Dos transiciones paralelas

Ayer, Juan Carlos I abdicó. Para personas de mi generación, hijos e hijas del tardofraquismo, este es acontecimiento extremadamente relevante. Y, estando en el extranjero, gozo del privilegio de poder pensar, en vez de decidir si tengo, o no, que bajar a la calle. En mi caso, predominan los sentimientos encontrados y, desde ayer, estoy intentando hacer un balance mental razonado y sereno, pues siento que en este momento he de tener las ideas muy claras.

Como no podía ser de otra manera en el aluvión de recuerdos que hoy siento, me ha venido en mente la famosa campaña de «Ahorre energía, aunque usted pueda pagarla, España no puede» (lástima que no haya encontrado el vídeo con el anuncio televisado)

No recuerdo la fecha exacta, pero recuerdo ver esta campaña institucional de publicidad en el único televisor de la familia, el que mi abuela tenía en Reus. Hoy, veo que esta es una campaña de 1976, de unos meses después de que Juan Carlos I fuera proclamado Rey de España.

En esos años iniciaban su andadura ambas transiciones, la española y la energética. En España el fin de la dictadura y del petróleo, casi ocurrieron a la par. Aunque la llamada primera crisis del petróleo ocurrió en agosto de 1973, en «nuestra» parte de la Península Ibérica no nos dimos cuenta de ella, hasta que llegó el Rey. En España la onda expansiva del shock del petróleo, tardó tres años en llegar y nosotros, sus ciudadanos, vivimos los efectos de la misma, al tiempo que votábamos por primera vez, nos convertíamos en una monarquía y entrábamos en la antesala de la dolorosísima reconversión industrial.

Mirando los datos de la extraodinaria base de datos elaborada por algunos de los miembros de proyecto de Global History of Energy del Joint Center for History and Economics (Harvard University, University of Cambridge and University of East Anglia), una constata que, cuantitativamente, la transición energética en España se inició a la vez que la política.

Fuente: Historical Energy Data, www.energyhistory.org

Fuente: Historical Energy Data, http://www.energyhistory.org

Aunque es evidente que entonces se empleaba mucha menos energía que hoy en día, en 1976, del total de energía, el 67,9% tenía su origen en el petróleo. En 1985, un año antes del ingreso de España en la Comunidad Económica Europea (CEE), esta misma cifra era ya del 50,5%. Desde entonces, hasta ahora, el peso del petróleo ha ido disminuyendo paulatinamente.

Sin embargo, la mayor diversidad en el uso de fuentes energéticas, no ha ido asociada a una mayor democratización de las relaciones energéticas. Al contrario, se ha producido una concentración de la propiedad, que ha generado el llamado oligopoly. Oilgopoly que, como ya está en boca de tod@s, ha capturado al Estado y a algunos de instituciones y representantes, para beneficio propio. Ante ello, y ante leyes tan injustas como la del pasado mes de diciembre de 2013, parte de la población está reivindicando desengancharse de la red eléctrica nacional. Aunque, en el contexto actual, simpatice con este mensaje, como también apunté, detrás de cualquier proyecto de red eléctrica, hay un proyecto político de construcción de un espacio común. Por ello, simbólicamente, desengacharse de la red, sería desligarse de ese proyecto político común. Así,se podría hacer un paralelismo entre lo que ocurre en el mundo energético español y lo que ocurre en el mundo político.

Desde 1976 hay una mayor diversidad de partidos políticos, pero ello no ha supuesto una democratización real. Tenemos una concentración de propiedad política, el oligopoly – PP, PSOE y CiU-, que ha capturado las Cortes Generales, en beneficio propio, e intenta copar el poder judicial, para que se relicen leyes injustas. Por ello, se cuestiona el espacio político común que creamos en la transición: hoy, las calles y, hace una semana, las urnas estuvieron llenas de gente que dice querer desengancharse del proyecto político común que construímos con la transición, del que, para bien, o para mal, la Monarquía ha formado parte de él.

En esta analogía, sin embargo, hay un pequeño detalle que me parece relevante. Si se hiciera un breve recorrido por la historia del movimiento energético alternativo, veríamos que mientras la reivindicación fue la de las energías renovables -completar la transición energética que se inició en el 1976-, el desenganche se produce porque el oligopoly se quiere apropiar de todo el espectro energético, para tener el poder absoluto en él. No es una cuestión de fuentes, sino de poder.

Aunqué sé que es llevar al límite la comparación -y yo misma le veo los fallos-, como forma de boutade pido que por un momento se piense lo siguiente si la Monarquía fuera al sistema político lo que el petróleo es al sistema energético ¿qué deberíamos priorizar?, el cambio en las fuentes o el cambio en el funcionamiento de las estructuras del poder. Con las sucesivas reformas energéticas ya nos metieron un gol. Un gol tan grande, que si no lo paramos nos privatizarán el sol y el aire. Tengo miedo de que no caigamos en lo mismo. No fuera caso que cambiáramos la fuente (de Rey a Presidente/a) y creáramos el poder absoluto.

2 comentarios en “Dos transiciones paralelas

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