Vías romanas y gasoductos, una curiosidad para la noche de Reyes

Como todos los años, aunque nos olvidemos sistemáticamente, el periodo de festividades navideñas, es de lo más atareado. Es casi un milagro de Navidad tener dos o tres horas libres para una misma. Quería hacer esta entrada, desde que en una de esas actividades previas a las festividades como son los aperitivos, cenas u otros menesteres, un compañero de trabajo, después de que yo le contara una de mis fantasías, como tal nunca realizada, de escribir una guía turística de las principales vías romanas secundarias de Hispania, me espetó, «pues yo tengo unos amigos que han escrito un artículo sobre ello y las han cartografiado todas. Mañana te mando el artículo». Como así fue.

Vía Romana en el Puerto del Pico, Sierra de Gredos

Vía Romana en el Puerto del Pico, Sierra de Gredos

Espero que mi colega no se moleste por aparecer en este blog, pero le estoy muy agradecida. El artículo en cuestión es de Pau de Soto y César Carreras Montfort y se titula, La movilidad en época romana en Hispania. Aplicaciones de análisis de redes (SIG) para el estudio diacrónico de las infraestructuras de transporte y se puede leer en libre acceso. Es uno de esos artículos que dan endivia, de esos que al verlos piensas, que de mayor es a lo que te quisieras dedicar. Me encanta ver que el estudio de épocas remotas y de la Roma clásica tiene aplicaciones contemporáneas.

Este último comentario, y que me perdonen los lectores, se lo tenía guardado al Conseller de Sanitat de la Generalitat de Catalnya, Sr. Boi Ruíz, que en algún momento declaró, el que no pot ser és que la universitat formi gent amb diners públics, com filòlegs clàssics, que no podran anar al mercat (Sic!). Bueno, pues aunque creo que Pau Soto y César Carreras son arqueólogos, y no filólogos, que le valga este artículo al Conseller para ir reflexionando antes de hacer declaraciones tan temerarias sobre determinadas carreras universitarias, ya que las conclusiones que arroja el artículo son argumentos de peso, es decir científicos, que ayudarían a apoyar algo tan cacareado por el gobierno del que él forma parte: el corredor de mercancías mediterráneo. Pues, el artículo concluye diciendo que … a mediados del siglo XIX cuando comienzan a construirse las infraestructuras ferroviarias, Manuel Duran Bas apoye una propuesta del Sr. Lujan de crear una red en forma de H que vincule los principales centros económicos de la Península y los puertos franceses, del este al oeste con dos ejes […] con dos viales: uno Barcelona-Figueres-Francia y el otro Pamplona-Irún-Francia, entendiendo que esta estructura favorecería una mayor movilidad y rapidez en las comunicaciones. Resulta sorprendente que esta estructura en forma de H tenga una mayor similitud con la red viaria romano que con cualquier otra posterior. 

Para mi, otra cosa sorprendente de este artículo es que al ver uno de los mapas, que estos dos arqueólogos han elaborado, no pude evitar recordar la red de gasoductos de la Península Ibérica, pues salvo por los ramales que, para traer el gas del Norte de África hacia Madrid y la Cornisa Cantábrica, de Sur a Norte atraviesan el centro de la misma, el trazado del transporte del gas en España parece calcado del de la movilidad romana.

Fuente: Soto y Carreras (2009, Fig. 3, p.310

Fuente: Soto y Carreras (2009, Fig. 3, p.310

gasoductos_grandeDeseo que a los autores del artículo no les moleste que emplee una de sus imágenes para ilustrar tal hallazgo, pero es que me encantó. No sólo por haber encontrado una aplicación adicional a su estudio, sino por ilustrar a la perfección la riqueza de la pluridisciplinariedad. Dos cosas me parecen extraordinarias del artículo, el que se haga un análisis económico, cuya justificación se remonte a los caminos de Roma, y que en él quede claro que las infraestructuras son instrumentos para crear espacios políticos, por ello su realización pocas veces se debe estrictamente a razones económicas.

Una lectura de estos mapas nos dice que cuando la capital del Imperio era Roma, el criterio del coste en el transporte de mercancías y personas era esencial, pues fundamentalmente los caminos en Hispania eran lugares de tránsito desde y hacia lugares del Imperio. Cosa que ya no es la estructura de carreteras y ferrocarril en España, cuyo objetivo era comunicar la capital con el resto de localidades. Sin embargo, bizarramente, la estructura de gasoductos sí que remite a esa antigua comunicación en el marco de lo que fue el Imperio romano. Observando que la actual cartografía del gas en la Península Ibérica se asemeja más a la antigua cartografía romana, me vuelvo a preguntar lo mismo de siempre: ¿para qué queremos tantas infraestructuras gasísticas, si éstas no llevan a ninguna parte más allá de los Pirineos?

Sería demasiado largo responder a esta pregunta, más para alguien como yo que ha pasado de defender que la Península Ibérica debía de ser un territorio del tránsito del gas y de la electricidad generada con el mismo, desde África hacia Europa central, a ser alguien que, a la luz del extremo e inmoral poder de los monopolios energéticos, se ha convertido a la causa de los modelos de producción de energía descentralizados y de red distribuida, donde la red de gas a la romana actual no tendría cabida. Dicho esto, sigo pensando que la creación de infraestructuras es una de las bases para la construcción de espacios políticos, de territorio y de territorialidad. Por ello, artículos como el que aquí presento también nos han de servir para tomar decisiones sobre nuestra política energética.

Castor, una nueva agresión a la democracia y a la tarifa energética.

Una de las noticias de la semana es la hibernación de Castor, el almacén de gas submarino situado frente a las costas de Vinaròs (Castellón) cuya actividad se ha relacionado con movimientos sísmicos en la zona. Esta decisión, adoptada en el Consejo de Ministros del pasado viernes 3 de octubre, viene después de que vecinos y diversos movimientos ecologistas se manifestaran reiteradamente contra tal proyecto.

El almacenamiento Castor estaba recogido dentro de la Planificación Estratégica de los Sectores de Electricidad y el Gas 2008-2016 del Ministerio de Industria con la máxima categoría (A Urgente), como proyecto «necesario y prioritario» para el sistema gasista español, y básicamente pretendía ser una reserva de gas, para cubrir aproximadamente un cuarto de la demanda de gas en España para unos 50 días. Con las operaciones de inyección del llamado «gas colchón» se iniciaron los temblores y la alarma de los vecinos, hasta que en el mes de septiembre, después de que se produjera un seísmo de magnitud 4,2 en la escala de Richter, el gobierno ordenara el cese de la actividad.

Ello, que podría ser una buena noticia para los vecinos y los ecologistas, se ha transformado en un nuevo ataque a la ciudadanía. Por lo que informa la prensa, para compensar de las pérdidas que ello pueda reportar a la empresa privada concesionaria, Escal UGS (participada en un 67% por ACS), saldrán de los bolsillos de los ciudadanos 1.350 millones de €, que iremos pagando en la factura del gas, a tenor de unos 100 millones al año.

Puede que yo sea de otro planeta y no entienda nada, pero si interpretara adecuadamente, al menos a la vista de los resultados, los hechos son que se construyeron unas infraestructuras energéticas que no cumplieron todos los requisitos de seguridad. Como siempre ocurre, estas instalaciones se «vistieron» de una necesaria inversión pública en aras al cumplimiento del un supuesto interés general, pero las realizaron empresas privadas con el objetivo de obtener beneficios privados. La mayoría de la ciudadanía no opinó sobre la cuestión, aunque sí que existieron ciertos colectivos que (activistas y movimientos ecológicos y energéticos) se opusieron a ella. Los hechos les han dado la razón a ellos. Sin embargo, una vez más, el gobierno de España da la razón y compensa a las empresas del sector y nos obliga a los ciudadanos a pagarles su mal hacer.

Por tanto, si entiendo bien, en este país cuando una empresa privada no hace bien su trabajo, los ciudadanos somos quienes les tenemos que indemnizar, pagando un plus en una factura.

Tal como van las cosas, me temo que lo mismo ocurrirá en Canarias. Allí, si las prospecciones de Repsol causaran alguna tragedia ambiental, ahuyentan al turismo o cualquier otra cuestión, los canarios que activamente se están oponiendo a ello, les tendrían que indemnizar; o, lo que en el momento actual parece probable, si las demandas de los canarios lograran que se pararan las prospecciones, podrían acabar reclamando a los isleños o a sus compatriotas peninsulares que indemnizáramos a Repsol, pues tal como soplan los vientos, podría ser que en poco tiempo los europeos tuviéramos que indemnizar a las empresas que tenían previsto hacer un negocio, cuando éste se viera truncado por oposición de la población, de las autoridades ambientales o sanitarias o por cualquier cambio de legislación.

Esto, que ya ha ocurrido en el caso de algunas empresas tabacaleras, que han logrado indemnizaciones después de la aplicación de determinadas legislaciones anti-tabaco, se podría extender al conjunto de actividades, evidentemente las energéticas, si las negociaciones que en la actualidad se están llevando a cabo entre la Unión Europea y Estados Unidos, para la firma del Acuerdo Transatlántico del Comercio y la Inversión (TTIP en su acrónimo en inglés), prosperan.

Sobre este acuerdo habla el último informe del Seminari Taifa, y sobre él discutimos en pasado sábado. Aquí de él quiero destacar que de sus tres patas, liberalización comercial, regulaciones y creación de tribunales de arbitraje, la última parece especialmente preocupante, pues es el fin del de la posibilidad de alegar interés público en el arbitraje de inversor a Estado. Se trata de establecer tribunales de arbitrajes privados (ISDS), que darán a los inversores el mismo estatus que a los gobiernos. Los ISDS permitirán reivindicar a los inversores sus derechos ante tribunales privados, en los que abogados del sector privado podrán tomar decisiones que obliguen a los gobiernos a pagar indemnizaciones ilimitadas a los inversores sin apelación. Esto es gravísimo y atenta seriamente contra los fundamentos democráticos de cualquier sociedad, pues es mucho más propio de una república bananera que de un estado liberal, moderno y democrático.

Dicho esto, y en clave de humor, lamento que los «pobres» concesionarios de Castor no lo pensaran antes, pues de haberlo sabido, esperando un poquito, podrían haber recibido «legalmente» una indemnización mayor, logrando, así, que los ciudadanos tuviéramos una deuda de por vida con ellos. Es trágico; es horrible; y es inmoral, pero entra en el umbral de lo posible y probable. Espero y deseo que no lo tengamos que ver en Canarias.

En Davos, ni las crónicas son buenas

Hoy he leído una cosa que me ha dejado helada, y no por el frío que estos días hace en esta ciudad, sino por lo que en el artículo se dice y, sobre todo, por quién lo dice. Por un momento me he dicho a mi misma, «no hay nada que hacer, la batalla está perdida». Pero no; no ha de ser.

El artículo en cuestión es una crónica de Daniel Yergin desde Davos. Se titula US vs. Europe: Energy battle heats up y en ella se sostiene que EE.UU. ha ganado la batalla de la competitividad a Europa, gracias a la «revolución energética», que en el otro lado del Atlántico ha supuesto el shale gas. Yergin nos dice que Estados Unidos va bien por su abundancia en gas low cost, mientras que en Europa, por causa de las renovables, los costes son elevados y no se crean puestos de trabajo. Que esto lo diga un neocon de un think tank de quinta, vale, pero que lo diga un prominente miembro del IHS Cambridge Energy Research Associates, además de ganador de un Pulitzer y autor de una de las historias del petróleo, The Prize, más vendidas y citadas del mundo, tiene tela (Por cierto, que si no quieren leer unas 1000 páginas, se puede ver la versión cinematográfica en YouTube). Eso es lo que da miedo, que una de las personas que más sabe del monopolio, poder, marrullerías y perversidades de la industria petrolera internacional, acabe definiendo lo que ocurre con el shale gas -que sin yo tener su talla y fama, sigo pensando que es un bluf– como una «revolución energética». Es más, no contento con ello, apunta otras lindezas como que la energiewende alemana puede llevar a Alemania a una «dramática desindustrialización». Supongo que sólo pareja a la extraordinaria re-industrialización de los Estados Unidos (Sic!)

Lo dicho, no doy crédito. Durante dos años, en este mismo blog, he argumentado porqué ese debate de los costes es artero; cómo he dicho que no me vale que me digan que el shale gas, como Yergin dice, ha creado 2,1 millones de puestos de trabajo, si no me dicen también cuántos se hubieran creado con una alternativa y si no se comparan las categorías laborales y la calidad de las tareas en ambos casos. No hace falta recordar que no es lo mismo trabajar como extractor en una mina, yacimiento o pozo de un recurso fósil, que ser un técnico, un ingeniero o un instalador; como tampoco es igual el valor añadido que se genera en un caso u otro. Pero, supongo que para Yergin entrar en esos «pequeños matices sin importancia», sería una pérdida de tiempo que sacaría fuerza a su discurso.

Estoy muy enfadada. Pero, si digo la verdad, creo que estoy más asustada que enfadada. Si alguien como Daniel Yergin dice estas cosas, sólo hay dos posibles explicaciones: o se cayó del caballo, pero dándose un golpe en la cabeza que lo dejó sin sentido; o fue abducido por aquellos que durante años observó. La verdad, da miedo. En mi caso, lo primero es imposible, pues no sé montar a caballo, así que es difícil que me suba a uno de ellos; pero lo segundo…nadie está libre de la tentación.

Puede que no caiga en ella, pero si lo hiciera poco sería el impacto. En cambio, el efecto legitimador, para «la industria» y para nuestros gobernantes, de las palabras de un Pulitzer como Yergin será funesto. En fin, un golpe bajo o malos tiempos para la lírica

El «milagro» de los precios del petróleo

Hoy el The Guardian publica un artículo explicando que Estados Unidos en 2015 sobrepasará a Arabia Saudí y a Rusia en producción de petróleo. Es decir que los Estados Unidos de América se van a convertir en el primer productor de petróleo del mundo. Ellos, claro, están eufóricos, pero los británicos, según cuenta el mencionado periódico, no tanto, pues ven como en Estados Unidos los precios del petróleo bajan, mientras que aquí no hacen lo propio. Es más la noticia relata que, según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía, Europa, por tener que pagar un petróleo relativamente más caro que el de EE.UU., perderá el 10% de la cuota de mercado mundial. Y cuenta, también, que esté diferencial de precios se mantendrá unos 20 años. Es decir, se dice que en las dos siguientes décadas el petróleo en el otro lado del Atlántico será más barato que en este.

Todo ello me suscita una pregunta. La pregunta es la siguiente: ¿Cómo puede ser que sea más barato el petróleo no convencional –más profundo y tecnológicamente complicado de extraer- que el que está en la superficie de yacimientos convencionales?, ¿Cómo puede ser que a Estados Unidos extrayendo petróleo más caro, se le abarate el mismo? Para mí, este es un misterio difícil de resolver. Se me ocurren varías explicaciones, no ortodoxas, pero todas ellas desmienten dos mantras energéticos: que lo relevante de la energía es el coste y que es la escasez -el haber alcanzado el pico del petróleo-, que obliga a acudir a las reservas “de frontera”, la que encarece el precio del crudo: pues, si es cierto lo que dicen, se está extrayendo petróleo caro que sirve para abaratar los costes energéticos de Estados Unidos.

En mi opinión, este “milagroso” hecho puede tener tres interpretaciones. Primera, nos han engañado durante años y la parte más relevante del coste del barril, no es cuánto cuesta extraerlo, sino todas las actividades vinculadas con el transporte y venta. Así, como Estados Unidos ya no tiene que traer petróleo de fuera, se le abarata tanto, que compensa con creces el mayor coste de extracción. Segunda, también nos han engañado, y Estados Unidos no estaba nutriéndose de un petróleo barato importado de Oriente Medio, sino de importaciones más caras de otros lugares del mundo. Por tanto, ahora al reducir sus importaciones, “su” petróleo nacional le sale relativamente menos caro que el de antaño. Y, tercera y última explicación: el precio del petróleo se fija por razones otras que los costes reales de extracción. De hecho, tiendo a pensar que esto es lo más probable, pues en otros momentos de la historia ya pasó. De una forma u otra se establece un precio que favorece más a los unos que a los otros. El único requisito para hacerlo es tener el poder suficiente para ello.

Para mí, que los tiros van por ahí. El otro día un gran amigo me mandó un artículo de Foreign Affairs, publicado el pasado 15 de Octubre. Éste es uno de los numerosos que estos días han salido a raíz de los 40 años del primer shock del petróleo. Este artículo sostiene que la interpretación que los estadounidenses hicieron de este hecho fue errónea, pues, y cito literalmente, contrary to popular belief, the United States has never really been dependent on the Middle East for its supply of oil — today only nine percent of the U.S. oil supply comes from the region. At no point in history did that figure surpass 15 percent. Rather, the crux of the United States’ energy vulnerability was its inability to keep the price of oil under control

Por tanto, lo que nos dice este extracto es lo siguiente, el problema no fue la escasez física de crudo, el problema es que al tener que importar petróleo –piénsese que hasta 1971, EE.UU. no lo hizo-, aunque éste fuera abundante y barato, se perdía la posición en la que unilateralmente se podía influir sobre el precios, en función de sus necesidades. El matiz es importante, pues significaría que la “dependencia del petróleo”, de la que tanto se ha hablado, no es otra cosa que no ser el que tiene el poder suficiente para modelar “el mercado” –si eso existiera- a su propia conveniencia. Desde esta interpretación, da igual si el precio es alto o bajo, siempre y cuando sea lo alto o bajo que “a mí” me convenga. De hecho, creo que se trata de eso. El éxito del fracking no es que se añada más cantidad de crudo al pool: el éxito del fracking es que si nos conviene nos podremos separar del mercado internacional, fijando para nosotros los precios que nos convengan; o, alternativamente, el éxito del fracking es que tenemos –o los demás creen que tenemos- una capacidad excedente que, caso que no nos conviniera el precio internacional, podríamos modificarlo. Es decir, sustituir a Arabia Saudí, en su rol de swing producer. De paso, además, en este momento geo-político tan complejo, ello, les sirve para decir que se pueden liberar del fardo de la política en Oriente Medio, para concentrarse en “el futuro”: el Pacífico.

Estoy bastante convencida que se está jugando una partida de poker, la única duda es si estamos ante un farol o un as bajo la manga. El tiempo lo dirá, pero por ahora, ellos parecen creer que todo esto es verdad y, en este lado del mundo, también.
Lo que ahora está ocurriendo es que nos estamos desacoplando. Estamos dejando de movernos en el mismo sentido, y proporción, en función de la evolución de los precios internacionales del crudo. Si todo ello fuera cierto, el resultado será que Estados Unidos tendrá la capacidad de influir sobre el precio del petróleo para modificar “nuestras” posiciones relativas. Es decir, dejaremos de pertenecer al “mismo” bando. No sé valorar cuánto puede haber de bueno y malo en ello, pero un consejo. Si de verdad ocurre y de verdad los gobiernos y la industria energética europea no quiere cambiar de modelo energético, al menos aprovechemos lo bueno, de lo que ya hay ¿Por qué, en vez de gastar dinero inútil en fracking, no se compra más petróleo de Oriente Medio? Es más barato y bueno que el de USA y los saudíes, cual amante despechado, tal vez nos lo vendieran. No pasará, pero pensarlo es divertido.

Pobreza energética, ¡suerte que España es un país cálido!

Hace unos días, a través del twitter, me llegó un informe de la Association for the Conservation of the Energy, titulado the Cold Man of Europe. Este informe empieza con la siguiente frase, fuel poverty is a major social crisis in the UK. There are over five million households in fuel poverty needing to spend more than 10% of their income on energy in order to keep warm. This number will increase significantly if gas prices rise as the Government expects.

Al leerlo me he ido a buscar los datos, pues lo que nos dice este informe es que en uno de los pocos productores de gas y petróleo europeos -además de carbón-, un porcentaje significativo de sus habitantes son pobres, energéticamente hablando. Es decir, están excluídos del uso que consideraríamos socialmente, «normal» de la energía.

Es cierto que desde inicios del Siglo XXI, la producción de petróleo y de gas en el Reino Unido ha decrecido sustancialmente, pero, a pesar de ello, según los datos de la Agencia Internacional de la Energía, en 2009, todavía tenían la capacidad de producir un 80% del total de la energía que se consumía en este país y, hoy en día, según los balances que ofrece la Agencia de Información Energética de Estados Unidos, la producción autóctona sería suficiente para cubrir el 63% del consumo nacional. Puede parecer poco, pero si se miran los mismos datos para España, en el 2009, contando la energía nuclear como propia, no llegábamos ni al 24%, y en la actualidad esta cifra es bastante similar.

Ni un país ni una economía es, a priori, mejor o peor por los recursos energéticos que posee, pero he querido realizar esta comparativa, porque podría servir de lección para España. Los datos que acabo de mostrar nos dicen que, a pesar de la riqueza fósil del Reino Unido, sus habitantes pasan frío. De ahí que concluya que no hay una relación entre riqueza en fuentes primarias de energia y bienestar energético de la población.

Esta es la primera lección que extraemos del informe, pues éste muestra que un país puede ser pobre energéticamente aunque sea rico en energía fósil e, incluso, «tenga» alguna de las primeras empresas energéticas del mundo como British Petroleum. Así que, en España, seamos muy cautos a la hora de apostar por producciones supuestamente nacionales, como las que, se especula, tendremos gracias al uso de la técnica del fracking en la Penísula o a la extracción de petróleo convencional en las Islas Canarias. De hecho, el contra-ejemplo del Reino Unido pone en tela de juicio esta creencia.

En realidad, no se ha de ser muy list@ para saber por qué dicha relación no se produce:  en el Reino Unido hay pobreza energética, porque en el gasto de las familias, la factura energética representa un porcentaje excesivamente elevado para -según el informe- 5 millones de hogares. Ante ello sólo hay dos explicaciones posibles; o la industria cobra unos precios abusivos o las personas perciben unas ingresos insuficientes. Ambas cosas podrían ser verdad en el Reino Unido, pero seguro que lo son en España.

Desgraciadamente en el informe citado no se habla de España, pero leo en las estimaciones de la Unión Europea que, aquí, casi un 1,9 millones de hogares son «pobres energéticamente», lo que significa que, también, más del 10% de la población lo es. Estos datos son de un informe del 2010, por tanto, a día de hoy, con más de 6 millones de parados, la cifra se habrá disparado. A ello apunta el pionero informe realizado por la Asociación de Ciencias Ambientales.

Teniendo en cuenta las causas de la pobreza energética en Inglaterra, es facil asumir que en un contexto como el Español, esta pobreza silenciada, también irá en aumento, salvo que el buen clima nos salve de ello. De hecho, es extraño que no aparezcamos ya, pues según datos del Departamento de Energía&Cambio Climático británico, los españoles pagamos una factura eléctrica mucho más elevada que la de los británicos.

Sin título

Así, para España, la segunda lección de este informe es que si la pobreza energética no viene determinada por la cantidad de energía que se tenga, sino por la capacidad de los usuarios finales de acceder a la misma -lo que en economías «de mercado» como las nuestras, implica que la puedan pagar-, en esto, también, España va mal. Hoy ya, gracias, al extremo poder de monopolio de las compañías que operan en el país, los hogares  pagamos una de las facturas energéticas más elevadas (en términos absolutos y relativos) de la Unión Europea. Y, gracias a que importamos casi toda la energía primaria del exterior, el país paga una de las más abultadas facturas energéticas exteriores por importar crudo, gas y combustible nuclear. Sólo en hidrocarburos, según los últimos datos, en momento de crisis, unos 50.000 millones de euros.

Ya he comentado en otras entradas, el potencial que tendría convertir este gasto en combustible en una inversión, pero más allá de ello, hoy, no se ha de olvidar que esos miles de millones engrosan nuestro déficit exterior, y con ello -aunque sea indirectamente- nuestra deuda. Deuda que, ahora ya lo hemos aprendido, la pagamos recortando el trabajo, los derechos sociales y la vivienda de la población. Por tanto, de forma indirecta, por pagar nuestra factura exterior energetica, acabamos sin poder pagar la doméstica.

Una vez más, nada de esto tiene sentido -al menos «sentido común». Por ello, si no queremos sumar la pobreza energética a todas las que ya vamos teniendo, este informe nos da pistas del camino a seguir:

1) no entrar en quimeras sobre una hipotética mayor autonomía fósil en España

2) acabar con un poder de los monopolios energéticos, que se traduce en continuos e injustificados aumentos en nuestra factura eléctrica

3) invertir en la creación de una nueva forma de producir -y usar- energía, en vez de gastar estérilmente miles de millones de dólares en el exterior que, acaban empobreciendo a los españoles.

Visto que no lo hacemos, no debe ser fácil, pero en un día como hoy, en el que la EPA ha vuelto a caer como un mazazo encima de nuestras consciencias, creo que ha llegado el momento de probar algo nuevo ¡Atrevámonos!

Chipre y la nueva geopolítica del gas

Esta mañana, me ha llamado mi buen amigo y colega Albert Puig, profesor de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC), para comentarme algunos cuestiones sobre Chipre. Curiosamente, poco hemos hablado del euro y mucho del gas. Como soy un poco compulsiva, después de hablar con él, he empezado a recordar y a mirar mapas.

Al tiempo, me ha llegado un breve del Foreign Affairs, cuyo título es Trouble in the Eastern Mediterranean Sea. Este breve artículo relata del auge del gas que está experimentando el Mediterráneo Oriental. Cuenta que:

a) En los últimos años se han iniciado muchas perforaciones off-shore en las costas de Chipre, Líbano, Egipto, Israel, Siria y Turquía

b) Israel ha sido el principal beneficiario de esta fiebre del gas, y que ello ya ha añadido tensión a las siempre tensas relaciones entre el Líbano e Israel

c) Que, al firmar acuerdos Chipre con Israel, Chipre es el segundo mayor beneficiario de este auge, pues the island straddles Israel’s most likely gas export route to European markets. Cyprus also lays claim to its own gas deposits. The Aphrodite field, which is adjacent to Leviathan, may contain up to seven tcf of natural gas — enough to meet Greek Cypriot domestic consumption needs for decades to come.

d) Que, como es lógico, Turquía reclama la co-propiedad de estos potenciales yacimientos y que, por ello, upping the ante, Turkey has scheduled major naval exercises to coincide with drilling by Greek Cypriot contractors and has sent its own exploration vessels to disputed waters, threatening to drill on behalf of Turkish Cypriots

El mismo joven amigo, que en otras entradas, ha sido mi suministrador de información, hoy me manda un correo electrónico en el que me da otra buena pista, la del papel de Rusia en todo este juego. Como sabrán, hace un par de días saltó la noticia de que Chipre, ante el abandono de la Unión Europea, miraba hacia ella en busca de ayuda. En un artículo del Der Spiegel International, se explican muchos de los motivos de ello: la fuerte presencia de residentes rusos en Chipre, los vínculos -al igual que con Grecia- con la Iglesia Ortodoxa, el «salvar» los depósitos de los rusos en la Isla, y, lo más interesante: que una de las contrapartidas de la ayuda fuera que se le dieran los derechos de explotación de los yacimientos de gas a la empresa rusa Gazprom. Puede ser cierto, o no. De hecho, hoy Rusia lo ha desmentido, pero la mera existencia de todas estas quinielas es relevante, pues indica que en la esfera de influencia de Europa se abren posibilidades nunca imaginadas antes.

Hace unos días ya dije que estamos asistiendo al fin del atlantismo en las relaciones energéticas. Un efecto colateral de ello, es que pasen acontecimientos, que acaban produciendo alianzas que antes nunca concebimos. La llamada primavera árabe es un buen ejemplo de ello, y lo que ahora ocurre en Chipre, también podría serlo.

Aunque soy economista, no tengo muy claro porqué la Unión Europea ha optado de forma descordinada y patosa por una (no) actuación tan drástica en Chipre. Por lo pequeño de su economía, por lo lejos que está de la concepción dominante de lo que es Europa, la de Occidente, tiendo a inclinarme que es porque se pensó que un buen castigo ejemplar, mostraría la seriedad con la que «Europa» se enfrenta a la crisis y avisaría a aquellos que se están desviando del recto camino, que las consecuencias serían onerosas.

En otros tiempos, una torpeza de este tipo, no hubiera tenido mayores consecuencias geo-políticas, pues en ese mundo de ayer, para una isla como Chipre, la opción entre pertencer nominalmente a Europa o cualquier otro tipo de alianza o bloque regional, tenía una respuesta clara: Europa. Tampoco nadie se hubiera atrevido a cortejar a un país nominalmente europeo. Hoy si seguimos, las especulaciones que tenemos sobre la mesa, está claro que las cosas ya no son así.

Chipre es una economía pequeña, un país, por muchos considerado insignificante dentro de la Unión Europea, del que a veces he pensado que sólo está en la UE por dos razones: para que los jubilados del Norte se retireren o vayan de vacaciones, o para cerrar la puerta «en los morros» a Turquía.

Hace unos cuantos años, escribí en un artículo en el que decida que geo-energéticamente Turquía era parte del espacio europeo; argumenté que esta era una razón adicional para considerar seriamente el ingreso de Turquía en la UE. Nadie tenía porqué, pero está claro que los decisores en Bruselas no pensaron lo mismo que yo. Hoy, he recordado ese artículo, pues desde este punto de vista, la situación de Chipre, todavía es más cómica.

Europa lamenta constantemente tener que comprar al exterior energía primaria. Pues bien, parece que Chipre tiene gas, y qué se hace desde la Unión Europea, sentar las bases para que Chipre decida irse de ella, o para que alguno de los muchos novios que tiene este gas -Israel, Turquía o Rusia-, después de los ajustes impuestos a Chipre, se lo puedan quedar a precio de saldo.

Ello, en un conexto en el que:

1) Estados Unidos ya no parece preocuparse, al menos por ahora, por los hidrocarburos del Mediterráneo; no lo hizo en Libia, no lo hizo con el gas de Egipto; y, mucho menos lo hará, con un gas que Israel también pretende.

2) El gas del Mediterráneo oriental parece estar dando entrada a nuevos jugadores de fuera de la región, como son los qataríes, en el caso de Egipto, o podrían ser los rusos en el caso de Chipre.

3) La Turquía de Ergodán, que ya hace tiempo que se cansó de esperar y dejó de llamar a la puerta de Europa, se orientaliza, pues está mirando con buenos ojos organismos regionales como la Organización de Cooperación de Shangai.

En resumen, la Unión Europea se ceba con Chipre, en un contexto de deserción del tradicional aliado de Europa en el Mediterráneo; en un contexto de entrada de nuevos jugadores en él; y en un contexto de creciente deseuropeización de Turquía. Se mire por donde se mire, es una postura muy torpe, pues con ella y en ese contexto, lo menos que le puede pasar a Europa es quedarse fuera del ámbito de decisión del nuevo juego gasístico que se está abriendo en el Mediterráneo oriental; y lo de más que pierda para muchas décadas, sino para siempre, su influencia en esta zona del mundo.

Claro, para los que defendemos otros modelos energéticos, todo esto debería darnos igual, pero en esta maltrecha Europa lo que, siendo injusto, en el mundo de ayer, casi no hubiera tenido consecuencias, hoy puede ser el hecho que muestre, sin otra interpretación posible, el empequeñecimiento de una Europa que, paradojicamente y nominalmente, es la que, en el último siglo, ha ocupado más espacio en el mapa.