Cartografiado apunte sobre el precio del petróleo

Encargué al joven cartógrafo Juan Pérez Ventura, uno de los autores del blog el El  Orden Mundial en el S. XXI, que me hiciera un mapa ilustrando tres momentos históricos de los flujos internacionales y marítimos del petróleo. Mi objetivo, al encargarle este mapa, era doble: a) mostrar gráficamente lo mucho que han cambiado los flujos del petróleo en poco más de medio siglo; b) explicar la poca relación que existe entre estos flujos físicos de petróleo y los precios del mismo.

mapaPETROLEOdefinitivo

La elección de los tres momentos no es casual. En los años 1950s, el principal comercio internacional de petróleo se realizaba entre Oriente Medio y Europa, pero el precio lo fijaba un cártel del siete compañías, la llamadas Siete hermanas, vendiendo el petróleo barato de buena calidad de Arabia Saudita o Iraq a Europa, al precio del petróleo del Golfo de México. Este era un precio fijado a priori y arbitrariamente, en el que la cantidad de petróleo producida, comprada o vendida, no incidía en el precio del mismo.

El segundo momento es un mapa de que ilustra la situación al final de los años 1970s, después de los dos shocks del petróleo (1973 y 1978-79). A partir de ese momento, a pesar de que la mayor parte del petróleo que se comercializaba internacionalmente, tenía como origen los territorios de los países de la OPEP, el precio pasó a referenciarse al precio del crudo de dos lugares geográficamente alejados de la OPEP, y de producción cara y minoritaria: la plataforma Brent en el Mar del Norte entre el Reino Unido y Noruega, y el West Texas Intermediate, Cushing (Oklahoma). Por tanto, desde inicios del 1980s, más de las dos terceras partes del crudo mundial se negocian, venga de donde venga la producción, tomando como referencia  los precios de los crudos del Atlántico Norte. Lugar,  alejado de los principales lugares de producción de crudo de uso internacional, que en su mayoría se hallaban en el América del Sur, África y Oriente Medio.

El tercer momento es el actual. En el tercer mapa se observa que la producción de crudo geográficamente se ha diversificado mucho, al tiempo que los flujos hacia Asia y el Pacífico se han incrementado sustancialmente. Sin embargo, no ha habido modificación significativa en la forma de fijar los precios. En relación al momento anterior, lo único que se podría añadir es que la modalidad de compra a venta a futuros de petróleo en el mercado Brent y WTI se ha generalizado.

Aunque los mercados a futuros fueron concebidos como una forma de protección frente al riesgo e incertidumbre futura, tanto de vendedores como compradores, con el tiempo, los títulos del petróleo se convirtieron en un activo financiero más en el que invertir y con el que especular. Aunque estos mercados son muy opacos, se estima que en los años previos a la crisis en estos mercados se podrían obtener tasas de retorno del 700%. Es más, se estima que a mediados del 2008,  el volumen de negocio en el mercado Brent a futuros era el equivalente a unos 518 millones de barriles al día, cuando en el espacio físico real, el de los flujos de energía, sólo estaban circulando unos 85.

Con ello, no es de extrañar que históricamente, como explicaba en una entrada anterior, salvo por alguna excepción como al del año 1973, el precio y las cantidades de crudo no estén correlacionadas. Más allá de ello, lo que hoy quería aportar con estos mapa, es un elemento adicional de reflexión al debate sobre por qué suben o bajan los precios del petróleo.

En el pasado, los precios que se fijaban unilateralmente desde el Golfo de México para todo el mundo, no reflejaban que la mayor parte del petróleo que fluía por éste tenía su origen en Oriente Medio y se dirigía hacia Europa; en la actualidad tampoco existe relación, pues los precios geográficamente fijados en el Mar del Norte y en Oklahoma (Estados Unidos) ni reflejan que la producción mayoritaria de petróleo se da en otras partes -y eso que el mapa no incluye los flujos terrestres de Eurasia- ni que buena parte de los principales de crudo compradores ya no orillan en el Atlántico. A pesar de ello, los precios se siguen negociando en el norte de Europa y de América. El hecho de que, las principales plazas en las que se  negocie a futuros sean la City de Londres y el NYMEX en Nueva York, sólo refuerza -y agrava- este hecho.

Sea como fuere, dejo al lector o lectora los mapas y una pregunta: si los precios se fijan en lugares alejados de los principales yacimientos, ¿cómo puede afectar a estos precios que la OPEP suba o baje su producción?

 

Rápido apunte sobre el precio del petróleo

Estos días, todo el mundo habla del descenso del precio del crudo y, lo cierto es que poca gente halla una interpretación coherente a este fenómeno. Yo tampoco, y mi orgullo se empieza a resentir por ello. El pasado jueves, una colega de la facultad entró en mi despacho, esperando hallar una respuesta satisfactoria a la cuestión y, la pobre, se fue sin ella. Sin embargo, como siempre ocurre, el hablar y tener que pensar sobre las cosas, te abre la mente. Al menos, ahora tengo alguna intuición.

No sé el porque del descenso -más que descenso, desplome- del precio del crudo, que debe de haber llegado en términos reales al nivel de la segunda mitad de los 1980s. Pero, el jueves pensé lo que, ahora, plasmo aquí. A ver si con estas ideas, alguien encuentra una respuesta satisfactoria.

En una industria, de facto, altamente cartelizada, con una estructura de gobernanza con pocos actores (pocos estados y gobiernos,  y pocas alianzas de empresas transnacionales), el precio sólo puede descender -y mantenerse bajo- por dos motivos: a) por que quienes tienen capacidad de influencia entre este grupo, quieren expulsar a aliados o competencia no deseada; o b) por que se han roto las estructuras de control del precio.

Apunté la primera idea en una entrada anterior, y la segunda en otra titulada. ¿El fin de Arabia Saudí como swing producer?.  Me mantengo en ambas ideas. De hecho creo que uno y otro fenómeno se están produciendo a la vez, retroalimentándose, además.

Sigo pensando, como he apuntado reiteradamente en este blog, que estamos asistiendo a lo que he llamado una desopepización. Es decir el fin de la estructura de gestión de la industria petrolera internacional dominante en la segunda mitad del siglo XX. Como también creo que la forma primitiva con la que se ha acabado con varios de los dirigentes de los países de la OPEP, sumado a la fiebre del petróleo no convencional en Estados Unidos y Canadá, han creado más que un exceso de oferta, una descontrolada oferta de crudo.

De hecho, si sumamos la desestructuración de los mecanismos de gestión internacionales de la industria al barullo de la producción, es fácil de entender que los precios se muevan sin rumbo. Fluctuando, ahora a la baja y, en cualquier otro momento, al alza. Esta afirmación no invalida el hecho, como expliqué hace poco, que en el largo plazo, por definición, porque el petróleo es un recurso finito, los precios del crudo han de tender al alza, a medida que éste se acabe o sea más costoso de extraer.

Dicho todo esto, añado dos ideas adicionales, que esencialmente no contradicen lo anterior, pero señalan a «otros». Es decir, ¿por qué en vez de pensar el problema del precio del petróleo en clave geopolítica, no lo pensamos en términos de las empresas del sector? Así, moviéndonos desde la «tradicional» forma de ver la gestión de los precios del petróleo, tal vez veamos otras dificultades que, me temo, ya estan barruntando algunos de los inversores del sector.

Primer hecho, aunque fuera la crónica de una muerte anunciada, podría ser que ya se estuviera produciendo el estallido de la burbuja del shale gas subprime, como llamé a la burbuja especulativa que ha experimentado el sector del petróleo y gas no convencional, especialmente entre inversores de Wall Street. Ello, aunque lo explica parcialmente, justificaría la aceleración del descenso en los precios del crudo.

El segundo hecho, son las dificultades, cada ves más patentes, de la grandes e históricas empresas del sector, como Shell, Exxon, British Petroleum y sus «tradicionales amigas», para acceder a nuevas y buenas reservas.

De hecho, pensando en ello, ya, en la paz del veraneo, escribí, siguiendo las ideas de Naomi Klein, algo parecido a: ¿qué inversor/a o pensionista querría comprar unas acciones para asegurarse una rentabilidad constante o creciente futura, ¿invertiría en una empresa cuya base del negocio es un recurso en extinción?

Hoy, después de la incertidumbre sobre qué empresas controlarán los buenos y rentables yacimientos de Oriente Medio en el futuro, y después del bluff de Shell en el Ártico, finalmente, de la la paralización del KeystoneXL, y de las crecientes voces que abogan por llevar a juicio a Exxon por haber escondido los efectos del cambio climático, esta idea de un negocio basado en un recurso en extinción puede estar cobrando fuerza en determinados ámbitos. De hecho, de forma muy optimista, un amigo mío dice que nos hallamos frente a un negocio en liquidación.

Yo no soy tan optimista como él, pues si algo han demostrado las empresas de la industria petrolera internacional es su capacidad de supervivencia; pero francamente creo que no están pasando un buen momento. Ellas lo saben y sus inversores también.

Por todo ello, podría ser que este descenso de precios lo que este anunciando es una nueva gran oleada de quiebras, alianzas, fusiones y adquisiciones del sector, que nos deje temblando a todos. Pues ante un escenario como el actual, si las empresas históricas no pueden acceder a nuevos yacimientos sólo les queda una opción para que no se hunda su eterno negocio, apropiarse del de los demás y aumentar todavía más, si cabe, su poder de monopolio con el fin exclusivo de mantener la rentabilidad de sus acciones.

Veremos….

 

Nuevos apuntes sobre los precios del petróleo

Un joven amigo libertario de la blogosfera, Helios E.M., hace unas semanas, me hizo llegar sus reflexiones e interpretaciones de lo que estaba ocurriendo con los precios del petróleo. Encuentro que su artículoAlgunos apuntes sobre los precios del petróleo, el fracking y la nueva situación energética, es un buen compendio de muchas de las interpretaciones que se han escrito. En este sentido complementa muy bien las entradas que, sobre este tema, hemos ido realizadondo en este blog.

Para complementar, a su vez, estas contribuciones, quiero añadir tres gráficos que dan mucho que pensar y que, por si solos muestran algo que es evidente, pero que se recoge en pocos análisis.

Primer hecho, el del gráfico 1. El llamado primer shock del petróleo coincide con el momento en el que la economía estadounidense empieza a importar significativamente de Oriente Medio. Ello, a su vez coincide con la creación de la Agencia Internacional de la Energía.

Fuente:EIA, US Crude oil imports y elaboración propia

Origen de las importaciones de crudo de EE:UU. Fuente:EIA, US Crude oil imports y elaboración propia

Segundo hecho, el del gráfico 2. Desde finales de la década de los 1970, y hasta el Siglo XXI, los precios del crudo no hicieron otra cosa que bajar.

preciosTercer hecho, el del gráfico 3. que muestra la evolución de las exportaciones de crudo mundiales (punteado azul) y de la cuota de mercado de la OPEC (línea roja) y los países MENA (línea verde). Esta evolución indica que al mismo tiempo que los dos hechos anteriores ocurrían, la OPEP, y especialmente las exportaciones de crudo desde Oriente Medio y el Norte de África, perdieron cuota de mercado ( de casi el 80% a en torno al 40%)

Fuente:IEA, Oil Statistics (varios años) y elaboración propia

Fuente:IEA, Oil Statistics (varios años) y elaboración propia

Cualquier alumno de primero de economía les dirá que si se da una situación en la que entra un nuevo «demandante», del volumen de Estados Unidos; en la  que bajan los precios y, además, se pierde cuota de mercado, es que no hay ni monopolio ni cártel. Esto es lo evidente. Por ello, tal vez ha llegado el momento de repensar seriamente ¿por qué en la escena petrolífera internacional bajan y suben los precios? y ¿qué significado, ello, puede tener? y ¿qué papel ha jugado la OPEP en todo ello?.

 

Shale gas subprime

Hace unos días, Carlos, un lector del blog me hizo llegar un enlace a un informe titulado Shale and Wall Street: was the decline in natural gas prices orchestrated? La autora de este informe es Deborah Rogers, persona que tiene un blog llamado Energy Policy Forum que, según ella misma cuenta, creó para valorar y debatir la política energética de Estados Unidos. En mi opinión, la información que se puede leer en el blog, es seria y contrastada.

El lector me recriminaba no haber tenido en cuenta el aspecto financiero del actual apogeo del Shale gas. Creo recordar que hice alguna mención a ello en El declive del imperio petrolero occidental, pero es cierto que no con la seriedad y detalle del informe de Rogers. Después de que él me lo recomendara a mí, yo se lo recomiendo a ustedes.

Aquí no les voy a contar todo el detalle del informe. La idea general del informe es que la presente situación de exceso de oferta de gas en Estados Unidos (y de bajos precios del mismo), tiene como origen las predicciones que los analistas financieros de Wall Street realizaron sobre la evolución del sector. Y, para nada, ésta expansión se justifica con las perspectivas reales del mismo. De hecho, como el mismo informa apunta, éstas son bastante malas, pues: a) aún con la más optimista de las predicciones el retorno energético de la inversión es muy bajo (cuántas unidades de energía se emplean para extraer una unidad adicional); b) se está ya produciendo un rápido declive de la producción; c) las grandes empresas del sector están mostrando una gran reticencia a invertir en nuevos proyectos o infraestructuras asociadas al shale gas; y c) no se producen ni los efectos económicos, ni tecnológicos esperados.

De hecho, todo ello ocurre, porque como mucha gente del sector viene diciendo, la supuesta revolución del shale gas o oil, consiste en cucharetear con fuerza en los rincones, con el fin de sacar a la superficie los restos. Pero, una vez el gas o petróleo atrapado ha salido, no hay que esperar un surtidor constante, como antaño. En el proceso de extraer el shale gas o oil, no hay ni nuevas reservas ni nueva tecnología. Ya, en un artículo de 1891 de Calouste Gulbenkian, publicado en la Revue de Deux Mondes, se habla de esta nueva técnica, ideada por el Coronel Roberts en 1862, quien para renovar los yacimientos agotados empleaba dinamita, con el fin de desagregar las paredes rocosas que se interponían. Esta técnica fue utilizada con éxito en 1866, y consistía en lograr una explosión subterránea mediante el lanzamiento de un lingote de hierro. Con ello se lograba que algunos minutos después, llegara a la superficie, al mismo tiempo que un ruido sordo, un líquido mezclado con fragmentos de roca. Así fue cómo se renovó el más abundante de los yacimientos de América

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Hoy en día, la técnica se ha modernizado un poco, pero la esencia sigue siendo la misma: dinamitar a gran profundidad, para romper las rocas en las que el petróleo o el gas se hallan presos. La diferencia, entre ayer y hoy, está en que cada vez hay menos qué liberar, y que cuando ya se ha logrado, no hay más gas o fluído que fluya hacia fuera. Ello obliga a una constante perforación en horizontal siguiendo las vetas del hidrocarburo, añadiendo superficie de terreno, cada vez que un»nuevo» pozo se seca.

Este proceso, el de la constante adqusición y perforación de nuevos lotes, que se van agotando, es el que ha propiciado Wall Street; creando una nueva burbuja para financiar las inversiones fallidas. Me explico, con el auge del shale gas, se hicieron muchas y cuantiosas inversiones. Inversiones que, por las razones que acabo de mencionar, en el mejor de los casos, tendrán resultados efímeros. Pero, para poder cubrir el importe ya captado -con fondos de inversión, de pensiones…- y poder pagar los dividendos o intereses, se necesita seguir creando liquidez, pues el resultado de la venta del gas, en muchos casos, no es ni suficiente para cubrir los elevados costes de extracción. Por ello, Wall Street intenta captar nuevos fondos. Sin embargo, para que ello ocurra hay que añadir nuevos lotes de terreno -sobre los que crear títulos- y hacer borbotar gas o petróleo a mansalva -para hacerlo creíble. Ambas cosas son las que han creado el exceso de oferta actual que, a la postre, disminuye el precio del gas, convirtiendo en todavía menos rentables las inversiones iniciales.

No hace falta tener mucha imaginación para aventurar  -además de las obvias ambientales- las consecuencias de ello, pues se han creado títulos sobre unos yacimientos efimeros y de mala calidad, a precios de yacimientos de gas o petróleo fetén. Y, evidentemente, como ya viene siendo habitual, si algún día, estos títulos, se quieren realizar, descubriremos -como con el caso de las hipotecas subprime- que los activos que los respaldan estaban sobrevalorados. Creando, así, la subsiguente crisis financiera; ocasionada por reservas subrime.

Lo «divertido», en este caso es que ello tiene consecuencias geo-políticas. Este proceso ha conducido a un exceso de oferta -coyuntural, claro- que ha llevado a la tan cacareada disminución del precio del gas en Estados Unidos -incluso por debajo de los costes de extracción. Hoy, la consecuencia exterior inmediata de ello es una «falsa» exportación, pues no es que se venda fuera, por sobrar. Se vende fuera el gas, porque los productores americanos perderían dinero si lo vendieran en su país, por ello se aprovechan de unos precios internacionales más elevados. Ello crea la ilusión de que, como a finales del Siglo XIX e incios del Siglo XX, Estados Unidos será de nuevo país exportador. Pero, como vengo repitiendo -y cada vez más convencida- este es un el farol aunque, como ya se demostró hace unos días, nos los estamos creyendo,

Depende cómo se mire, da risa, pues toda esta burbuja, significa que el gran giro geo-político de Estados Unidos es una gran ilusión o una gran estafa. Así, la new era of American energy diplomacy basada en the vast new supply of natural gas in the United States es un bluff. !Qué crédulos somos los humanos!

El declive del imperio petrolero occidental

Con un título tan pomposo, inicio la celebración del segundo aniversario de este blog. Sí, dos años ya. Años que vienen marcados por la celebérrima onomástica de la medusa y de servidora. De hecho, este blog fue un regalo recibido en la que fue la tradicional fabada en homenaje a nuestra común Santa, hasta que, después de unos 40 años de servicio al barrio, el Mesón del Jamón cerrara sus puertas.

¡Cuántas cosas están cambiado para todos nosotros! En fin, este tsunami capitalista que nos va barriendo a todos, podría estar amenazando también a las grandes compañías petroleras internacionales privadas transnacionales, conocidas en la jerga como International Oil Companies, cuyo acrónimo es IOC.

Llevo unos días buscando algo relativamente impactante y novedoso para celebrar este aniversario. Empecé esta búsqueda, leyendo un artículo académico, intelectualmente estimulante, de Gavin Bridge y Andrew Wood, titulado  Less is more: Spectres of scarcity and the politics of resource access in the upstream oil sector, que fue el que me dió la pista, pues en él, entre otras cosas, se afirma que las grandes, entre las grandes petroleras, estructuralmente, tienen problemas serios. Según estos autores, esta fragilidad se debe, y creo que tienen razón, a que su principal fuente de negocio es la extracción y venta de petróleo crudo. En el contexto actual, ello está amenazando su sostenibilidad a largo plazo, pues roto el mundo en el que las IOC y la OPEP eran las dos caras de la misma moneda; y roto el mundo en el que ellas eran las únicas compradoras del «mercado» internacional, parece que están teniendo problemas para asegurarse el acceso a «nuevas» reservas acordes con su modelo de negocio: petróleo de calidad, relativamente fácil de extraer, con un coste por debajo de los 15$ el barril.

Después de leer estas ideas, decidí buscar datos que muestren la cuestión. Pero, entre las cosas que también han cambiado en estos dos años, la Energy Information Administración estadounidense, después de tunear su página web, ha cancelado alguno de los servicios que ofrecía. Entre ellos, el que yo en algún momento de mi vida consulté más, los informes financieros de las grandes productoras de energía estadounidense. Así que, desgraciadamente, se acabaron las series homogéneas y gratuitas sobre las compañías petroleras. Los últimos datos, se corresponden con el informe de 2011, y se refieren a 2009. Soy una persona poco proclive a creer en confabulaciones y complots, pero la desaparición de tales estadísticas, en un momento en que ocurren cosas inexplicables en el sector energético estadounidense, es un pelín mosqueante. En fin, como la vida misma, tiraremos adelante con lo que tenemos…

Acabar en 2009 las estadísticas es fatal, pues este es un año poco significativo por ser el de mayor impacto de la crisis fuera de nuestra Europa meridional y por ser un año de bajos precios de petróleo: en términos reales se situaron en torno a unos 60$ del barril, entre un antes y un después, en torno a los 100$/br. Sea como fuere, los datos de conjunto que tenemos hasta ese año, muestran lo siguiente:

1) Las grandes empresas petroleras son muy rentables para sus accionistas, de hecho salvo en los años de grandes descensos del precio del crudo, recientemente 1998-99 y 2009, la rentabilidad de este tipo de empresas, al menos para los accionistas e inversores, es mucho mayor que la del resto de empresas productoras-manufactureras. De hecho, pasado el bache de 2009, los datos de Shell, ExxonMobil, Chevron, Total y British Petroleum (BP), muestran que los accionistas siguen cobrando buenos dividendos por acción.

2) En los primeros años del Siglo XXI estas empresas han tenido unos ingresos -y unos beneficios- excepcionales, que a la luz de los datos que nos ofrecen los informes anuales de las compañías citadas, parecen haberse recuperado y han vuelto a iniciar una tendencia creciente.

3) La principal fuente de estos ingresos es el segmento upstream (extracción y venta de petróleo o gas natural). Es asombroso ver, que en casi todas las grandes las ventas por este concepto representan en torno a un 85% del total, y que en algunos casos como el de Chevron, en los últimos tres años, ha sido de más del 90%.

Por tanto, y aunque parezca extraño, casi se podría decir que estas empresas son tan rentistas como las economías petroleras, pues su principal fuente de negocio son los ingresos que obtienen por la venta del producto del subsuelo, y mucho menos las ventas de bienes finales elaborados. De hecho, sin llegar a tener una relación tan exacta, como en el caso de las economías de los países exportadores de petróleo, los buenísimos años de estas empresas son los de altos precios del petróleo, mientras que los menos buenos, los de bajos precios.

Ante esta forma de negocio, que se basa en capturar el máximo posible de la renta del subsuelo, el dato preocupante, al que se refiere el artículo de Bridge y Wood, es la evolución de las reservas y la producción de estas compañías.

Fuente: EIA (2011)

Fuente: EIA (2011)

En este gráfico se observan, en primer lugar que, hasta 1998-99, estas compañías fueron perdiendo volumen de reservas. En segundo lugar, cuando éstas se empiezan a recuperar, el petróleo pierde peso dentro de ellas. Desde entonces, representan un 11% menos. Y, lo que es más grave, si a estas reservas le descontamos las arenas bituminosas de Canadá, el efecto todavía es más impactante. En total, hoy en día, las GPE, tienen más o menos el mismo volumen de reservas que antes, pero de peor calidad: las bituminosas de Canadá y el shale gas en Estados Unidos. Acorde con estos datos, los costes asociados a la extracción (en $2009/boe.) del petróleo y del gas, en los mismos años, casi se han triplicado.

Fuente, EIA (2011)

Fuente, EIA (2011)

En resumen, menos acceso al petróleo y más costoso. Sin entrar, ahora, en discusiones sobre si el petróleo se acaba, o no, lo que es evidente es que para unas empresas en las que, como media, entre el 85 y el 90% del negocio es su venta, se enfrentan a un problema muy serio, salvo que consigan seguir sacando el máximo de una, cada vez, menor cantidad: la renta minera de la que ya hemos hablado en otras ocasiones.

Por ello, a estas grandes compañías les interesa que el precio del petróleo -el gas es un poco distinto- se mantenga alto. A ello están ayudando los mercados financieros. De forma alarmante, mientras el futuro real -el negocio del petróleo físico- de estas compañías parece nublarse, el de sus operaciones a futuros, va viento en popa. En el NYMEX, una de las plazas en las que se negocian contratos para entregas futuras de petróleo o títulos derivados, se ha pasado de unas 400 operaciones al día a principios de Siglo a casi 2000, en la actualidad. Y, lo que es peor, se ha acelerado la relación entre ganancias en el NYMEX e inversiones en otros activos financieros. Por tanto, cada vez hay más agentes que tienen un título vinculado -aunque sea remotamente- con el hecho de que en algún momento podrán comprar o vender tantos barriles de petróleo a tal precio ¿Les suena, no? En algún momento de la historia, alguien -o algún fondo de inversión- preguntará si puede hacer efectivo su título. Y, entonces, ¿qué pasará? Tal vez no habrá reservas para todos, serán de mucha peor calidad de lo esperado -reservas subprime– o ese día el petróleo real se venderá a un precio muy distinto del pactado.

Mientras, nadie diga nada, nada pasará. Pero, sin alarmar, la cosa pinta mal, pues las empresas más poderosas del mundo, las que en buena mediada han marcado la geopolítica y las relaciones internacionales del Siglo XX, se están quedando rezagadas. Aunque, siguen ahí, agazapadas, escondidas detrás de la forma menos evolucionada y primitiva de su negocio -exprimir al máximo la renta minera-, ayudadas por los ilusos que van a la búsqueda del nuevo Eldorado petrolero y los mercados financieros.

Ante ello, ya no sé lo que quiero. Si se destapa la historia, cuando vean que no se pueden realizar los beneficios que prometieron, nos exprimirán un poco más, para extraernos, la rentabilidad que prometieron y que el petróleo ya no les puede dar. Y, si no se destapa, pues ustedes mismos….

Petropolis 2

Y pensar que de pequeña no callé hasta que me regalaron el petropolis, la versión petrolera del monopoly. No me acuerdo, pero puede que mis «pobres» padres, resignados, me lo regalaran en ocasión, también, de uno de mis santos. Ironías de la vida….

Barruntando sobre los precios del petróleo

A veces las preguntas más básicas, llevan a laberintos inimaginables. Hay dos preguntas que llevan días martilleándome la cabeza. Algo que para mi, había sido evidente, en el contexto actual, me «patina».  Se han preguntado ¿por qué pagamos un único precio por el kwh que empleamos en casa o hablamos en singular sobre el precio del petróleo? Lo que aquí quiero decir, ahora sin entrar en ninguna valoración sobre el tema, es que si no se da una razón adicional -por ejemplo un proyecto político de espacio energético público y único: nacional, regional o local- es difícil justificar, desde el ámbito privado, por qué ha de costar lo mismo una electricidad que se genera en una nuclear que una que se genera con los rayos de sol; como también es difícil justificar que paguemos igual la gasolina si el petróleo viene de Arabia Saudí o del Mar del Norte, por decir algo.

En la teoría, un precio único para un bien, si es precio, debería significar que existe un mercado unificado. De hecho, sea o no fuere verdad, se habla del mercado eléctrico español o del mercado del petróleo. Tengo muchísimas razones para afirmar que tales mercados no existen; pero esto, ahora y aquí, da igual, porque lo relevante es que sin existir tal mercado y sin justificarse tales precios por sus costes, muchos analistas siguen empleando el precio como indicador de escasez o abundancia ¿Cuántas veces hemos oído decir que el precio del petróleo sube porqué no hay suficiente oferta -cantidad de petróleo que va al supuesto mercado- para cubrir la demanda? Infinitas. Por no decir las veces que hemos escuchado que el precio del petróleo sube, por que éste se acaba. Es evidente que, en el largo plazo, cuando un recurso es finito, cada vez será más difícil conseguirlo y, por ello, el precio tenderá a subir. Por ello, esto tampoco requiere mayor comentario. Sin embargo, lo que sí requiere comentario es qué ocurre en este lapso de tiempo, hasta que lleguemos allí, y si el precio del petróleo puede indicarnos alguna cosa.

Cada vez que el precio sube, escuchamos la misma cantinela: o alguien ha reducido la oferta o estamos al límite de nuestra capacidad. Pues bien, hoy me he dedicado a mirar la evolución de los precios y de las reservas mundiales, sobre todo desde la década de los 1980s, pues antes los precios internacionales del petróleo estaban fijados –posted– por las grandes empresas del sector y, en un breve lapso de tiempo, por la OPEP. Al mirarlos, he visto algunas cosas curiosas. Se las muestro.

El primer gráfico ofrece una evolución de una selección de precios internacionales del petróleo hasta 2004. Me he fijado, para variar, en los momentos en los que bajan los precios.

prices_before_2004

Fuente: BP, Statistical Review of World Energy

Claramente, se ven dos años que marcan grandes caídas -siguiendo una tendencia- el 1986 y el 1998. Años que, mirando otro gráfico, el de la evolución de las reservas, observo que son los años en los que se añade un volumen significativo de reservas al «total» mundial.

World_reserves

Fuente: BP, Statistical Review of World Energy

En el 1986, se añadieron reservas «convencionales» en Oriente Medio y, en 1998, las «no convencionales» de Canadá. Por tanto, aunque no tiene por qué haber ninguna relación causal, lo que nos dicen estos dos gráficos es que cuanto más bajo estaba el precio del petróleo, más reservas se añadieron y que, una vez se aceptó que éstas existían, el precio del petróleo empezó a subir. Si hubiere una relación entre ambas cosas, lo que diría es que, en el caso del petróleo, cuando se añade capacidad de oferta futura – pues el gráfico muestra reservas, no producción), el precio sube. De hecho, se pueden argumentar miles de cosas al respecto, pero ninguna de ellas quita el hecho de que las ventas al siguiente año pasaron a cobrarse a un precio superior al que tenían hasta ese momento.

Pensemos lo siguiente, los precios empezaron a escalar, después de que se mandara la señal que las reservas de las arenas bituminosas de Canadá se lanzarían al mercado. En este caso, podría ser lógico que el precio subiera, pues el coste de extraer y comercializar estas reservas es muchísimo más elevado que, pongamos, el de Iraq o el Mar del Norte, por tanto, son más caras. Sin embargo, lo que sube es el precio -en singular- del petróleo. Y, por tanto, el resultado es que después de ello, los antes ya estaban vendiendo petróleo (empresas estatales o privadas) de otros lugares «más baratos» vieron aumentar sus ingresos. Esto es lo que ocurre, cuando existe un único precio – o precios , de una forma u otra vinculados- para distintas cosas, con costes distintos, que se asimilan. Sean las distintas calidades de petróleo o las distintas formas de producir electricidad.

Esta interpretación tiene que ver con lo que David Ricardo (1772-1823) y John Stuart Mill (1806-1873) es sus respectivos Principios de Economía Política, nos explican sobre el significado de la renta mineraEl ejemplo que he escogido, lo ilustraría bien, pero como patrón explicativo de la evolución del precio del petróleo, puede ser verdad o no. De hecho, si vamos más allá en el tiempo, la relación ya no aparece tan clara, pues la tercera gran incorporación de reservas, la que se observa en el gráfico en el 2006-2007, se corresponde con el petróleo muy pesado de la Faja del Orinoco, en Venezuela. A partir de estos años, la relación ya no es tan lineal. Es más, en los dos últimos años, al aparecer en escena el fenómeno de petróleo y gas no convencional de Estados Unidos, los precios del petróleo parecen desdoblarse. Pero, sobre esto, ya hablaré otro día.

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