretaciones de lo que estaba ocurriendo con los precios del petróleo. Encuentro que su artículoAlgunos apuntes sobre los precios del petróleo, el fracking y la nueva situación energética, es un buen compendio de muchas de las interpretaciones que se han escrito. En este sentido complementa muy bien las entradas que, sobre este tema, hemos ido realizadondo en este blog.

Para complementar, a su vez, estas contribuciones, quiero añadir tres gráficos que dan mucho que pensar y que, por si solos muestran algo que es evidente, pero que se recoge en pocos análisis.

Primer hecho, el del gráfico 1. El llamado primer shock del petróleo coincide con el momento en el que la economía estadounidense empieza a importar significativamente de Oriente Medio. Ello, a su vez coincide con la creación de la Agencia Internacional de la Energía.

Fuente:EIA, US Crude oil imports y elaboración propia

Origen de las importaciones de crudo de EE:UU. Fuente:EIA, US Crude oil imports y elaboración propia

Segundo hecho, el del gráfico 2. Desde finales de la década de los 1970, y hasta el Siglo XXI, los precios del crudo no hicieron otra cosa que bajar.

preciosTercer hecho, el del gráfico 3. que muestra la evolución de las exportaciones de crudo mundiales (punteado azul) y de la cuota de mercado de la OPEC (línea roja) y los países MENA (línea verde). Esta evolución indica que al mismo tiempo que los dos hechos anteriores ocurrían, la OPEP, y especialmente las exportaciones de crudo desde Oriente Medio y el Norte de África, perdieron cuota de mercado ( de casi el 80% a en torno al 40%)

Fuente:IEA, Oil Statistics (varios años) y elaboración propia

Fuente:IEA, Oil Statistics (varios años) y elaboración propia

Cualquier alumno de primero de economía les dirá que si se da una situación en la que entra un nuevo «demandante», del volumen de Estados Unidos; en la  que bajan los precios y, además, se pierde cuota de mercado, es que no hay ni monopolio ni cártel. Esto es lo evidente. Por ello, tal vez ha llegado el momento de repensar seriamente ¿por qué en la escena petrolífera internacional bajan y suben los precios? y ¿qué significado, ello, puede tener? y ¿qué papel ha jugado la OPEP en todo ello?.

 

El fin de Arabia Saudi como swing producer, ¿y si no fuera verdad?

Esta será una entrada breve y de circunstancias, que pretende añadir un aspecto a la entrada de hace una semana. Lo pensé ya al escribirlo, pero no quise ir de listilla, de zabetta, como diría un buen amigo mío, cuando se refiere a mi.  Sin embargo, esta semana se han encadenado tres noticias, que me llevan a pensar que esta, también, debiera ser una hipótesis a considerar.

1) Leo en The Guardian del pasado miércoles que el rublo tiene problemas. De ese artículo, destaca la frase, never since the financial crash of 1998 has the national currency seemed so weak. Bueno, pues también en 1998 el precio del petróleo estaba por los suelos, 12,07$/br. Después de ello, se inicio, una de las mayores transformaciones de la industria (occidental) petrolera internacional.

2) Un par de días antes, también se anunciaba, como resultado de una derrota diplomática, que Russia abandonaba el proyecto del South Stream.

Fuente: BBC

Fuente: BBC News

Un proyecto, que como puede verse en el mapa adjunto, debía atravesar el Mar Negro, para dirigirse hacia Europa Central e Italia del Sur. Miren en el mapa dónde se ubica Crimea en relación al South Stream.

3) El jueves 4 de diciembre, como un fantasma de otros tiempos, la prensa internacional amanecía con la noticia del resurgir de los conflictos en Grozny, ese espacio Checheno entre el Caspio y el Mar Negro.

Será también casualidad, pero uno de los episodios más virulentos de este «eterno» conflicto acaeció en 1999, cuando el precio del petróleo estaba a 12,27$/br.

Siempre les digo a mis alumnos que, que dos hechos pasen al mismo tiempo, no implica una relación de causa y efecto, no necesariamente un fenómeno se puede explicar por otro, por ocurrir los dos a la vez. Dicho esto, sin tener, ahora, más tiempo para pensar, dejo aquí noticia de esta casualidad.

Estos días estoy revisando las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudi, y por ilógico que en algunos casos parezca, tradicionalmente desde 1973 hasta ahora, el resultado de los «inexplicados» episodios en las variaciones del precio del petróleo, han conducido a reconfiguraciones geopolíticas. Al final, especialmente cuando ha bajado significativamente el precio del petróleo, tanto Arabia Saudita como Estados Unidos aparecen en el caballo ganador.

El mundo ya no es el que era, y el orden y las relaciones internacionales son mucho más complejas, pero esta semana, estas coincidencias, me han dado qué pensar. He recordado, también, esa cita extraída del New York times del 6 de marzo de 2014, ya comentada en una entrada anterior:  the crisis in Crimea is heralding the rise of a new era of American energy diplomacy, as the Obama administration tries to deploy the vast new supply of natural gas in the United States as a weapon to undercut the influence of the Russian president, Vladimir V. Putin, over Ukraine and Europe. 

El 6 de marzo eso podía ser, o no, considerado una desiderata, pero a la vista de los acontecimientos de esta última semana, y gracias a la sempiterna ayuda de Arabia Saudita, la cosa podría ser verdad.

¿El fin de Arabia Saudi como swing producer?

El pasado 27 de noviembre concluyó en Viena la ciento sexagésima sexta conferencia de la Organización de Países Productores de Petróleo. Hoy, la prensa y medios internacionales amanecieron desconcertados por una decisión, que si debo fiarme de mi instinto y capacidad para leer entre líneas, no contenta a los países consumidores, especialmente a determinados sectores de Estados Unidos.

Según leo en la nota de prensa de la OPEP, esta organización acordó mantener la producción a un nivel de 30 millones de barriles al día; lo que supone regresar a su nivel de producción de diciembre de 2011. Ante ello barrunto cierto descontento hacia la OPEP, por ser tan poco solidaria con el resto y no atajar el desplome en los precios del crudo, en un momento en el que, como muestra el gráfico adjunto, nos encontramos ante un exceso de producción.

Fuente: EIA

Fuente: EIA

Cabe recordar que esta coyuntura se da en un contexto en el que la OPEP sólo tiene un 30% de la cuota del mercado mundial, lo que significa que el 70% del crudo que hay en el mercado proviene de otros territorios del mundo; y en un contexto en el que la producción de petróleo estadounidense, desde Septiembre 2005, se ha más que duplicado, a la vez que sus importaciones de crudo se redujeron drásticamente. Por tanto, quede claro que lo que se le pide a la OPEP, como siempre ha hecho, es que reajuste lo que otros hacen. Lo que en la jerga se llama hacer de swing producer.

Muchos medios, como el Financial Times sostienen que la OPEP ha adoptado esta actitud para contrarrestar el efecto pernicioso que la profusión de petróleos no convencionales está teniendo sobre su capacidad de ejercer su supuesto poder de mercado. Ésta afirmación es divertida, pues significa que: a) no se está contento con la OPEP por que está haciendo lo que siempre se le había culpado de no hacer (permitir que los precios del petróleo bajaran) y, b) es admitir tácitamente que el sector del petróleo no convencional no puede sobrevivir si los precios son bajos, pues no cubrirán los costes de extracción. Aunque sólo sea por esto último, la OPEP ha tenido una victoria moral.

Dicho esto, en una situación tan confusa como esta, parece apropiado pensar en quienes pueden ser los ganadores y perdedores de este descenso de precios del petróleo, para intentar averiguar quién podría estar detrás de la situación actual.

Ni a los países de la OPEP ni a otros, como Rusia, esta situación les favorece especialmente, pues son economías cuyos ingresos dependen casi exclusivamente de sus exportaciones de crudo.

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Ahora, aquí no todos son iguales, pues algunos países como Argelia se verán muy perjudicados si el precio del crudo baja por debajo de los 80-90$/br, mientras que otros, como Kuwait tienen margen para soportar el descenso de los ingresos por exportación. Es más, el extraordinario desarrollo que en los últimos años han tenido los Fondos Soberanos (fondos de inversión estatales, que operan en los mercados financieros internacionales y se nutren de petrodólares), hace que algunos países exportadores de petróleo, puedan compensar la pérdida de ingresos obtenidos con la venta del petróleo, con las rentas obtenidas con sus inversiones a escala planetaria. Por ello, podría ser que la bajada de precios, sin beneficiar a los países exportadores de petróleo, en el corto plazo fuera tolerable para este grupo de países. Este sería un argumento que apoyaría la hipótesis, no de que el descenso del precio del crudo se debe a una actuación de la OPEP, pero sí de que su permanencia en el tiempo es debida a su falta de actuación.

Otro gran grupo de actores en este juego son las empresas del sector. Aquí valoraremos dos grupos de ellas, las tradicionalmente grandes empresas privadas transnacionales del sector, domiciliadas en Occidente, y las nuevas productoras de petróleo y gas no convencional estadounidenses. En este blog, ya hicimos unas reflexiones sobre las primeras, que llevarían a pensar que el descenso de los precios del crudo, para ellas, ahora, es realmente problemático, pues como ya se explicó, la principal fuente de negocio de las majors tradicionales es la venta de crudo. Prueba de ello son los datos que proporcionan Bichler & Nitzan en su última actualización de Energy Conflicts and Differential Profits, donde se observa que en este último año de descenso de los precios del petróleo, las empresas petro-core (British Petroleum, Chevron, Exxon, Mobil, Royal-Dutch/Shell and Texaco) han visto menguada la rentabilidad de sus activos. Esta rentabilidad todavía se verá más reducida si las acciones de estas empresas se siguen desplomando, como hoy lo han empezado a hacer.

Por lo que se refiere a las extractoras y comercializadoras de petróleo no convencional, este desplome de precios podría significar el estallido de la burbuja. Lo comentamos también en una entrada anterior. Y, a tenor de los comentarios de la prensa de hoy, parece evidente que el sector no podrá sobrevivir si siguen estos bajos precios.

Ante ello, parece bastante obvio que a las empresas occidentales del sector este descenso los perjudica considerablemente. Aunque, en opinión de quién escribe, ha sido la entrada en escena, de forma desordenada, caótica, casinística y especulativa, la que ha ocasionado la fiebre del petróleo, que ahora ocasiona el exceso de oferta mundial.

Por último, falta ver si en los países llamados consumidores, la actual situación nos conviene, o no. Es difícil, pues al menos, hay tres aspectos a considerar: a) el impacto sobre los costes energéticos para el consumidor final, b) el impacto sobre la balanza de pagos, y c) el impacto sobre el poder o la posición que puedan tener en el seno de la industria petrolera internacional.

El primero de estos puntos, aunque debiera, depende poco de los precios actuales del petróleo, y más del poder de monopolio que tengan las empresas suministradoras locales. Pensando en otros episodios similares en el pasado, es fácil adivinar que en algo bajará en precio del combustible, pero mucho menos que el precio del crudo. En los países consumidores occidentales, es muy probable que ello vaya así. Pero, hoy en día, los países importadores de petróleo -llamados países consumidores– ya no sólo son países de la OCDE. De hecho, el mapa adjunto muestra que el grueso del crudo de la OPEP se dirige hacia Asia. Siendo mucho más relevante el tráfico por los estrechos de Ormuz y de Malacca, que por el Canal de Suez.

StraitsTenemos menos experiencia histórica sobre cómo podrían actuar las empresas energéticas de las «otras» economías, pero pudiera ser que sí que trasladaran el menor precio del crudo a los consumidores finales (empresas no energéticas y familias). Si ello ocurriera, el descenso de los precios del crudo tendría un efecto asimétrico: escaso en la de la OCDE -salvo Japón, tal vez- y significativo en el resto del mundo consumidor.

El segundo aspecto, el impacto sobre la balanza de pagos es discutible también. Pues si bien es evidente que este descenso de precios debería disminuir la abultada factura exterior energética de países como España; también lo es que si se generan menos petrodólares, podrían disminuir las entradas de capital, que ayudan a equilibrar la balanza de pagos. Personalmente, me parecería perfecto que nuestras empresas dejaran de acudir a la Qatar Foundation o al Mudabala de los Emiratos Árabes Unidos para financiarse, pero esta es la realidad de hoy. Por ello, está por ver el efecto final en la factura exterior total.

Falta el tercer aspecto, lo que podría significar el descenso de precios sobre el poder de determinados actores, fundamentalmente de Estados Unidos, en la escena petrolera internacional. Como dije en la entrada el «milagro» de los precios del petróleo, lo que realmente está en juego en la partida petrolera actual no es la cantidad de petróleo importado, ni si el precio es alto o bajo; lo que está en juego es si alguien se encuentra en la posición en la que unilateralmente pueda influir sobre los precios mundiales, en función de sus propias necesidades. En mi opinión, esto es lo que buscaba el gobierno de Estados Unidos permitiendo el auge el shale gas y oil: recuperar una posición geo-energética privilegiada en la escena internacional. He repetido varias veces que, ello, es un farol. Siguiendo esta lógica, podría estar ocurriendo que se estén poniendo las cartas sobre la mesa y que se descubra que en vez de un póquer de ases, sólo se tenía la pareja de sietes.

A las dudas ya existentes sobre el volumen real y sobre la perdurabilidad de las reservas de petróleo y gas no convencional en Estados Unidos, el episodio de precios actual, muestra dos nuevos factores, probablemente no valorados cuando se inició la partida.

El primero, es algo que nos muestra la historia de la industria del petróleo internacional. Desde sus orígenes en el Siglo XIX, la extracción y comercialización individual, desorganizada y tipo «fiebre del oro» -como la de Dakota del Norte de hoy en día- ha generado una gran volatilidad en la oferta de crudo, ocasionando que el «mercado» funcione de forma más parecida a una montaña rusa, con periodos de abundancia y escasez sin relación con la demanda del mismo, que de forma estable. Es por ello que la industria petrolera internacional tiende a la cartelización, expulsando territorios y competidores no deseados. No es bonito, pero así se organizó la industria petrolera internacional durante el reinado de las siete hermanas, y durante el régimen del tándem Agencia Internacional de la Energía y OPEP, donde quedaba claro que los acuerdos se realizaban entre las empresas de los países exportadores y las de los países consumidores de la OCDE. Hoy, el fenómeno del shale en Estados Unidos, ha dinamitado estos acuerdos.

También los ha dinamitado el segundo factor: la expansión de países importadores de petróleo, o si se quiere, el hecho de que no sólo las empresas de los países de la OCDE sean las compradoras de petróleo en la OPEP. El mapa ubicado unos párrafos más arriba lo ilustra a la perfección. Hasta hace unos años, la OPEP y especialmente Arabia Saudita, hacía lo que se le pedía desde Occidente, porque éstos eran sus únicos compradores, sus únicos suministradores de bienes de todo tipo -desde consumo básico a armas-, y los únicos países por medio de los que reciclar sus petrodólares. Esto último, probablemente siga siendo cierto, pero lo primero, a la vista de los datos, indica que el cliente «más pequeño» de los exportadores de la OPEP de Oriente Medio es Estados Unidos. Así las cosas, ¿por qué le deberían hacer caso?

Desde los inicios de este blog, vengo diciendo que la geopolítica del petróleo ha cambiado. Esta es una prueba más ¿Podría la OPEP dejar de ser swing producer y dejar de reparar lo que otros hicieron mal? Es poco probable pues estos países dependen excesivamente de los ingresos del petróleo para su supervivencia, pero no hay que olvidar que las cosas ya no son cómo antes: a) su faceta financiera con los fondos soberanos les da un poder en la escena internacional que antes no tenían; b) tienen otros clientes que no son los de la OCDE, y c) Estados Unidos se ha portado de forma desleal con ellos, por permitir el desarrollo incontrolado y descontrolado de una industria petrolera autóctona, y por romper las alianzas y fomentar la inestabilidad en la región.

Aunque se sea Occidente, hay que ser un poco más humilde, generoso, cuidadoso o zalamero cuando se le pide a alguien que te arregle «los platos rotos». Si se quiere que la OPEP haga de swing producer, se la tendrá que mimar. Caso contrario, lo que hoy es un episodio, como ya hubo otros, se convertirá en el nuevo escenario de la industria petrolera internacional.

El disparate de Iraq (2) o de estos polvos vinieron estos lodos

Ayer, leí en el periódico que … now though, Kurdish officials and locals alike appear more tempted than ever before to make a direct play for Kirkuk’s oilfields… Al leerlo me dije que podría ser que después de la que Turkish Petroleum Company (TPC) se convirtiera en la Iraq Petroleum Company (IPC), ahora ésta se acabe convirtiendo en la Kurdish Petroleum Company (KPC).

La TPC se creó en 1912. Su arquitecto fue, el en este blog nombrado inefable, Calouste Gulbenkian, y sus socios el Banco Nacional de Turquía, el Deutsche Bank (DB) y la Anglo – Saxon Oil Company, que era una filial de la Royal Dutch Shell. Cerca de allí, en Persia, un oscuro personaje, William Knox D’Arcy había logrado una concesión que abarcaba todo el territorio de Persia. De allí, nacería la Anglo Persian Oil Company (APOC), precursora de la British Petrolem, que todavía en 1919 era considerada por el Petroleum Executive británico una smaller Company. De hecho, en esas fechas poco petróleo salía de Irán. Sin embargo, en 1919, esa pequeña empresa, que prácticamente no producía nada, fue la gran baza de los británicos para asegurarse un lugar en el “mundo del petróleo”.

La historia es larga y rocambolesca, pero sus principales hitos son los que paso a relatar. En marzo de 1914, D’Arcy, como tapadera de la APOC, firma un acuerdo con la TPC, mediante el cual su grupo pasa a controlar el 50% de la TPC, mientras que el DB y la Anglo – Saxon se repartían, en partes iguales el resto; y el inefable se quedaba con una comisión del 5% en todos los acuerdos, presentes y futuros, que hubiere en el marco de las fronteras del Imperio Otomano. De ahí, su apodo de Mr five Per Cent.

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Virtualmente, ello significaba que en 1914, sin prácticamente comercializar ni una gota de petróleo la APOC pasaba a controlar casi todo lo que aparece en verde oscuro en el mapa y toda su derecha, que era Persia.

En Marzo de 1914, todavía quedaba un obstáculo: el “casi”. Éste, era la zona en la que, una vez ya modificada frontera con Persia, en el mapa queda a la derecha del Tigris. Esta franja formaba parte de una concesión hecha a la Anatolian Railway Company (ARC), creada por el Deutsche Bank -cuya historia del ferrocarril desde Bagdad a Berlín inspiró a escritores y espías. Como era la costumbre de la época, en este tipo de concesiones, la ARC tenía derecho a explorar y extraer los recursos minerales y naturales ubicados en el margen adyacente al trazado del ferrocarril. Así, en marzo de 1914, de forma poco clara también, la TPC heredó este derecho. En Junio de 1914, el Gran Visir daría contenido a este derecho, otorgando una concesión para Mosul y Bagdad, aunque ningún detalle quedara fijado.

El 28 de julio de 1914, después de meses de negociaciones, el Gobierno británico adquirió el 51% de las acciones de la APOC, y unos días después, al estallar la guerra, este mismo gobierno posó a custodiar los activos del Deutsche Bank. En diciembre de 1919, a través de un hombre de paja, los británicos compran por 21.000£ la participación del DB en la TPC. Por tanto, por un tiempo, exceptuando la participación holandesa (que sería el 60% del 25% que la Anglo- Saxon tenía en la TPC), los británicos controlaron el total de las concesiones de petróleo de Oriente Medio. En los documentos de la época queda claro que esta era su objetivo y su gran baza de cara a sus negociaciones en la Conferencia de Paz de París.

Desde este punto de vista, la Guerra fue providencial para los británicos, que llegaron al mundo del petróleo tarde. Probablemente, porque nunca pensaron que, en sus palabras, la supremacy of the British Empire […] bulit up [on] its indigenous coal resources, se vería cuestionada por un producto que, hasta la Primera Guerra Mundial, servía básicamente como aceite de quemar (queroseno) en las lámparas.

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Supongo que es esta incredulidad la que les hizo cometer, en términos de poder geo-energéticos, dos errores garrafales: a) adaptar, en 1913, la flota a los motores de petróleo, lo que les convirtió a lo largo de todo el conflicto en extremadamente dependientes del petróleo americano, y b) repartirse con los franceses, en 1916, el Imperio Otomano -el llamado acuerdo Sykes-Picot- que dio a los franceses (zona lila y azul en el mapa) los territorios por los que debían pasar los oleoductos, para trasladar el petróleo al Mediterráneo.

Ante ello, los británicos acudían a la Conferencia de Paz con un «as bajo la manga», pero pensando que tendrían que negociar con los franceses. Su  objetivo era asegurarse el control del número máximo de yacimientos petrolíferos y reforzar el control sobre lo que ya tenían. Y esto último suponía asegurar su control sobre Persia y Mesopotamia. En uno de los documentos del Petroleum Executive, preparatorios de la Conferencia de Paz se lee: The Anglo-Persian Oil Company is already firmly established in Persia, but in Mesopotamia debatable concessions have from tiem to time been granted and many rival claims will be put forward. It is urged that British control shold be secured at least over the whole Vilayets of Mosul and Baghdad and that in any territorial adjustment in Syria or elsewhere wayleaves for pipelines etc […]. Aunque al final del mismo, se aclare que […] the importance of securing such control is not affected by the fact that it may be desirable to co-operate with, say, French interests […]. El pacto con los franceses se produjo en 1920, sin embargo, en su forma original nunca acabó de llevarse a cabo, pues meses después los americanos reclamarían su parte del botín.

Para ponerse de acuerdo definitivamente, se tuvieron que esperar unos ocho años, pues se movieron fronteras, desmembraron imperios, crearon países, destruyeron empresas y fundaron compañías petroleras; pero lo esencial ya estaba allí: se había señalado a Oriente Medio como “productor” de petróleo internacional y se había fijado qué tres países apadrinarían a las majors petroleras internacionales. La levadura madre de ello es esa parte de Iraq que hoy se desliga.

Contado así, todo parece un disparate, pero reconozco que hay una parte de esta historia que me fascina, por su extrema perversidad. Todavía hoy me cuesta creer que el origen de lo que está ocurriendo fuera una improvisación de última hora de un gobierno, cabeza de un Imperio, fundado sobre el power del carbón que no se dio cuenta a tiempo de que el petróleo sería el power del nuevo siglo. Su baza en la Conferencia de Paz fue haber logrado en cinco años el control de la APOC: una compañía vacía, con todo por demostrar, pero gran oleoteniente. Las cosas les salieron menos bien de lo que esperaban al llegar a París, pues al final tuvieron que repartir con más de los que esperaban, pero fue ese cabo suelto, ese espacio entre Persia y Mesopotamia, lo que les permitió seguir estando entre los grandes.

El disparate de Iraq o el insulto a la inteligencia

Más allá del mundial de fútbol, que nos tiene a todos ocupados, la noticia de la semana es Iraq. Es el avance de los partidarios del Estado Islámico de Iraq y del Levante hacia Bagdad, después de ocupar Mosul y Tikrit. Es la posibilidad de que la Administración Obama considere intervenir de nuevo, para parar el avance y evitar una escisión-división del país en dos. Me perdonarán, pero es vomitivo. Estoy furiosa. Desde el momento cero de la invasión de Iraq, e incluso desde antes, pues bien pudiera ser que esta fuera una de las razones por las que Bush padre en su momento no acabara la tarea, se sabía que esto iba a pasar. Pero o somos tod@s burr@s o nunca hemos visto Laurence de Arabia.

Que conste que soy de las pocas que siempre pensó que el petróleo no era la razón de la belicosidad hacia Iraq. Ahora bien, aunque crea que el petróleo no fue la causa de la invasión de Iraq en 2003, sí que creo que la creación del Estado moderno de Iraq no se puede entender sin el petróleo. Por ello, entrar como se hizo, “como elefante en cacharrería”, y cargarse una estructura de gobierno y poder articulada en torno a un contrato social, cuya base era la distribución de las rentas del petróleo al conjunto de la población, sin crear nada nuevo, sólo podía llevar a la destrucción del estado nacional.
El Iraq contemporáneo tuvo su origen en la desintegración del Imperio Otomano y en el larguísimo proceso que culminó con los Acuerdos de Lausana, en 1923, cuando al establecerse las fronteras de Turquía, quedó fijado lo que el rey Faisal y los británicos ya habían pactado en 1922, que básicamente venía a decir que los británicos asesorarían en prácticamente todo al Rey Faisal, y a cambio él se comprometía a no ceder ni alquilar a ningún Foreign Power, ninguna parte de Iraq. Es decir que se salvaguardaba un Iraq unido, todavía bajo protectorado británico, en el que se unieron tres dispares provincias.

La integración de la provincia de Mosul, que ahora siempre se cita como la de la “patria” de Saddam Hussein, como si esa fuera la razón de lo que allí ocurre, fue una de las más controvertidas. Hasta que no quedó claro que su territorio quedaba dentro del ámbito de las concesiones de la Turkish Petroleum Company (TPC) (antecesora de la Iraq Petroleum Company), y, hasta que no quedó claro que la TPC estaba controlada por los británicos a través de la Anglo Persian Oil Company (antecesora de British Petroleum), ni Iraq ni la Industria Petrolera Internacional quedaron definitivamente establecidas.

La Iraq Petroleum Company se creó en 1929, su domicilio social estaba en Londres, y si exceptuamos las participaciones del “inefable” Calouste Gulbenkian y del gobierno Iraquí, los socios de la corporación fueron los antecesores de la británica British Petroleum, de la francesa Total, de la estadounidense ExxonMobil, así como la ya entonces – y ahora- Royal Dutch Shell. Una vez creado este consorcio, en 1930, los británicos otorgaron a Iraq, al menos sobre papel, la independencia. Así, como ha sido el caso de muchos de los países petroleros de la región –como también de otros del Norte de África- la creación del estado nacional fue pareja a la creación de una compañía petrolera nacional, bajo tutela de un consorcio internacional. Ello, en la segunda mitad de Siglo XX, se transformaría en unas compañías petroleras nacionalizadas, con acuerdos comerciales con los mismos consorcios petroleros internacionales que las habían creado.

Lo importante aquí es entender que, y no sólo para Iraq, en la mayoría de los llamados países –árabes- exportadores de petróleo la creación del estado, el establecimiento de las fronteras y la creación de las compañías petroleras nacionales han ido de la mano. En una primera fase, hasta los años 1960s y 1970s, el pacto era que los consorcios internacionales “pagaran” a unos dirigentes que mantenían cohesionado el territorio (en este sentido la historia de ARAMCO, la compañía saudí, es extremadamente ilustrativa); y, en una segunda, por necesidades de mercado de las economías occidentales, se toleró a los dirigentes distribuidores – rentistas, que crearon un contrato social a través de la distribución de la renta del petróleo a la población. Así, el signo de identidad nacional era ser –directa o indirectamente- receptor de la renta del petróleo. Así se crearon los ciudadanos de los nuevos estados petroleros. Ciudadanos que se consideraban de un mismo país por recibir las rentas del subsuelo del territorio común; y ciudadanos que se modernizaron al convertirse en consumidores –de bienes- occidentales. Por ello, las compañías petroleras nacionales se convirtieron en el principal instrumento de intervención nacional. Es cierto que la otra cara de la moneda ha sido mantener en el poder a perdurables dirigentes autócratas, aunque ha ayudado –y mucho- a mantener bajo el manto de la unidad nacional, territorios y colectivos muy dispares.

Entre las muchos desatinos de los que podemos culpar a los ingenuos, pre-ilustrados, dogmáticos y extremadamente peligrosos neocons en todas sus ramificaciones y a sus ideólogos, los integristas economistas ultra-neoliberales, cabe no haberse dado cuenta, que más allá de la “ineficiente” gestión política del petróleo, las compañías petroleras nacionales en la mayoría de los países árabes de la OPEP, eran la base de la unidad territorial-nacional. Todavía recuerdo el sentido, no la literalidad, de las declaraciones de Paul Bremer en 2003 diciendo que en Iraq democracia y privatización del petróleo iban de la mano. Así, esta visión muy simplista, pero muy en boga en esos años, representada a la perfección por think-tanks, como el Heritage Foundation, ayudaron a desmembrar Iraq, pues despedazaron al instrumento que lo cementaba: su compañía petrolera nacional. Es más, tan grande ha sido el destrozo, que en el impulso se ha expulsado, también, a los históricos consorcios petroleros occidentales que, créanme o no, eran los garantes de la continuidad de este modelo.

Sigo pensando, y todo lo que ha venido ocurriendo lo confirma, que la invasión de Iraq no fue por el petróleo, pues con ella lo que se perdió fue el orden petrolero internacional que se gestó a lo largo del Siglo XX. Éste llevaba implícitas unas fronteras, unos estados y, evidentemente, unas alianzas internacionales. Hoy, todo está roto.

Aunque no me gustara este orden, aunque no me gustara lo que conllevaba, aunque la industria petrolera internacional me parezca “lo peor”, antes de ir cual Rambo por el mundo, creyéndose que las recetas de los economistas son la panacea para el mundo, estaría bien pararse a pensar; caso que no se pudiera, lo de pensar me refiero, al menos podrían ir al cine a ver Laurence de Arabia… Es lo más leve que se me ocurre decir, pues como he dicho al principio, estoy furiosa.

El «milagro» de los precios del petróleo

Hoy el The Guardian publica un artículo explicando que Estados Unidos en 2015 sobrepasará a Arabia Saudí y a Rusia en producción de petróleo. Es decir que los Estados Unidos de América se van a convertir en el primer productor de petróleo del mundo. Ellos, claro, están eufóricos, pero los británicos, según cuenta el mencionado periódico, no tanto, pues ven como en Estados Unidos los precios del petróleo bajan, mientras que aquí no hacen lo propio. Es más la noticia relata que, según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía, Europa, por tener que pagar un petróleo relativamente más caro que el de EE.UU., perderá el 10% de la cuota de mercado mundial. Y cuenta, también, que esté diferencial de precios se mantendrá unos 20 años. Es decir, se dice que en las dos siguientes décadas el petróleo en el otro lado del Atlántico será más barato que en este.

Todo ello me suscita una pregunta. La pregunta es la siguiente: ¿Cómo puede ser que sea más barato el petróleo no convencional –más profundo y tecnológicamente complicado de extraer- que el que está en la superficie de yacimientos convencionales?, ¿Cómo puede ser que a Estados Unidos extrayendo petróleo más caro, se le abarate el mismo? Para mí, este es un misterio difícil de resolver. Se me ocurren varías explicaciones, no ortodoxas, pero todas ellas desmienten dos mantras energéticos: que lo relevante de la energía es el coste y que es la escasez -el haber alcanzado el pico del petróleo-, que obliga a acudir a las reservas “de frontera”, la que encarece el precio del crudo: pues, si es cierto lo que dicen, se está extrayendo petróleo caro que sirve para abaratar los costes energéticos de Estados Unidos.

En mi opinión, este “milagroso” hecho puede tener tres interpretaciones. Primera, nos han engañado durante años y la parte más relevante del coste del barril, no es cuánto cuesta extraerlo, sino todas las actividades vinculadas con el transporte y venta. Así, como Estados Unidos ya no tiene que traer petróleo de fuera, se le abarata tanto, que compensa con creces el mayor coste de extracción. Segunda, también nos han engañado, y Estados Unidos no estaba nutriéndose de un petróleo barato importado de Oriente Medio, sino de importaciones más caras de otros lugares del mundo. Por tanto, ahora al reducir sus importaciones, “su” petróleo nacional le sale relativamente menos caro que el de antaño. Y, tercera y última explicación: el precio del petróleo se fija por razones otras que los costes reales de extracción. De hecho, tiendo a pensar que esto es lo más probable, pues en otros momentos de la historia ya pasó. De una forma u otra se establece un precio que favorece más a los unos que a los otros. El único requisito para hacerlo es tener el poder suficiente para ello.

Para mí, que los tiros van por ahí. El otro día un gran amigo me mandó un artículo de Foreign Affairs, publicado el pasado 15 de Octubre. Éste es uno de los numerosos que estos días han salido a raíz de los 40 años del primer shock del petróleo. Este artículo sostiene que la interpretación que los estadounidenses hicieron de este hecho fue errónea, pues, y cito literalmente, contrary to popular belief, the United States has never really been dependent on the Middle East for its supply of oil — today only nine percent of the U.S. oil supply comes from the region. At no point in history did that figure surpass 15 percent. Rather, the crux of the United States’ energy vulnerability was its inability to keep the price of oil under control

Por tanto, lo que nos dice este extracto es lo siguiente, el problema no fue la escasez física de crudo, el problema es que al tener que importar petróleo –piénsese que hasta 1971, EE.UU. no lo hizo-, aunque éste fuera abundante y barato, se perdía la posición en la que unilateralmente se podía influir sobre el precios, en función de sus necesidades. El matiz es importante, pues significaría que la “dependencia del petróleo”, de la que tanto se ha hablado, no es otra cosa que no ser el que tiene el poder suficiente para modelar “el mercado” –si eso existiera- a su propia conveniencia. Desde esta interpretación, da igual si el precio es alto o bajo, siempre y cuando sea lo alto o bajo que “a mí” me convenga. De hecho, creo que se trata de eso. El éxito del fracking no es que se añada más cantidad de crudo al pool: el éxito del fracking es que si nos conviene nos podremos separar del mercado internacional, fijando para nosotros los precios que nos convengan; o, alternativamente, el éxito del fracking es que tenemos –o los demás creen que tenemos- una capacidad excedente que, caso que no nos conviniera el precio internacional, podríamos modificarlo. Es decir, sustituir a Arabia Saudí, en su rol de swing producer. De paso, además, en este momento geo-político tan complejo, ello, les sirve para decir que se pueden liberar del fardo de la política en Oriente Medio, para concentrarse en “el futuro”: el Pacífico.

Estoy bastante convencida que se está jugando una partida de poker, la única duda es si estamos ante un farol o un as bajo la manga. El tiempo lo dirá, pero por ahora, ellos parecen creer que todo esto es verdad y, en este lado del mundo, también.
Lo que ahora está ocurriendo es que nos estamos desacoplando. Estamos dejando de movernos en el mismo sentido, y proporción, en función de la evolución de los precios internacionales del crudo. Si todo ello fuera cierto, el resultado será que Estados Unidos tendrá la capacidad de influir sobre el precio del petróleo para modificar “nuestras” posiciones relativas. Es decir, dejaremos de pertenecer al “mismo” bando. No sé valorar cuánto puede haber de bueno y malo en ello, pero un consejo. Si de verdad ocurre y de verdad los gobiernos y la industria energética europea no quiere cambiar de modelo energético, al menos aprovechemos lo bueno, de lo que ya hay ¿Por qué, en vez de gastar dinero inútil en fracking, no se compra más petróleo de Oriente Medio? Es más barato y bueno que el de USA y los saudíes, cual amante despechado, tal vez nos lo vendieran. No pasará, pero pensarlo es divertido.

Egipto vs. Argelia

Me he resistido bastante a escribir sobre esta cuestión en este blog, pero como dice el refrán, «la cabra tira al monte», y ante las cada vez más frecuentes comparaciones entre lo que ocurre en Egipto y lo que ocurrió en Argelia en la década de los 1990s, no me he podido resistir. En Argelia, después de la victoria del Frente Islámico de Salvación (FIS), se produjo un golpe de los militares, aplaudido y jaleado por las cancillerías occidentales, que condujo a una guerra -contra la población- civil de cientos de miles de muertos y que, además de dejar al país sin esperanza de cambio interno, inició la vía hacia la globalización de la economía argelina; o si se prefiere su desopepización. Éste, tal vez, haya sido uno de los aspectos menos tratados de la crisis argelina, pero, llanamente, Argelia se acostó, antes de las elecciones, petrolera y emergió gasista, un lustro después. Puede que a alguien le parezca lo mismo que un país, miembro de la OPEP, pase de ser exportador de petróleo a ser exportador de gas; puede parecerlo, pero no lo es. Someramente, diré que hay tres diferencias fundamentales. La primera de ellas es de orden geo-político: la OPEP, por sus relaciones privilegiadas (se diga lo que se diga) con los países –consumidores– de la OCDE, era la garantía de la occidentalización del Mundo Árabe; con el gas las cosas son distintas, pues se realizan contratos y alianzas bilaterales, y no por pertenencia a un determinado grupo o bloque. En segundo lugar existía un acuerdo, desde que en los 1970s, Estados Unidos, pasara a adquirir petróleo en el «mercado internacional», de reparto de la renta mundial, entre países de la OCDE ( y aquí incluyo, claro, Japón y Corea del Sur) y países productores, que se ejemplificaba en que los países de la OPEP eran dueños de su renta, siempre y cuando vendieran el petróleo a quién tocaba e invirtieran y compraran en lo que tocara, en Occidente; una vez más, con el gas -y con el mundo de hoy- este pacto ya no existe. Basta mirar donde invierten hoy los fondos soberanos o pensar que desde el fin del «bloque del Este» y la «emergencia de Asia» el reparo de la renta mundial ha de ser distinto, para comprender que las cosas han cambiado. Por último, a nivel interno, la extracción y venta de petróleo formaba parte de una política nacional – para el conjunto de la Nación, hoy su enfoque es mucho más micro, de alianzas empresariales, por encima de las políticas energéticas nacionales. Dicho sea dicho de paso, tanto de los productores como de los consumidores.
Probablemente sea esa ya no pertenencia a un «bloque», sean esos nuevos destinos y formas de exportación de la «renta» de los hidrocarburos, y la micro-concepción de la explotación de los hidrocarburos, los rasgos más característicos de la globalización de las otrora economías petroleras. De ahí que, en el «mundo de la OPEP», al menos en el Árabe, haya mucho que perder si el mundo de ayer se viene abajo: pérdida de influencia, pérdida de renta, pérdidas de alianzas….en definitiva, pérdida de poder. Mal que les pese a los Argelinos, a ellos ya les ocurrió, pero parece estar pasando en todo el «tradicional» Mundo Árabe. Ya he hecho referencia a ello en anteriores entradas, pero, hoy, leyendo este artículo del New York Times, no me ha quedado ninguna duda. Lo dice mi gran amigo Rob Prince, en Egipto se está librando, también, una lucha por la hegemonía y los equilibrios en el Mundo Árabe, de ahí que los religiosos saudíes, junto a los no menos creyentes israelíes, apoyen a los «laicos» golpistas; mientras los Qataries y Turcos están más próximos al otro lado: el viejo mundo, frente al nuevo.
Mirado con retrospectiva, Argelia fue el primer acto de este cambio -lo que he llamado desopepización-, ¿será Egipto el final de esta tragedia?
El mundo de hoy es muy distinto del de los primeros 1990, aunque es su consecuencia. De ahí que la forma de lo que ocurre en Egipto, como reiteradamente viene repitiendo Ignacio Cembrero en El País, se parezca cada vez más a lo que ocurrió en Argelia. De lo que él dice, a mi, sólo me queda añadir un aspecto, el económico. Está claro que Egipto no ha sido un país de la OPEP, pero después de Argelia es el segundo productor africano de gas. De ahí que, a la «chita callando», estuviera entrando en ese nuevo mundo del gas, al que, ahora también, pertenece Argelia. De ahí, también la alianza con Qatar, el rutilante actor de este mundo, y del cual, su anterior Emir apoyó a Morsi. De ahí, una vez más, que podamos especular que el desafortunado Gobierno de los Hermanos Musulmanes, mientras realizaba una pésima y regresiva gestión política interna, cambiaba los grupos de poder económico del país. Esto es lo que también ocurrió en Argelia. Hizo falta una sangrienta represión y muchos apoyos externos, para que cuando Bouteflika apareció como el «conciliador» de el país, las élites económicas tuvieran que aceptar nuevas reglas -recuérdese el extraño y postergado cambio de la Ley de Hidrocarburos en el primer lustro del 2000- y la economía argelina se hubiera globalizado. Egipto lleva el mismo camino, pero el significado geo-político de Egipto y del Canal de Suez, es infinitamente mayor, pues aquí ya sin ninguna duda, como apuntaba en mi entrada anterior, globalización significa desoccidentalización. Por ello, probablemente, esos extraños compañeros de viaje que son Arabia Saudi e Israel estén en el mismo barco, remando con Sisi y cia., pues ellos fueron los grandes ganadores en la región del mundo no global de Occidente.
Desde este punto de vista, en las formas y, quien sabe, resultado final hay una gran similitud entre lo ocurrido en Argelia y lo que, hoy, acaece en Egipto. La gran diferencia, además de 20 años, es que en este juego que se inició en Argelia, ésta era un peón, mientras que Egipto es, al menos, la dama.

Qatar, Arabia Saudí y Egipto: ¿nuevo orden frente al viejo?

Sin duda, una de las noticias de hace un par de semanas fue la abdicación del emir de Qatar, Sheikh Hamad bin Khalifa al-Thani en el principe heredero Sheikh Tamim bin Hamad al-Thani,. Este hecho fue calificado de insólito en la prensa y medios de comunicación. El FT habla de un hecho aislado en las petromonarquías del Golfo, y el The Guardian de un raro ejemplo. Reflexiones similares se podían encontrar en Le Monde y en El País. Entre líneas, en algunos de estos medios, se sobreentiende que este hecho, además de insólito, es una muestra más de la «modernidad» de Qatar, frente a los «tradicionales» países de la OPEP.

Sin duda, también, la noticia de esta semana es la crisis y golpe de estado en Egipto, en un escenario que, desde Europa, recuerda al de Argelia de los años 1990s. Hoy, salta la noticia que Arabia Saudí y Emiratos Árabes, respaldan este golpe con 6.650 millones de dólares. Curioso, pues Qatar, hace unos meses hizo lo propio con el gobierno encabezado por Morsi.

Todo esto, ¿indica algo? Personalmente, creo que sí.

Aunque se hable de el Qatar moderno, frente a los «tradicionales» países petroleros de la OPEP, y aunque no soy, ni de lejos, una especialista en Qatar, me atrevo a hacer alguna reflexión sobre las supuesta modernización de la economía de Qatar. Una rápida mirada a sus principales indicadores macroeconómicos, me indica que a grandes rasgos, hay poca diferencia entre la economía qatarí y la de cualquier país petrolero tradicional. Se puede hablar de diversificación, pero casi el 60% de su PIB tiene como origen el sector del petróleo y el gas; casi el 70% de sus ingresos fiscales se deben a la fiscalidad energética; sus quasi única partida de las exportaciones de bienes es petróleo y gas y su balanza de transferencias (remesas de emigrantes) es negativa, así como las exportaciones de capital, en todas sus formas. Si miran estos mismos indicadores para Arabía Saudí, Kuwait o cualquier otro, verá que son muy y muy similares. De hecho, todo ello indica que la principal -por no decir la única- fuente de excedente qatarí son los hidrocarburos, como en cualquier otra economía exportadora de recursos energéticos.

Por tanto, si ello es así, la cuestión es qué ocurre, para que no deje de hablarse de Qatar, mientras Kuwait -e incluso Arabia saudita- parece haber desaparecido del mapa, o al menos de los papeles. Para mi, además de la suerte, para Qatar, de ser un mini país con unas maxi bolsas de gas, lo que le da unos ingresos energéticos per capita superiores a cualquiera de sus vecinos y le permite, relativamente, tener unos excedentes de renta -o de capital- astronómicos; lo que ocurre es que Qatar, siendo un país equivalente a sus vecinos, es un país petrolero emergente, mientras que los otros representan al «antiguo orden».

Hoy, Egipto nos da un ejemplo de ello. Piénsese que mientras se sucedían las revueltas, algarabías y guerras civiles en el Mundo Árabe, salvo cuando Arabia Saudita lo consideró una cuestión de seguridad nacional, ha mantenido un perfil muy bajo. Mientras, Qatar ha estado más que activo, apoyando y financiando a los líderes emergentes, aunque fueran los «viejos» hermanos musulmanes de Egipto. De hecho, en este país, en el que entre el 50 y el 60% de sus exportaciones son de gas, Qatar no tuvo ningún empacho en realizar acuerdos y financiar el tesoro egipcio con la compra de bonos por valor de 3.000 millones de dólares.

Pero, cuál es la diferencia entre lo que representa Arabia Saudí y lo que es hoy Qatar. Arabia Saudí es un país, que como tal, nace en los años 1930 a la sombra del Rey Saud y de la ARAMCO, la actual compañía nacional de petróleos saudí, cuyo acrónimo significa ARabian AMerica Company of Oil. Así que por mucho que pese a los europeos, es un país creado para y con el orden petrolero -internacional- americano. Fue el paradigma del país «energético» del nuevo mundo que surgió después de la Segunda Guerra Mundial. En cambio, Qatar es un país que sale a la palestra con dos de los hechos símbolos del fin del euro-atlantismo en las relaciones energéticas internacionales (unas relaciones fundadas en unos países cuyas exportaciones de petróleo se dirigen a los países de la OCDE). Éstos son, la creación de la cadena Al-Jazeera en 1996 y el inicio de la exportación de gas natural liquado (GNL) en 1997. Curiosamente, en menos de un año, en Qatar se inician dos cosas que sin tener relación aparente, ponen en crisis la tradicional relación entre Occidente y las petromonarquías del Golfo, pues Al-Jazeera cuestiona el discurso mainstream desde y sobre la región; y la posibilidad de exportar gas fuera de los canales petroleros tradicionales, muestra la posibilidad de un nuevo tipo de relaciones energéticas internacionales.

En retrospectiva, más curioso aún es que ambos hechos coincidan en el tiempo con la crisis asiática de 1997. Crisis que supuso la desemergencia de parte de Asia, especialmente Japón, y la llamada emergencia de -otra- Asia. Con esta coincidencia de fechas, aunque éste sea un ejercicio meramente especulativo, quiero señalar que la moda Qatar se produce al mismo tiempo que el surgimiento de ese «nuevo mundo emergente» que gira hacia el Pacífico y el Índico. Mientras, desde este punto de vista, Arabia Saudita veía como sus asideros de poder en al arena internacional se desvanecían.

Tampoco soy una experta en Egipto, pero, de lo que voy viendo, entiendo una cosa. Las élites islamistas -aunque su origen se remonte a los años 1920, en Egipto o en Argelia- representan la financiarización de las economías árabes, han sido, en contraposición a las anteriores, las impulsoras de las políticas gasísticas -a gran escala- y son las que han sido apartadas, mientras occidente veía a los países árabes (lo fueran o no) como unos exportadores de petróleo, cuyo único destino era que su savia pasara por el Canal de Suez, el Mediterráneo y el Atlántico. No defiendo ni a los unos ni a los otros, pero, sospecho que deberíamos darle alguna vuelta a la idea de que los poderes islamistas son los portadores del «nuevo orden» al Mundo Árabe y Musulmán.

Es una intuición, no está razonado, pero algo de ello debe haber cuando desde Europa, la gran perdedora del «nuevo orden», se aplaude tan acríticamente el golpe de estado de Egipto, y cuando Arabia Saudita, el más ortodoxo, entre los ortodoxos, apoya a unos militares «laicos», frente a un gobierno religioso (Por cierto, no me vale que me digan que no es del mismo color…). No sé, todo esto, tal vez, es una gran tontería, pero hoy, al leer el periódico, es lo que me ha venido a la cabeza.

Quo Vadis Europa

El mismo joven amigo que hace unas semanas me mandó un par de artículos del The Economist, hace unos días me mandó un artículo de Karel Beckman, editor en jefe de la European Energy Review, cuyo título es How unconventional oil and gas are turning 2013 into the Year (Even more) Uncertainty (no adjunto enlace, pues hay que estar suscrito a la revista, para poder acceder a sus artículos). El título del mensaje de mi amigo es «gran overview». Y, desde luego, lo es. En siete páginas, el autor hace un recorrido extremadamente ilustrativo de los cambios geo-políticos, que la irrupción de la energía fósil no convencional, está suponiendo a escala mundial. Se esté, o no, de acuerdo con su visión sobre la energía fósil, es un artículo muy lúcido.

La tesis del artículo se resume en:

1) La irrupción del shale gas y la apuesta que Estados Unidos ha hecho por él, está implicando un cambio trascendente en las relaciones internacionales y, por tanto, en la geo-política mundial.

2) Ello -aunque no estaría claro qué va primero- ha ocasionado un cambio en la estructura de gobernanza internacional de la energía. Es decir en las relaciones -de poder – que se daban entre los tradicionales países productores (la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP), las grandes compañías energéticas internacionales (fueran las privadas, International Oil Companies, o las nacionales), y los países consumidores (los que se agrupan en torno a la Agencia Internacional de la Energía, IEA)

3) Este cambio en la estructura de gobernanza internacional ha ocasionado que todos estos actores «muevan ficha», intentándose adaptar a las nuevas circunstancias, salvo Europa.

Esta es la idea general. Sacando punta a la explicación que da Karel Beckman, personalmente, extraigo alguna conclusión adicional que, creo, es bueno descollar, pues ayudará a interpretar algunas de las claves de los acontecimientos contemporáneos.

1) La política que Estados Unidos -y las Américas, en general- están haciendo en relación a la explotación de energías fósiles no convencionales es el fin del Atlantismo en las relaciones energéticas internacionales. Las razones:

a) si el primer importador de petróleo del mundo considera que depende en menor medida de las reservas de petróleo de Oriente Medio, el vínculo histórico entre los consumidores europeos, los productores del Golfo Pérsico y la economía de Estados Unidos de América, se rompe, y

b) si como declaraba Hillary Clinton en Foreign Policy, ha llegado el momento de hacer inversiones similares en el Pacífico que las que se hicieron en Europa después de la Segunda Guerra Mundial, es más que plausible que ello se convierta en «ayudas» energéticas equivalentes a las que se hicieron en Europa, entonces, vinculándonos, a través de la OCDE, a la Agencia Internacional de la Energía. De hecho, el propio Beckman podría apuntar en esa dirección cuando escribe China is unlikely to be able and willing to take over from the US as yet. Although Bejing knows it can’t keep getting a free energy lunch off the US military table

En definitiva, el espacio geo-energético Europeo, está perdiendo peso en -lo que será- la nueva estructura de gobernanza internacional de la energía. Está perdiendo poder en ella y está perdiendo poder la institución energética que era su paraguas, la Agencia Internacional de la Energía, pues esta es una agencia. creada en el marco de la OCDE, que es la sucesora de la OECE (Organización Europea para la Cooperación Económica), resultado del Plan Marshall.

2) El revuelo que la irrupción de los fósiles no convencionales puede ocasionar en los «tradicionales» espacios de intercambio internacional de energía, y con ello sobre los precios del petróleo y del gas, puede suponer una gran mutación -no el fin, pues son como el Ave Fénix- en las tradicionales compañías energéticas occidentales o atlánticas (ExxonMobil, Royal Dutch Shell, British petroleum….), que podrían pasar a vender a China o invertir en el transporte del gas y petróleo no convencional, para no perder su hegemonía en las actividades aguas abajo.

Es plausible que ante el giro hacia el Pacífico de Estados Unidos y unas inversiones más que inciertas -no por los atentandos terroristas, sino por la competencia de sus «hermanos» menores en Dakota del Sur-,  las grandes de la industria internacional se dejen de proyectos quiméricos de transporte y almacenamiento, que en la mente de los promotores debían cruzar vastos espacios terrestres y marinos para abastecer el mercado atlántico-occidental.

Para mi esta idea se refuerza viendo el bonito gráfico que el Transnational Institute nos ofrece a través de The Finance and Fossil web, en la que claramente se ve que las majors energéticas están controladas -y controlan- por los grandes grupos financieros internacionales. Desde este lógica es muy improbable que un accionista financiero haga una apuesta a riesgo, y a muy largo plazo, para construir unas infraestructuras cuya rentabilidad a corto plazo es nula y, a la largo, imprevisible.

Una vez más, las consecuencias para Europa son preocupantes, pues si «nuestras» empresas cambian de estrategia ¿quién se ocupará de la seguridad de nuestro suministro? ¿quién construirá esos extraordinarios fueloductos como el Nabucco?…Piénsenlo, no es banal.

Hay mucho más que pensar, pero para una entrega basta. Sólo añadir que si aplicamos este pensamiento del fin del atlantismo energético -internacional- podemos empezar a entender algunas cosas que, con nuestro esquema interpretativo habitual, nos parecen muy raras. Por ejemplo, porqué China es la gran beneficiaria del crudo resultante de la invasión de Iraq, o porque Francia ha acudido rauda a Mali.

Lo dice implícitamente Hillary Clinton cuando escribe lo siguiente, As the war in Iraq winds down and America begins to withdraw its forces from Afghanistan, the United States stands at a pivot point. Over the last 10 years, we have allocated immense resources to those two theaters. In the next 10 years, we need to be smart and systematic about where we invest time and energy, so that we put ourselves in the best position to sustain our leadership (…) over the next decade will therefore be to lock in a substantially increased investment — diplomatic, economic, strategic, and otherwise — in the Asia-Pacific region. Y, lo dice explícitamente mi amigo y colega Robert Prince en su blogThe Obama Administration (…) with its eye on an Asian-Pacific military buildup, Washington, itself, is unwilling to send U.S. troops (other than some Special Forces types we have to assume are involved) to Mali. Hollande’s willingness to act as the Sahara’s Netanyahu suits the Obama Administration (…) If this part of the scenario is accurate then there is another way to consider French military actions in Mali: little more than a pre-emptive, defensive military maneuver meant to keep China out of Mali (and Niger and Chad among other places)…

Con todo ello, mi interpretación es:

1) Estados Unidos ya no va a invertir directamente en «asegurar» la estabilidad en el territorio MENA (Middle East and North Africa), pues el petróleo le interesa menos y sus ojos están en el Pacífico

2) Tiene una mentalidad de super-potencia y, aunque esté dispuesta a hacerles favores a los Chinos, tales como facilitarles el petróleo del territorio MENA, no está dispuesto a que China ocupe los lugares que va dejando vacíos

3) Algunos países europeos, intentando asegurar su suministro energético -o el control de recursos vitales en el Norte de África- se están convirtiendo en los gendarmes de Estados Unidos en el vasto territorio del Sahara.

El problema de ello, es que esta actuación individual, subordinada a una estrategia de «retirada» de Estados Unidos de esta parte del mundo, sólo se ha hecho para dejar a un peón in situ. El peón, sin embargo, se equivocó, pues, tal como yo lo veo, en ese contexto de desatlantización de las relaciones internacionales, su presencia en Mali sólo conducirá a una mayor fragmentación de Europa. Pues, sea o no sea verdad, desde Europa no se entiende que en un momento como el actual se inicien «cruzadas» neo-coloniales que, cada vez más, se interpreta, Francia ha realizado para defender «su uranio».

Honestamente, si esta es la forma como Europa, o algunos de sus países se adaptan al cambio del que nos habla Karel Beckman, mejor,  lo dejamos, ¿no?.

¿Para cuándo las relaciones de poder en el análisis energético?

Recientemente el OECD Observer ha publicado una entrevista con Fatih Birol, actualmente Economista Jefe y Director del Global Energy Economics, International Energy Agency (IEA). En esta entrevista, Fatih Birol, que además de su actual posición, fue autor de un artículo que divulgó un concepto de pobreza energética, que ha creado escuela, argumenta que los precios del petróleo están aumentando por dos razones: a) por la demanda de crudo de países como China e India, y b) por los costes crecientes de extracción del crudo, en un contexto en el que para lograr nuevos barriles de crudo se ha de ir más lejos, perforar a mayor profundidad o extraer petróleo no convencional.

No negaré ninguna de las dos razones que el economista jefe de la IEA nos da, pero desde mi punto de vista, su explicación es incompleta. En la misma frase en la que nos dice que estas son las causas de que el precio del petróleo aumente, se escribe lo siguiente:  You might remember that they dipped to just above $30 per barrel in the midst of the financial crisis at the end of 2008. Since that time oil prices have averaged more than $90, which is triple their average in the two decades prior, and are currently above $100.That high oil prices have been sustained reinforces an important message (…) the era of cheap oil is over.

Hay una contradicción en esta explicación. Si se dice que el precio sube porque aumenta la demanda y porque los costes de producción aumentan, lo lógico sería creer que desde 2008 hasta la actualidad, años en los que la crisis económica no ha hecho más que progresar, si no ha aumentado sustancialmente el consumo mundial de crudo -aunque los costes de producción se mantuvieran iguales-, el precio no debería incrementar significativamente. Pero, ello no es así. Y, aunque sea cierto -que yo creo que lo es- que la era del petróleo con coste de extracción bajo se ha acabado, en cuatro años las expectativas no se han modificado tanto. Con todo ello, quiero decir que no basta con los «típicos» argumentos económicos para explicar las causas de la subida y la de bajada de los precios del petróleo.

Según las estadísticas de la International Energy Statistics, el consumo de petróleo mundial en 2007-el año anterior al estallido de la crisis- era de unos 85.847mil barriles al día, en 2011 fue de 87.421. Si no me equivoco, esto implica un incremento de un 1,83% en el consumo, que debería traducirse en un bajo aumento de la demanda de crudo. Mientras se producía este moderado aumento del consumo mundial, ¿qué ocurrió con los precios? Éstos experimentaron grandes altibajos, pero como media podría decirse pasaron de, en torno, unos 60$/barril a unos 100$/barril. Aunque esta cifra sea menor de la que nos habla el Sr. Birol, significa que, frente a un potencial aumento de la demanda de menos del 2%, el precio aumenta un 66%. Estos datos deberían ser suficientes para cuestionar cualquier argumento que afirme que, en las condiciones actuales, el precio del crudo sube -como sube- porque aumenta la demanda -sea ésta de China e India o de cualquier otro lugar.

Una vez abandonado el argumento «objetivo» de la demanda, queda el otro: la expectativa de que el petróleo barato se acaba. Este es un argumento muy viscoso. Pues esta expectativa está en el discurso main stream de las relaciones energéticas internacionales, desde los shocks del petróleo de la década de los 1970s y desde que el Club de Roma publicara el informe sobre los Límites del crecimiento en la misma época. No voy a negar que el petróleo es un recurso finito; como tampoco voy a negar que cada vez es más difícil y costoso obtener petróleo «nuevo». Lo que niego es que exista una relación positiva y directa entre la idea -la expectativa- de que ello va ocurrir y la evolución del precio del petróleo. Dicho de otro modo, no me creo que si el precio del petróleo ha pasado de 30 a 100, se pueda explicar sólo con este argumento.

Lamento que sea justamente uno de los divulgadores del concepto de pobreza energética el que haga estas afirmaciones, cuando actua como economista en jefe de la EIA. Justamente, si algo permite explicar este concepto es que un país puede ser pobre energéticamente, aunque sea extremadamente rico en recursos naturales. La razón de ello es que la pobreza energética es un problema de acceso al suministro energético; un problema de si se está, o no, conectado a las redes de aquellos que producen y comercializan la energía útil para el consumo final. Es decir, un problema originado por quién tiene el poder para decidir que «tú» eres un consumidor lo suficientemente solvente para merecer estar conectado a las redes de suministro. Por esta misma razón países de la OPEP son pobres, energéticamente hablando.

Ante ello, mi pregunta es ¿por qué cuando hablamos de pobreza energética, incorporamos el poder y cuando hablamos de precio del crudo, hablamos del mercado? Hablamos de un precio que sube o baja en función de cómo evoluciona la demanda y la oferta. Este doble rasero me da especialmente rabia, pues la recomendación que se deriva de este último diagnóstico es que la única solución es mejorar la eficiencia energética. Es decir que los consumidores finales (individuos o empresas no energéticas), consumamos menos energía para producir igual -o más- o para tener los mismos niveles de bienestar.

Es evidente que, al menos en esta parte del mundo, consumimos más de lo que necesitaríamos para vivir igual de bien y felices. En ese consumir en exceso, también se incluye el consumo energético. Sin embargo, mi pregunta es ¿si nuestro consumo fuera más eficiente, las grandes productoras del sector dejarían de presionar para que modelo de energía fósil siguiera vigente¿ y ¿dejarían de invertir en la explotación de -los costosos- yacimientos no convencionales y en la quimera de la energia fósil limpia? Hoy, ver que  Estados Unidos y las mayores petroleras del mundo están apostando por el petróleo y el gas no convencional no parece una muestra de ello. Por lo tanto, otra forma de interpretar el porqué del aumento de los precios del petróleo es pertinente.

Se puede decir que el precio del petróleo sube porque éste se acaba. Como si ello fuera una cuestión que está fuera de nuestro alcance. Pero, se puede decir también que el precio sube, porque ante el fin de la explotación fácil de un recurso finito, aquellos que durante años han basado su poder en la producción o el uso del petróleo, nos han convencido a nosotros, que dependemos de su suministro, de que la única opción posible es explotar, cada vez más, los más costosos recursos fósiles que quedan en el planeta. Piénsenlo, desde este punto de vista, el precio sube no porque se acabe el petróleo, sino porque frente a este hecho, algunos han decidido seguir explotándolo; sabiendo que tienen el poder -porque estamos conectados a sus redes- de rentabilizar el aumento de costes. Que suban los precios, porque se acaba el petróleo con bajo coste de extracción, no es el destino, es una opción de aquellos conglomerados de poder que llevan años lucrándose por su gran poder de mercado.